Usted está aquí: lunes 7 de febrero de 2005 Opinión CIUDAD PERDIDA

CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Los Pinos: una historia poco convincente

La sociedad exige respuestas claras

Renace el sospechosismo

RESULTA TRAGICO, tal vez por absurdo, enterarse de que los sistemas de seguridad del Estado están dedicados a enhebrar intrigas para tratar de eliminar a los enemigos políticos y descuiden, por decir lo menos, los mecanismos que aseguren paz y tranquilidad al país.

DE PRONTO parece increíble la versión que señala a un empleado de la Presidencia de la República como quien habría filtrado información a algún grupo de narcotraficantes sobre las actividades de Vicente Fox, cuando la agenda del panista se puede obtener por diferentes medios sin que nadie, en particular, se involucrara en ello.

Y ES que una situación de esta naturaleza hace que nazca en la persona la inquina por las autoridades judiciales, quienes seguramente ocultan -hasta ahora algo inconfensable- lo que en verdad hizo el funcionario sonorense.

LA HISTORIA de la filtración de la agenda presidencial no parece convincente, por lo que sería conveniente que desde la misma Presidencia, y desde luego de la PGR, se transparente y se diga toda la verdad sobre el asunto.

ES DE pensarse también que durante tres años, cuando menos, alguno de los señores de la droga hubiera tenido información, más allá de la misma agenda, sobre las actividades de Vicente Fox. Por ello debemos saber de inmediato cuál era la información que trascendía hacia los grupos criminales, así como qué se hizo o qué se hace para tapar los hoyos por donde se filtraba la información.

SI ESTO no se abre con la inmediatez que requiere el caso, persistirá la idea de que la detención de Nahum Acosta Lugo pudo ser otra venganza política armada desde Los Pinos para deshacerse de otro personaje desagradable para algunos de los habitantes de la casa presidencial.

ES NECESARIO recordar que los lazos de Acosta Lugo se hallan en dos de los enemigos de la gente de la residencia oficial: primero hay que recordar que Alfonso Durazo, ex secretario particular de Fox, salió de la Presidencia haciendo acusaciones fuertes sobre el ejercicio real del mando en Los Pinos.

LO MISMO puede decirse del ex coordinador de giras presidenciales, Manuel Espino, quien se ha manifestado en total desacuerdo con las aspiraciones de Marta Sahagún de convertirse en candidata a sustituir a su marido en el cargo.

Y ANTES de que alguna versión como la anterior, o peor, pueda surgir frente a la falta de información real, resulta urgente aclarar qué fue lo que llevó a Nahum Acosta hasta las instalaciones de la PGR el fin de semana pasado.

NO SE trata de que alguien, mal intencionado, le busque al gato más patas de las que tiene, sino de una constante de acciones turbias, oscuras, con las que Los Pinos ha tratado de eliminar a sus enemigos.

EL CASO del posible desafuero del jefe de Gobierno de la ciudad de México ha hecho visible la forma de actuar de los azules y priístas cómplices. En el asunto se ha involucrado, como es muy sabido, desde agentes del Cisen, pasando por legisladores y hasta los habitantes de la casa presidencial.

PARECE QUE nada puede parar el odio de ese círculo en contra de sus enemigos y que cualquier tipo de argucia, legal o no, se puede usar para perjudicarlos, lo que hace renacer, como casi siempre cuando se trata de estas cosas, el sospechosismo.

SI POR fin tiene razón el procurador Macedo y el narco no penetró Los Pinos, si la agenda presidencial era pública y no era necesario que alguien la informara, entonces ¿qué es lo que pasó en realidad? Las respuestas urgen en este país del "no pasa nada".

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