Sastrería San Lázaro: se confeccionan leyes
México es el segundo consumidor de plástico en América Latina: casi 7 millones de toneladas al año. También somos potencia en producir botellas (100 millones), envases (3 millones) y 260 mil toneladas de bolsas de plástico. Pero de esta inmensa producción no se recicla ni 2 por ciento. La mayoría de los envases y embalajes están hechos de tereftalato de polietileno (PET), que en ocasiones tarda hasta mil años en degradarse. Otro plástico, el PVC, origina elevada contaminación al ser fabricado, y si es incinerado produce dioxinas y furanos sumamente tóxicos.
Nada más urgente entonces que aprobar normas claras relacionadas con la fabricación, los materiales, el destino y gestión de los envases y embalajes usados, y para disminuir la basura. En paralelo, que propicien soluciones tecnológicas ambientalmente viables a los problemas descritos.
Precisamente la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales del Congreso de la Unión somete ahora a discusión pública una iniciativa de ley para "el manejo ecológico sustentable de los envases y embalajes de material plástico". Aunque existen normas que buscan la gestión integral de los residuos a fin de prevenir daños al ambiente, se carece de una legislación referida a los envases y embalajes de plástico, cuya fabricación, uso y disposición final son un grave problema.
Recientemente el Canal del Congreso transmitió uno de los foros sobre el citado proyecto de ley. Un teleadicto me envía diversas consideraciones que, sostiene, muestran la forma de consultar a la población sobre temas que le son prioritarios. Afirma que en el foro citado brillaron por su ausencia las voces de quienes conforman la parte preponderante en el asunto del plástico: ciudadanos, pepenadores, autoridades municipales, ambientalistas, concesionarios de la recolección, camioneros, colectores, etcétera. Su presencia habría dado un giro al foro y quizás evitado que se aprueben normas que al final son un engaño para la ciudadanía.
No falta razón a nuestro informante: de la lectura de la iniciativa y las ponencias de los empresarios sobre el tema (entre ellos figura un ex secretario del gobierno del cambio, hoy al frente de la más grande recicladora de PET de América Latina) parece que es una ley cabildeada y mandada a hacer por la industria del reciclaje, con el fin de:
* Obtener mayores estímulos fiscales para sus empresas y compensar así el aumento de precio en la materia prima, dejando fuera a los verdaderos trabajadores de la cadena: los pepenadores. Cuando el PET baje de todas maneras los empresarios recibirán ciertos beneficios fiscales.
* Respaldar a los ayuntamientos y municipios para que exijan, por ley, que los ciudadanos entreguen el PET ordenadito (lavadito, más adelante), sin tapas ni bandas de marca y separado de la basura orgánica. Es decir, los ciudadanos convertidos en empleados de la industria del plástico, pero sin sueldo. Y, además, pagando por el servicio de recolección.
* Preparar el camino a las autoridades municipales para que criminalicen la pepena callejera, dejando sin fuente de trabajo a los que se dedican por la libre a recoger los PET.
Al problema que representa la proliferación de plásticos en los desechos domésticos, se suma el atraco al ingreso del consumidor por el reinado de los envases, empaques y embalajes, cuya fabricación es próspero negocio. Con razón, sostiene el teleadicto, una de las ponentes del foro citado sugirió, sin éxito alguno, que en la etiqueta de los artículos se desglose el precio de lo que cuesta el producto y el del envase que lo contiene para que el consumidor sepa lo que paga por un objeto que, luego de desecharlo, causa desajustes en la salud pública y el ambiente.
Nuestro informante ocasional concluye su lista de inquietudes mencionando cómo los temas del desarrollo sustentable y el cuidado de los recursos naturales fueron expuestos en el foro con claridad por varios académicos. Son asuntos que deberían interesar a los legisladores, pero éstos brillaron por su ausencia.
En resumen, afirma, tal parece que dicha ley la mandaron confeccionar, muy a su gusto, las trasnacionales. ¿Será cierto? Al tiempo.