A gritos obligan a Porfirio Muñoz Ledo a salir del foro
Querétaro, Qro., 5 de febrero. Bajo una lluvia de gritos de "¡traidor!" y "¡uuulero!", de chiflidos y de vasos desechables con agua, café o refresco que le cayeron en los hombros, así como de bolas de papel que le aventaban al cuerpo, Porfirio Muñoz Ledo tuvo que abandonar a pasos apresurados la sede del Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado de esta entidad, donde iba a participar en el foro Segundo diálogo nacional por la defensa de la soberanía, realizado por organizaciones gremiales, campesinas y sociales independientes del país.
"No me explico la intolerancia. ¿Quiénes son los que quieren que me vaya? ¿Qué les hice?" -se preguntaba Muñoz Ledo y se contestaba a sí mismo. "Están convocando a un diálogo y no lo quieren. Yo fui invitado por los sindicatos de la Unión Nacional de Trabajadores. No me explico lo que sucedió".
Prácticamente no lo dejaron ni sentarse en el presidium, pues apenas había tomado su lugar cuando empezaron los chiflidos que hicieron callar al ponente en turno. Desde el micrófono se invitaba a todos a la ecuanimidad, pero el llamado no surtió efecto. Los gritos aislados de ¡traidor! se volvieron coro. Muchos empezaron a pararse y volaron los primeros vasos desechables contra él. La agitación creció a tal grado que amenazaba con desbordarse. Muñoz Ledo se tuvo que parar apresuradamente y salir por la puerta trasera del recinto, acompañado por los organizadores, quienes trataron de protegerlo, porque empezaron los aventones.
¿Qué pasó? -se preguntaba el político sin perder la postura. Pero ya no pudo tener respuesta, porque las puertas por donde abandonó el salón tuvieron que cerrarse precipitadamente para que no lo siguiera la ola de personas que venía tras sus espaldas.
Patricia Muñoz Ríos