Acuerdos de Oslo, la promesa incumplida

Los acuerdos de Oslo sobre la autonomía palestina fueron firmados en Washington el 13 de septiembre de 1993, día que quedó en la historia por el apretón de manos, a regañadientes, entre el líder de la Organización de Liberación Palestina (OLP), Yasser Arafat, y primer ministro laborista israelí, Yitzhak Rabin.

El llamado Acuerdo de Oslo I, planteaba los principios con los que habría que negociarse la paz entre israelíes y palestinos, en los que se introdujo por primera vez la fórmula "paz por territorios", con la intención de que Israel devolviera a los palestinos tierras, a cambio de lo cual éstos aceptarían la existencia del Estado de Israel.

Pero esos acuerdos, de los que Israel excluyó a Jerusalén este, incluían una serie de condicionantes, entre las que figuraban la demarcación de los territorios palestinos, que no estarían conectados entre sí, además de la revisión del manejo de los mantos acuíferos en los territorios.

El 28 de septiembre de 1995, un nuevo acuerdo interino (Oslo II) sobre la autonomía en Cisjordania fue firmado en Washington. Pero el 4 de noviembre de ese mismo año Rabin fue asesinado por un judío extremista.

En julio de 2000, en medio de una creciente colonización de Palestina, Arafat debía firmar la continuidad de los acuerdos con el gobierno del sucesor de Rabin, el primer ministro laborista Ehud Barak, pese a que los objetivos y fechas planteados anteriormente se habían retrasado, así como todo lo referente a negociar el estatus definitivos de Palestina.

La firma del acuerdo nunca sucedió; Arafat se rehusó a firmar el documento que según el entonces presidente Bill Clinton, "pondría fin a un conflicto de 100 años", y claro, lo coronaría a él héroe de la paz.

Lo que se le presentó a Arafat en Campo David era un compromiso histórico que excluía cualquier futura negociación y que exigía al rais renunciar a cualquier demanda de su pueblo hacia Israel. Tel Aviv aceptaba la declaración eventual de un Estado palestino en una superficie inferior al 22 por ciento de la original a la que los palestinos ya habían renunciado anteriormente, sin contar con soberanía real.

Al firmar esto, Arafat renunciaba a reclamar Jerusalén este como capital, a pedir el retorno de los refugiados, y los asentamientos judíos en territorios palestinos permanecerían donde estaban.

En teoría, los acuerdos definían en amplias líneas de la autonomía palestina interina de cinco años en los territorios ocupados. Se estipulaba que, tras la entrada en vigor de la Declaración de Principios, Israel comenzaría a transferir los poderes a los palestinos en materia de educación, cultura, salud, relaciones sociales, impuestos directos y turismo, también en teoría.

El Consejo palestino tendría jurisdicción en Cisjordania y la franja de Gaza, con excepción de cuestiones (especialmente Jerusalén-este y las colonias judías) que serían discutidas en negociaciones sobre el estatuto permanente. Estas últimas debían empezar a principios del tercer año del periodo interino.

A raíz de la negativa de Arafat de firmar lo que se le presentó en Campo David, Israel y Estados Unidos han insistido en que el presidente "perdió la oportunidad de lograr la paz".

Las negociaciones sobre el estatuto final de los territorios palestinos reocupados están paralizadas desde 2000.

AFP