25 de
noviembre
Día Internacional Contra
la Violencia Hacia las Mujeres y las Niñas
Es deplorable el nivel de violencia que hemos alcanzado
como humanidad para incluso justificar matanzas en el nombre de la Justicia,
la Libertad y la Democracia. Este escenario tan lamentable de guerras "santas",
fundamentalismo, abusos, discriminación y violencia generalizada
tiene especial brutalidad en los cuerpos de las mujeres y las agresiones
se extienden sin distinción de edad, clase, ni religión.
Incluso la Organización Mundial de la Salud ha calificado la violencia
contra las mujeres como una pandemia de serias consecuencias para el futuro
de las sociedades y presenta los siguientes datos:
Una de cada cuatro mujeres en el mundo ha sido golpeada,
obligada a mantener relaciones sexuales o víctima de otra forma
de abuso físico.
Más de la mitad de las muertes violentas
de mujeres a nivel mundial son causadas por la pareja y varones de su familia.
Por ello, cada 25 de noviembre millones de mujeres en
el mundo se pronuncian contra la crueldad de la que son víctimas
diariamente. Las instancias internacionales también lo han hecho.
Tal es el caso de la Convención sobre la Eliminación de todas
la Formas de Discriminación contra la Mujer (aprobada por la Asamblea
General de Naciones Unidas en 1979), firmada por México en 1981
y ratificada en 2001, así como la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (celebrada
en Belém do Pará, 1994) que entró en vigor en México
en 1998. Ésta última afirma "que la violencia contra la mujer
constituye una violación de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, y limita total o parcialmente a la mujer el reconocimiento,
goce y ejercicio de tales derechos y libertades".
La sociedad y el Estado incuban la violencia de género,
pues conservan la inequidad entre los sexos, producto de una cultura patriarcal.
Las mujeres son puestas en desventaja en relación con los hombres
y se les ha excluido de forma automática del acceso a recursos y
oportunidades.
Nos duele a quienes somos católicas escuchar opiniones
que avalan y justifican la discriminación hacia las mujeres "en
nombre de Dios"; como por ejemplo la declaración del obispo venezolano,
Luis Alfonso Márquez Molina, en el 48 Congreso Eucarístico
Internacional celebrado en Guadalajara, quien afirmó: "La iglesia
no piensa democratizarse ni buscar equidad de género porque Cristo
eligió que fuera jerárquica y no va a ceder espacios a las
mujeres."
La violencia alcanza su grado máximo de expresión
en el feminicidio, es decir, el genocidio contra mujeres; en un contexto
que permite atentados contra su integridad, salud, libertades e inclusive
su vida. Todas y todos en menor o mayor medida contribuimos a sostener
esta violencia, pues en nuestro país persiste todavía la
discriminación hacia las mujeres y la ausencia de políticas
de gobierno que salvaguarden su dignidad; lo cual en su conjunto genera
condiciones propicias para estos crímenes.
Muchas personas y organizaciones defensoras de los derechos
humanos de las mujeres hemos denunciado los asesinatos en Ciudad Juárez
y Chihuahua desde 1993, y hemos exigido la eficacia de los órganos
de procuración e impartición de justicia, apoyándonos
en mecanismos nacionales e internacionales. Nuestra atención especial
en estos casos se debe a que hemos visto cómo la impunidad penal,
política y moral es tal que las investigaciones han sido obstaculizadas
de forma inusitada.
Este 24 de noviembre, a un año de la reunión
de las madres de Juárez con Vicente Fox, el Comité de Protesta
contra el Feminicidio y la Impunidad en Cd. Juárez y Chihuahua,
realizaremos un balance ciudadano para dar cuenta de los avances y retrocesos
en el esclarecimiento de este asunto.
Como católicas no renunciaremos el seguimiento
a las acciones para que las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez
y sus familias tengan justicia y para que la sociedad mexicana elimine
de sus prácticas culturales toda forma de violencia contra las mujeres.
Mayor información en [email protected] |