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México D.F. Jueves 4 de noviembre de 2004
La belleza de sus composiciones se abrió paso, pese a algunos problemas técnicos del foro
Extraño, fugaz e intenso, el concierto de PJ Harvey en el Circo Volador
"He viajado por tierras y ríos, infiernos y aguas profundas... para darte mi amor", cantó gloriosa
Su rostro de niñita desvaída contrastó con la rudeza de su música, la noche del pasado martes
PATRICIA PEÑALOZA
Extraño, fugaz (apenas hora y media), pero finalmente enclavado en los corazones, resultó el ligeramente accidentado concierto de la actual dama solitaria del rocanrol poético y oscuro, la cantautora inglesa PJ Harvey, el martes en el Circo Volador, ante unas cuatro mil personas.
Quizá se trataba de una noche de mal agüero (las elecciones estadunidenses ya favorecían a George W. Bush), quizá su equipo no hizo prueba de sonido; algo pasaba que en sus primeras canciones Polly Jean lució desconcentrada. No dejaba de hacer señas a los técnicos: que si le "subían" a tal o cual instrumento, a su voz, a los monitores. Aun así, unos cuatro mil devotos se mantuvieron expectantes, a sabiendas, gracias a sus magníficos discos, de que de su alma suelen brotar sutiles y a la vez desgarradoras notas.
Con todo e inconvenientes, la belleza de sus composiciones se abrió paso: To bring you my love, del disco de mismo nombre (1995), abrió gloriosa: "He viajado por tierras y ríos, infiernos y aguas profundas... para darte mi amor". Dejando atrás la lencería negra, ahora más fashion, de a vestido amarillo strapless con la imagen de ella misma impresa, pequeñita y muy delgada, PJ se dejó ver frágil, vulnerable, al inicio sólo cantando, lejos de su guitarra.
Tres músicos de apariencia subterránea y copetes largos, le acompañaron en guitarra, bajo y batería. La potente The whores hustle and the hustlers whore (Las prostitutas estafan y los estafadores se prostituyen) parecía quedar ad hoc con la funesta noche política. La mordaz Who the fuck, de su actual disco Uh, huh, her, reclamaba: "šƑQuién carajo te crees que eres?!" Mas sus intensas palabras y música no lograban corresponder con su expresión contenida y disimulada, contradiciendo así su afamada furia escénica. Igual pasó con la sexual canción The letter: no lograba conectar. Pero el público le tuvo paciencia. Algunos se preguntaban: "ƑEstará enojada por las condiciones del lugar y el sonido?ƑSerá una nueva faceta cool? Silvestre y libre como es, PJ parecía no esforzarse mucho por conectar, como diciendo: "Así me siento, así me manifiesto".
Con una voz antes desencajada, hoy día emitida con maestría y personalidad, su rocanrol tomó vuelo con dos temas primigenios, Dress y Victory, de su debut Dry (1992), en el que la crudeza y la empatía afloraron. También a partir de entonces se rencontró con su rasposa guitarra. Similar en voz a Patti Smith y en sonido a Nick Cave, así como a la penumbra de los acordes menores y el escrutinio acucioso del blues, la música de PJ suena lejana a los riffs trillados del rock-punk, y cercana a los acantilados que deja el amor a su paso. Así, en la reciente Shame, cantó adolorida: "Por ti brinqué al fuego, traté de seguir con mi vida... y sólo sentí vergüenza. La vergüenza, sombra del amor".
Tras la acústica The garden (Is this desire?, 1998), en que el guitarro tocó una šsegunda batería!, la flamita se encendió de lleno entre la audiencia con su también reciente It's you: "Oh, mi adorado joven, enséñame cómo amarte, soy una chica lista. Me tienes desvaneciéndome, llorando... cuando estoy sin ti". PJ no teme mostrar sus emociones. Su rostro de niñita desvaída, a pesar de sus 35, contrasta con la dureza de su música. Es entonces cuando el público, quieto mas elevando brazos, gritando, comprendió que la de Harvey es una emoción introspectiva, no explosiva. Unica en su estirpe, PJ no teme ser una creadora al margen de lo fácil, lo vano.
La comunión con el público llegó con Down by the water, del To bring you... Todos corearon la triste historia: "Perdí mi corazón bajo el puente, por esa niña pequeña... Ella decía 'no más'... y se volvió una puta de ojos azules, bajo el agua. Tomé su mano, como si fuera mi hija, no la volví a ver". A partir de ahí, bajo luces rojas, tenues, Harvey y su público roquearon macizo. Primero la pop Good fortune, luego la hard-bluesera y sexual Meet Ze Monsta: "Vaya monstruo, vaya noche, vaya amante, vaya pelea". Punkeó con 50 foot queenie: "Soy una gran reina, nadie me detiene... Repite mi nombre: F, U, y luego C y K". Big exit , del aclamado Stories from the city, stories from the sea (2000) puso a todos locos: fue la más coreada. Cerró su primer bloque con la hermosísima Horses, a sólo voz y piano. Hasta entonces sólo dos veces se ha dirigido al público: "Muchas gracias".
Apenas una hora y se retira. Tarda tanto que parece que no volverá. Los gritos suben y suben. La hacen regresar dos veces, con una amplia sonrisa cada vez. Polly Jean se muestra agradecida, quizá más con el público que con las condiciones. Vienen más temas crudos, potentes, tristes. Cat on the wall, Me-Jane, Is this desire? Le hacen palmas rítmicas; canta casi a capella. Cierra con The darker days of me and him: "Me enseñaste una lección que no quería aprender... Sueño... con un lugar donde no haya ningún hombre... Sin neurosis, ni sicosis, ni sicoanálisis, ni tristeza..." Con esa melancolía, PJ abandona el tinglado, aunque todos quieren más. Un parroquiano, que ya la vio antes en un festival gabacho, apunta: "Es capaz de ser más desgarrada. Pero aun así conmueve".
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