México D.F. Jueves 4 de noviembre de 2004
La fotógrafa Paulina Lavista inaugura
en Casa Lamm su exposición Danza sacra... o profana
El Butoh y la magia de Teotihuacán en imágenes
MERRY MAC MASTERS
Las pirámides de Teotihuacán son un sitio
mágico para Paulina Lavista. Siempre que ha estado allí toma
fotografías muy especiales. En ese lugar conoció y platicó,
en 1973, con el escritor argentino Jorge Luis Borges, de cuyo encuentro
salió una de las imágenes más célebres de Lavista.
De
modo que cuando en mayo de 1981 se le pidió que acompañara
a un grupo japonés de danza Butoh a Teotihuacán, la fotógrafa
aceptó de inmediato.
El grupo Sankai Juku, integrado por su director Ushio
Amagatsu y cuatro bailarines más, había sido invitado a la
versión nueve del Festival Internacional Cervantino. Deseaban ir
a Teotihuacán, pero querían que se registrara su visita.
A cambio de su trabajo, Lavista recibió una ''módica suma"
y allí se quedó todo.
Sin embargo un amigo suyo, el fotógrafo suizo radicado
en México, Tony Kuhn, le aconsejó que trabajara las tomas.
Eso hizo y por primera vez exhibirá la serie, que hoy día
cobra más vigencia que nunca, bajo el nombre de Danza sacra...
o profana, exposición de 24 imágenes en blanco y negro
y dos fototextos consistentes en dos secuencias, que se inaugura hoy a
las 19 horas en la Galería Fotográfica del Centro Cultural
Casa Lamm (Alvaro Obregón 99, colonia Roma).
El catálogo de la muestra fue posible gracias a
un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Su
admiración por Teotihuacán -''lugarsagrado que de alguna
manera ha sido profanado por todos sus visitantes. Los muertos que ahí
reposan a diario son despertados por miles de personas que irrumpen en
la magnífica arquitectura", escribe Lavista- , entonces la llevó
''al azar, a ver qué pasaba".
Recuerda que se citó con los japoneses en un hotel,
donde los esperaba un camión con aire acondicionado que habían
alquilado para este propósito.
En el camino los bailarines se empezaron a maquillar.
El bamboleo del camión, sin embargo, le impidió iniciar el
proceso. Además, sólo llevaba tres rollos y medio, y había
que racionalizar el material.
Al bajarse del camión, Lavista se encontró
con otro problema: los personajes con corte a rape y blanqueados, y el
cielo abierto a plena luz constituía un reto técnico. Luego,
como el grupo no hablaba más que japonés, la ''comunicación"
se dio con base en la ''sensación".
Teatro universal sólo con gestos
Paulina Lavista no se acuerda qué lente utilizó
para hacer las imágenes, pero se supone que fue una normal porque
no están deformadas. Terminado el encargo, la discípula de
Antonio Reynoso se puso a investigar quién era ese grupo y qué
era el Butoh. Así supo que esa danza nació en los años
60 y se consolidó durante las luchas estudiantiles del 68. La idea
era hacer un teatro universal sin palabras, sólo con gestos.
Al
preparar la muestra Lavista sintió mucha satisfacción de
regresar al cuarto oscuro para amplificar las fotografías ella misma,,
aunque ''con la tristeza de que la fotografía tradicional está
dando sus últimas patadas". En realidad, sintió que había
vuelto a tomarlas a la hora de realizar la secuencia ''emocional" de la
muestra.
La entrevistada apunta que ha tomado muchas fotos todavía
sin trabajar, ya que suele desarrollar sus proyectos a lo largo de su vida.
Emprende su quehacer fotográfico a partir del principio de Paul
Valéry de ''transi-clasificar'', es decir, al transitar clasifica
al mundo. Con esa idea ha formado su archivo: ''Paso, veo una foto y luego
uno todas las pequeñas imágenes que me pueden servir para
mis exposiciones''.
A Lavista también se le ha relaciona mucho con
el retrato -su exposición Figuras de la vida cultural de México,
se presenta en Chicago, Estados Unidos- y con el desnudo.
Sin embargo, siempre se ha considerado una fotógrafa
''sin un estilo propio'': ''No me puedo encasillar, porque siempre se me
ocurre otra idea y trabajo de modo distinto. Soy fotógrafa de lo
que veo''.
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