México D.F. Jueves 4 de noviembre de 2004
Seguirán "la política económica,
la defensa de la fe y el apoyo a la democracia en Irak", afirma
Bush se relige con más votos que nadie en la
historia moderna de EU
Kerry promete luchar por todo lo que promovió
en campaña y llama a la unidad nacional
La cifra de demócratas en el Congreso, la más
baja desde 1928; crece mayoría republicana
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 3 de noviembre. Cuatro
años más.
El suspenso con el que culminó la jornada electoral
del martes concluyó esta tarde con el triunfo del presidente, a
pesar de que no todos los votos se han contado en este país. Al
borde de otro fiasco electoral y con un país dividido, el demócrata
John Kerry decidió esta mañana conceder la elección
a George W. Bush, quien permanecerá otro periodo de cuatro años
en la Casa Blanca.
George
W. Bush consiguió el más elevado número de votos que
cualquier otro presidente en la historia moderna, y es el primer mandatario
en 16 años en ganar más de 50 por ciento del voto popular
(el dato preliminar es 51 por ciento contra 48 para Kerry, lo que representa
un margen de aproximadamente 3.5 millones de votos). El voto total hasta
el momento es de más de 59 millones para Bush contra 55.4 millones
para Kerry. Pero su triunfo en la elección fue por superar los 270
votos electorales que se requieren para ganar la elección: 274 contra
252 para Kerry (con dos estados aún pendientes, pero ahora insignificantes).
Ambos políticos convocaron a la unidad patriótica,
se manifestaron por el triunfo de la guerra en Irak y contra el terrorismo,
pero estas palabras cayeron en el vacío en un país que se
mostró fragmentado y enfrentado consigo mismo. "Es hora de superar
la división partidaria", declaró Kerry ante sus simpatizantes
en Boston.
Después de evaluar el mapa electoral y las tendencias
del conteo del voto en la madrugada y el transcurso de esta mañana,
Kerry y su equipo se rindieron. Señalaron que al calcular la situación
en Ohio no había posibilidad de ganar ese estado, por lo que ya
no era factible un triunfo electoral nacional.
Kerry telefoneó a Bush esta mañana para
anunciarle su decisión y a las 15 horas el republicano se presentó
ante sus simpatizantes en el edificio Ronald Reagan, en Washington, para
anunciar su triunfo.
Aunque había cientos de miles de votos aún
sin tabular en Ohio y cientos de miles, y posiblemente más de un
millón, en Florida, y a pesar del compromiso por la campaña
de Kerry de asegurar que cada voto sería contado, los demócratas
concluyeron que no valía la pena cuestionar los resultados y obligar
a una pugna legal que podría durar días y semanas. Una vez
que un candidato declara su derrota y concede la elección en este
país, el conteo final ya no importa. El margen de ventaja en el
voto popular de Bush también fue suficiente como para empañar
las esperanzas de los demócratas.
Bush, acompañado por el vicepresidente Dick Cheney
y las familias de ambos, acudieron a escuchar los coros de "¡cuatro
años más!", "¡cuatro años más!" de sus
simpatizantes. "Los votantes rompieron récords de participación
y entregaron un triunfo histórico", declaró el presidente.
Tras agradecer a su familia, a su equipo político,
y con elogios a "la sabiduría y el honor" de su vicepresidente,
Bush repitió su retórica: "Nuestro pueblo ha restaurado el
vigor de esta economía y demostrado su confianza y paciencia en
un nuevo tipo de guerra. Nuestros militares han llevado justicia al enemigo
y honor a América. Nuestra nación se ha defendido y ha servido
a la libertad de toda la humanidad. Estoy orgulloso de encabezar un país
tan impresionante y de ser su líder para llevarlo adelante. Por
haber hecho el trabajo difícil, estamos entrando a una temporada
de esperanza".
Continuarán, dijo, las políticas económicas
y la defensa de "familia y fe", el apoyo a la "democracia" en Irak y Afganistán.
Apeló a la unidad y pidió el apoyo de los que votaron por
su contrincante para promover una nueva "unidad" en Estados Unidos.
En Boston, poco antes, Kerry instó por la unidad
y "el terreno común". Declaró ante sus simpatizantes que
"es vital que cada voto cuente, y que cada voto sea contado. Pero el resultado
debe ser decidido por los votantes y no por un proceso legal prolongado.
No me daría por vencido en esta lucha si hubiese la posibilidad
de prevalecer", afirmó al anunciar que el conteo en Ohio no les
daría ese estado, y sin ello, era imposible el triunfo a nivel nacional.
Prometió, en términos ambiguos, continuar
la lucha por los temas que promovió en esta elección, e instó
a todos a promover "la unidad" en el país y superar el rencor y
la ira. "En una elección estadunidense no hay perdedores, porque
si tienen éxito o no nuestros candidatos, la mañana siguiente
todos despertamos como estadunidenses. Ese es el gran privilegio y la mejor
gran fortuna que nos puede tocar aquí en la tierra".
Fue su compañero de fórmula quien ofreció
un mensaje más combatiente y apasionado. John Edwards, al presentar
a Kerry en el acto de concesión de la elección, elogió
a los millones que acudieron a las urnas para votar por un cambio de gobierno.
"Esta campaña podría terminar hoy. Pero la batalla por ustedes
y por los estadunidenses que trabajan duro y que construyeron este país
sigue rugiendo. La batalla ruge por el trabajador de fábrica y por
el textilero que dice: 'quiero trabajo'... La batalla sigue rugiendo por
la madre que está sentada en la sala de emergencias con su hija,
preocupada por cómo va a pagar la cuenta. La batalla ruge por el
joven que ha trabajado duro y desea ir a la universidad pero no tiene con
qué pagar. Continúa por ese niño que no entiende por
qué lo tratan diferente sólo por el color de su piel. Y ruge
por esa madre que desea saber por qué fue enviado su hijo para allá,
y que no sabe si regresará a casa. Esta lucha continuará
en nuestros hogares y en nuestros sindicatos, en nuestras iglesias y en
nuestras escuelas, en nuestras oficinas y por Internet".
Pero esta derrota para los demócratas -que incluye
también una consolidación de la mayoría republicana
en las dos cámaras del Congreso-, ya empezó a provocar un
intenso debate dentro del partido y entre sus aliados sobre lo que pasó
y por qué. Habrá los que argumentan que necesitaban posicionarse
más a la derecha, y otros señalarán que es precisamente
el abandono de sus principios y bases progresistas lo que generó
esta derrota.
Por su parte, los republicanos no podían haber
esperado más: no sólo ganaron la elección, si no que
lo hicieron con tal margen y participación que ahora, por primera
vez, el presidente puede declarar que tiene un mandato popular y que la
mayoría de este pueblo endosó las políticas que se
han implementado en estos últimos cuatro años. O sea, el
voto fue por cuatro años de más de lo mismo.
El Poder Legislativo
Los republicanos incrementaron sus mayorías -y
por lo tanto, el control- en las dos cámaras del Congreso. En la
cámara baja, el margen se incrementó, hasta ahora, a por
lo menos 231 contra 201 y en el Senado a 55 contra 44 (hay un independiente).
Esta abrumadora victoria deja a los demócratas con menos legisladores
en la cámara que en ningún otro momento desde 1928, según
expertos. Peor aún para los demócratas, su líder de
bancada en el Senado, Tom Daschle, fue derrotado en una agria batalla.
Es el primer líder de una bancada derrotado desde 1952.
Vale resaltar algunos triunfos en el Senado: el demócrata
Ken Salazar, de Colorado, y el republicano Mel Martínez, de Florida,
se convierten en los primeros senadores latinos que no provienen de Nuevo
México (y los únicos latinos que serán senadores ahora).
El demócrata Obama Barack, de Illinois, ganó y será
el único afroamericano en el Senado, y sólo el tercero de
raza negra que ha llegado a la cámara alta desde la pos guerra civil.
El nuevo poderío republicano en la legislatura
facilitará la promoción de la agenda política de Bush
en su segundo periodo.
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