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México D.F. Miércoles 3 de noviembre de 2004
Néstor Bravo Pérez
Richard Avedon
(1923-2004)
Richard Avedon transitó por la fotografía incursionando por diferentes géneros; en principio se le conoce por su trabajo de moda, una visión delicada en la que establece una relación comparativa entre sus modelos y animales. De este ejercicio hay una fotografía inolvidable de Natasha Kinski con una boa, además realizó retratos políticos y artistas, haciendo alarde de una técnica impecable y un manejo compositivo exquisito, generando imágenes constructoras de glamur y en gran medida de fama. La imagen fotográfica permite establecer una idea de los personajes, es lo que nos acerca a ellos y en el caso de las estrellas de cine funciona como la creadora de sus encantos.
En algún momento Avedon se involucra en un proyecto relacionado con la parte menos vista de Norteamérica o por lo menos con la que Hollywood, el gran aparato propagandístico de los gringos, tiene menos contacto, imágenes que tienen como resultado una profunda reflexión sobre el ser humano mediante el ensalzamiento de sus rostros.
Se trata de un deseo del otro que establece ciertos rasgos de identidad en el amplio espectro que supone la diversidad racial del Estados Unidos. Es una serie de fotografías que tienen un registro amplísimo o quizá sea mejor decir que esta propuesta tiende a observar, desde la imagen, una dimensión del ser humano a partir de perspectivas diversas y complejas, es decir, una inmersión en aspectos de orden sicológico, sociológico, antropológico, familiar, fisiológico, físico y sin embargo la línea que nos orienta más claramente para acercarnos a su trabajo tiene una estrecha relación con el imaginario que este fotógrafo habita.
Para Richard Avedon es claro que existe una proyección de su persona hacia los individuos que retrata; ésta ha sido una de las maneras en como ha definido su trabajo. En la carpeta en que más se nota este posicionamiento es en la serie In the american west realizada de 1979 a 1984.
En este trabajo es su deseo el que se manifiesta en los retratos, una especie de multiplicación de su rostro que realiza por medio de la imagen fotográfica. Para Avedon está claro que las fotografías de las personas que retrata son una opinión elaborada mediante la cámara transformando a los sujetos en personajes realizando un teatro mudo, una escenificación silenciosa. Un drama que articula con la muerte o que recupera el sentimiento de infinitud que conlleva el fin de la existencia, una sensación de vacío en la inmensa pradera del oeste estadunidense, soledad, aislamiento, tristeza reflejadas en la mirada y en el rostro de personajes que están actuando sus biografías, que de algún modo, ante la cámara, sufren una transformación que les permite, de una manera ensimismada y taciturna, dramatizar su existencia por medio de la expresión de su rostro.
Parece que el ser humano del oeste de Estados Unidos es un ente extraño que ha asimilado el carácter del territorio en el que habita, para transformarse en un rasgo de ese paisaje inmenso, lleno de vaguedad y de vacío. En los rostros que fotografía Avedon se observan los rasgos de Norteamérica, agobiada y decrépita, aislada de sí misma, cosmopolita y ociosa. Los rostros que Avedon fotografía son el mapa de un país con ciudadanos agobiados por el desempleo y la pobreza, habitada por vagabundos, mendigos, reclusos. En los rostros que observa Avedon hay una gran desolación; nadie sonríe o, si se quiere, la expresión de alegría en una cara es un rasgo excepcional.
El rostro es capaz de desarticular la intencionalidad que lo observa dando pauta para una nueva significación de sí mismo en una afán de expandir el alcance de la mirada mostrando elementos que en primera instancia pasan desapercibidos; parecería como si tuviera que transitar por el filtro de la cámara, convirtiéndose en retrato, para que el rostro adquiera la posibilidad de enmarcar el espacio infinito que es el ser humano.
El rostro que capta Avedon en esta serie, fundamental en su obra y en la historia del arte, es una proyección de Norteamérica, mueca del hambre, mohín sombrío consecuencia del desempleo. Retratos de mineros, camareras, dependientas, amas de casa, vaqueros, pastores de iglesia, personajes que vienen hacia nosotros mostrando el conflicto existencial que revela la ansiedad en la que habita el gringo promedio contemporáneo.
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