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México D.F. Domingo 24 de octubre de 2004
Robby Krieger y Ray Manzarek vienen a México
con Ian Astbury, quien suple a Morrison
La mitad de Los Doors originales se presentará
hoy en el Auditorio Nacional
CHAVA ROCK
Hoy por la tarde se presenta en el Auditorio Nacional
el grupo The Doors of the 21st Century, dentro de la gira que han emprendido
dos de los integrantes originales: Robby Krieger y Ray Manzarek, al lado
de Ian Astbury, vocalista de The Cult, quien asumió el compromiso
de interpretar los temas clásicos de tan añorada banda.
La planeación de esta serie de conciertos ha sido
polémica porque para algunos es un indicio de que Krieger y Manzarek
están utilizando el nombre del legendario grupo para provocar la
nostalgia de los admiradores y así llenar estadios y arenas; para
muchos de los viejos y jóvenes seguidores de The Doors ésta
será la única oportunidad de ver en directo, si bien en forma
fantástica, algo que los acerque más a la música y
lamentos poéticos del Rey Lagarto, Jim Morrison, fallecido
el 3 de julio de 1971.
Los Doors, los cuatro originales jinetes en la tormenta,
se presentaron por primera y única vez en México los días
28, 29, 30 de junio y 1º de julio de 1969, en el Fórum, escenario
que se ubicaba en Insurgentes Sur y San Antonio.
En
una crónica de Víctor Blanco Labra, publicada en la revista
que entonces dirigía, Pop (No. 39, 1º de agosto de 1969),
detalla aquel primer concierto: "De pronto se hizo la oscuridad completa,
se escuchó la batería de John Densmore (el corazón
nos latía más fuerte y la guitarra de Krieger se afinaba
con el órgano de Manzarek (los nervios se apoderaron del ambiente)
cuando un reflector rojizo iluminó la escena descubriendo a un fulano
de enorme barba y melena ocupando el lugar de Morrison, quien comenzó
a jadear comiéndose casi el micrófono. Era Morrison.
"(...) Con ademanes ridículos, Jim Morrison lee
unas palabras en español y el público le celebra calurosamente
el cotorreo. 'Quiero presentarles a mis músicos -dijo, contoneándose-,
Roberto Krieger en la guitarra, Juan Densmore en la batería y Ray
Manzarek en el órgano... y yo soy... ¡Fidel Castro!' Más
aplausos y ahí empezó a declinar el show (...) Suenan
las notas de Light my fire y todos nos entusiasmamos. ¡Y Morrison
no puede con el paquete! Su voz suena insegura, fingida. Desconcierta a
los otros Doors y la pieza se desploma, se viene abajo arrastrando a las
puertas en su derrumbe. Y al terminar, Morrison y compañía
huyen despavoridos, casi diríamos que avergonzados de la escena".
Bochornosa noche mexicana
El grupo vino a nuestro país en el peor momento
de su carrera, pues a Morrison lo habían detenido y acusado en Miami
de obscenidad y exhibición indecente, por lo que muchas de sus actuaciones
se cancelaron; es dentro de ese marco que aceptan gustosos venir a ofrecer
un concierto que inicialmente sería en la Plaza México. En
esa ocasión el grupo invitó a Jerry Hopkins, reportero de
Rolling Stone, que en el libro Lo esencial del Rey Lagarto,
dedicó dos páginas a la vista de Los Doors a México:
"Recuerdo haber visitado la oficina de los Doors la noche anterior a la
salida programada. Mario Olmos, el promotor del concierto, llegó
a la oficina con un cheque de caja por 20 mil dólares y dijo a Billy
Siddons (representante de la banda) y a otros, que la actuación
no iba a ser en la plaza de toros, sino en un gran club nocturno, comparable
con el Copa de Nueva York o el Hotel Ambassador de Los Angeles. Olmos,
quien iba con Javier Castro, el dueño del Fórum, dijo que
le fue imposible obtener los permisos necesarios. Al igual que en Estados
Unidos, habían tenido lugar desórdenes estudiantiles en la
ciudad de México y el gobierno no quería que se juntaran
demasiados jóvenes en un lugar a la misma hora. The Doors no habían
sido consultados acerca de este cambio, y no les gustó eso".
Cuando llegaron los músicos al Fórum, explica
Hopkins, de una limosina bajó Jim, y de otra el resto de los integrantes:
"Los demás Doors salieron del Cadillac negro y fueron bien recibidos
con gritos de los fanáticos apretujados cerca de la entrada al foro.
Nadie puso demasiada atención cuando Jim salió del auto.
Estaba irreconocible. Se rió brevemente y gritó a los fanáticos,
"¡Hey! ¡Aquí! Denle algo al cantante". Nadie reconocía
a Jim con unos kilos de más y barba abundante.
Más adelante explica: "Cuando salíamos (Jim)
era accesible, amigable, echando mano de su español de secundaria
para comunicarse con fanáticos locales. El día que fuimos
al Museo de Arqueología (Antropología), él se separó
con una joven pelirroja, una mujer estadunidense que era conocida por ser
una de las "groupies presidenciales", una banda de mujeres principalmente
estadunidenses que se habían unido al hijo del Presidente (Alfredo
Díaz Ordaz). Otro día fuimos a un parque donde tocan mariachis
(Garibaldi), Jim y yo nos emborrachamos y pagó una suma extravagante
por una bandeja de servicio para meseros. Y otra noche, mientras regresábamos
al hotel de un club, de nuevo él estaba un poco ebrio y mientras
el chofer aceleraba a una velocidad de 80 en el velocímetro, bajando
a 50 para poder dar vuelta, Jim se asomó fuera de la limosina y
apuntó con su dedo como si fuera una pistola. ¡Andele!, gritaba
en español a la noche: ¡Bang... Bang... Bang! ¡Andele!
¡Andele!". Un bandido cabalgando con el fantasma de Zapata en un
Cadillac por Avenida Revolución en una bochornosa noche mexicana".
Armando Blanco, quien después formó Hip
70, tienda de discos y antro roquero, apunta que el hijo de Díaz
Ordaz, "Alfredo, era el mero chingón, pues era el hijo de Dios,
él se llevó a Los Doors a Los Pinos". El periodista Arturo
Castelazo, que después dirigió la revista Conecte,
recuerda que el grupo ofreció, durante "casi dos horas, un show
muy prendido; primero fue frío por tantos pinches fresas que había,
pero después se calentó". Armando Molina, quien después
fue de los organizadores artísticos del Festival de Avándaro
(Rock y Ruedas, 1971), en ese tiempo tocaba con La Máquina del Sonido,
recuerda el concierto como "malo", y añade que "Jim estaba muy apático.
También la gente, como que no era lo que se esperaba; venía
bien barbón y el lugar era elitista".
Sergio García Michel, videoasta que entonces tenía
21 años de edad, apunta que él fue "de los pocos pobres que
estaban ahí, la entrada costó 150 pesos. Fue un concierto
flojo, incluso hubo personas que lo abuchearon; los niños bien
salieron furiosos porque Morrison se la pasó cheleando, estaba
bien pedo y tuvo una actitud muy despectiva hacia cierto sector
del público, que era un público rosado".
Hoy se presentan a las 19 horas en el Auditorio Nacional
Ray Manzarek, en los teclados, y Robby Krieger, en la guitarra, con dos
músicos de sesión (John Densmore no aceptó involucrarse
en esta gira) y el vocalista Ian Astbury; este último es, para muchos,
el mejor cantante que puede interpretar con respeto las rolas del
Rey Lagarto.
Agradecemos a Jesús Muñoz Olivares Muni
el acceso a su Archivo General de Rocanrol y la información proporcionada.
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