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México D.F. Domingo 24 de octubre de 2004
José Antonio Rojas Nieto
Claroscuros de la desregulación eléctrica
En la más reciente edición de Electric Perspectives, revista de las compañías eléctricas estadunidenses (Edison Electric Institute, www.eei.org) y a la que pertenecen algunas de otros países -CFE incluida-, se presenta una interesante comparación de precios de electricidad en 14 países. Y aunque el ejercicio es un tanto incompleto, pues sólo compara el precio medio que se pagó en abril de 2004, una mediana empresa con demanda promedio de mil kilovatios (KW) y consumo de energía de 450 mil kWh (kilovatios/hora), y no se explicita su distribución en horas de baja o alta demanda del sistema, da una buena idea de los precios internacionales. En este ejercicio, la electricidad más cara se paga en Italia: cerca de 11 centavos de dólar por kWh, y la más barata en Sudáfrica: poco menos de cuatro centavos. Curiosamente, en la mitad de la tabla se encuentran Estados Unidos (7.56 centavos) y el Reino Unido (6.70 centavos).
Los datos públicos de CFE nos demuestran que en México, en abril de este año, este tipo de empresa pagó cerca de siete centavos de dólar, lo que equivale estar a la mitad de la tabla, entre los dos grandes promotores de la privatización. El suministro eléctrico fue más costoso en España, Holanda, Dinamarca, Bélgica y Alemania, donde la generación depende más de combustóleo, diesel, gas natural y carbón. Y más barata en Francia, Finlandia, Suecia, Australia y Canadá, que tienen fuerte componente hidráulico o nuclear.
Algunas características de lo que sucede hoy en estos países pueden encontrarse en el reporte completo al que se hace referencia en la publicación, y que fue elaborado por una firma británica de asesoría (National Utility Services, Inc.,www.nusconsulting.com) la que, por cierto, tuvo la gentileza de enviarme su versión 2004 de lo que -ahora sé- es un estudio comparativo anual (benchmarking, gustan decir). Vale la pena estudiarlo.
En 2004 subieron los precios en nueve países. En cinco bajaron un poco. ƑPor qué? Además de explicar que vivimos una época de altos precios de combustibles, la apretada síntesis de cada país da observaciones ilustrativas. ƑQué pasa hoy en Alemania, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Holanda, Italia, Reino Unido, Sudáfrica y Suecia, naciones que, de una forma o de otra, se han lanzado a la aventura de la desregulación y creación de mercados eléctricos?
Veamos: 1) hay éxitos -expresados en transparencia de costos, baja de precios, calidad de suministro y aceptación social- en Canadá, Dinamarca, Finlandia y Suecia (por cierto, por ahí se habla mucho del éxito de Chile; ya lo veremos); 2) en cambio, en varios países (Alemania, Australia, Estados Unidos, Italia, Reino Unido) se han encontrado manipulaciones de mercado que han elevado precios y exigido reforzar o redefinir la regulación; 3) en no pocos casos los generadores gustan ocultar parte de su capacidad (sobre todo la más barata, con lo que todos se benefician), primordialmente en épocas de mayor demanda; 4) en algunos casos (Bélgica, Estados Unidos y en ciertas regiones de Australia) la desregulación ha tenido experiencias desastrosas y el proyecto general está estancado o, al menos, severamente cuestionado; 5) hay un caso (Australia) en que ha sido necesario favorecer nuevamente la integración vertical de las compañías, a pesar de que según cánones y dogmas, se limita la competencia; 6) en algunos países (Alemania, Bélgica, Dinamarca e Italia) sigue habiendo poca transparencia de costos, sobre todo de transmisión y distribución, lo que encarece electricidad no tanto por la generación, sino por los procesos de transmisión y distribución; 7) hay experiencias (Nordpool, en los países escandinavos, Holanda y otros) que sostienen -aunque todavía no consolidan- el modelo ideal de mercado de futuros de electricidad, entre otras cosas porque experimentan alta volatilidad de precios, en algunas ocasiones propiciadas, sin duda, por los altos precios del crudo, del gas natural y del carbón; 8) en muchos de estos países se empiezan a percibir restricciones ya no sólo de generación, sino de transmisión, lo que ha obligado a una mayor intervención gubernamental, sea para que se le transfiera o, incluso, se le regrese el control de la red eléctrica.
Hay cuatro aspectos muy interesantes: 1) en prácticamente todos los casos hay un aliento decidido a las fuentes renovables: viento, sol y agua, todavía caras y costosas; 2) en varios de ellos se ha reabierto el expediente nuclear; 3) en casi todos los casos se hacen preparativos para cumplir las cuotas de reducción de contaminantes (primordialmente bióxido de azufre y óxidos de nitrógeno) del Protocolo de Kioto, aunque no deja de haber reticencias porque se reconoce que esto puede llevar a una nueva oleada de elevación de precios, como la actual, derivada del alto precio del petróleo, del alto precio del gas natural y -por difícil que parezca- del alto precio del carbón; 4) finalmente, en casi todos se reconoce que ya no será tan fácil -donde aparentemente lo fue- disminuir precios, pues prácticamente todos los elementos críticos anotados exigirán reforzamiento de inversiones, mayor gasto en combustibles y presupuestos complementarios para cubrir las exigencias ambientales que vienen. Es indudable que poco a poco se van evaluando con mayor objetividad éxitos o fracasos de las experiencias internacionales de desregulación. Sólo con mala fe o ignorancia se puede ocultar que hay más dificultades que éxitos, y que éstos exigen regulación, regulación y mucha regulación. De veras. [email protected]
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