México D.F. Jueves 21 de octubre de 2004
Primera de cuatro funciones del montaje Mujeres
de arena en el Teatro La Capilla
Gritos y susurros de las más de 360 mujeres
asesinadas en Juárez
Clamor porque se haga justicia, muchas veces escondida
detrás de la misoginia de la autoridad
Enfasis de cuatro actrices y un músico-cronista
en una tragedia con dimensión nacional
ARTURO JIMENEZ
¿Cuántas muertas son muchas? ¿Cuántas
muertas somos muchas? Una voz en primera persona, muchas voces. Como un
grito o un susurro de las más de 360 mujeres asesinadas y más
de 600 desaparecidas en una década en Ciudad Juárez, la urbe-tumba.
Gritos
y susurros de las madres, de los familiares en busca de los cuerpos torturados,
violados, muertos, cercenados. En busca de la justicia muchas veces escondida
detrás de la misoginia de la autoridad estatal y federal, priísta
o panista.
En Juárez las mujeres tienen miedo, pero el gobierno
hace nada. Allí ser mujer es peligroso.
Nombres. Me llamo Natalia, Micaela, Brenda Berenice, Eréndira
Ivón. Soy mujer, morena, pobre, obrera de maquiladora, migrante,
fui asesinada. Soy más que una estadística.
Poesía del preso de conciencia Antonio Cerezo Contreras.
Como si el desierto/ exigiera tu sangre,/ Lluvia en verano/ para ver flores
en tus cactos.
Un teatro, La Capilla. Una obra, Mujeres de arena.
Cuatro actrices y un músico-cronista, sentados en cinco banquillos.
Un guión que es dramaturgia teatralizada y puede prescindir de la
acción física y de las peripecias, aunque no de las cualidades
de un drama que aquí es pieza trágica, una tragedia nacional.
Soy una madre vacía
Una de las cuatro mujeres, Natalia, que podría
ser el rostro y los ojos oscuros de cualquiera de las otras tres, de cualquiera
de las otras cien o 300, trabajaba, quería estudiar, oía
canciones de Selena.
Las otras gustaban del amanecer, las flores, las ferias,
la música de la radio, cantar, ver la lluvia desde la azotea, tener
novio, escribir en un diario todo su presente y su futuro que ya no pudo
ser.
Todos los días Natalia llegaba a las ocho de la
noche, pero un día horrendo y doloroso hasta el infinito ya no llegó.
Por qué me dejaste hija, por qué te fuiste.
Luego de eso, las burocracias policiaca y política,
el alma insensible de los que no entienden nada y hasta dicen tuvo suerte
señora, de 300 cuerpos, como 70 no han sido identificados, y muchos
más ni siquiera aparecen.
La misoginia, el conservadurismo, intereses oscuros y
oscurecidos relacionados con la industria maquiladora, pero que comienzan
a ser desentrañados.
Que no usen minifalda, que no sean provocativas, que no
salgan en la noche, que no vayan a los salones de baile. Como para que
ellas sean las culpables de sus propias muertes, aunque fueran una niña
de cinco años.
Soy una madre sin su hija. Soy una madre despojada de
su hija. Soy una madre a la que me arrancaron mi hija del jardín
de mi corazón. Mi hija, mi tesoro, mi vida. Soy una madre vacía.
Imaginen un secuestro a cargo de uno, dos, tres hombres
sin nombre, tres hombres impunes, tres hombres de alguno o varios modos
poderosos, tres hombres sin alma ni valores. ¿Quiénes son
ellos? ¿Cómo visten? ¿Dónde viven? ¿Tienen
hijas?
Imaginen el martirio: terror, tortura, violación
y muerte de una y cientos de mujeres de Ciudad Juárez, de Chihuahua,
de México, del mundo.
Las muertas. Quieren un mundo sin nosotras. Las madres.
¡Exigimos respeto, no venimos por estadísticas sino a saber
qué pasa en Ciudad Juárez! ¡Exigimos al gobierno que
detenga los asesinatos ya! ¡Ni una muerta más!
Todas las muertas son una y muchas. Todas son nuestras
hijas. Nunca dejaré de hablar de todas mis cientos de hijas muertas
ni pararé hasta que se haga justicia.
No descansaré en paz hasta que se haga justicia.
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