Javier Oliva Posada

Si las televisoras no regulan sus contenidos...

"Si las televisones no regulan sus contenidos, el gobierno actuará".

Así cabecea sus ocho columnas El País en su edición de ayer domingo 17. La declaración es del jefe de gobierno y secretario general del Partido Socialista Obrero Español, José Luis Rodríguez Zapatero. También, como aquí en México, la televisión privada ha rebasado por mucho los límites del sentido común y el equilibrio en la libertad de expresión y comunicación para convertirse en un verdadero desafío a la cohesión social y a la salvaguarda de los principios y valores de la convivencia y la dignidad del ser humano.

En medio de las actitudes sensacionalistas y de la voracidad mediática persiste la tendencia para hacer de lado a los temas que en serio requieren de atención. Sea por los directamente responsables de este clima de ataques y descalificaciones, así como por la manera en que se aborda la situación política, acudimos de nuevo a una escena donde los papeles son actuados con mínimas variantes, pero con las mismas limitantes que ofrece una obra en la que no hay más objetivo que terminar la representación. Mientras tanto, hay expresiones en otros sistemas políticos que apuntan lo que aquí también es una prioridad.

Las reacciones a procurar un ajuste serio, profesional y de auténtico compromiso en programación y contenidos para fomentar el civismo y la cultura política por parte de los consocios televisivos, planteado por varios legisladores, han sido sepultadas por la penosa situación del asalto a la tribuna de la Cámara de Diputados, la exhibición y transmisión de grabaciones ilegales de llamadas telefónicas.

Del presupuesto asignado al Instituto Federal Electoral, la mitad la ejercen los partidos políticos y de ese porcentaje, poco más de 60 por ciento se destina a publicidad en los medios de comunicación, principalmente la televisión. El repunte de las ganancias netas de la televisión privada en México en año de elecciones federales rebasa por mucho a un año donde no las hay.

Ya se sabe que la mejor inversión es la que se destina a proporcionar mejores condiciones de vida de la población en general; que la primera prioridad en proyectos económicos y programas de gobierno es o debe ser la sociedad. Esto contiene, desde luego, a las fórmulas de convivencia donde los valores, como son la tolerancia y la pluralidad, forman parte de las actitudes cotidianas, es decir, el paso de la teoría a la práctica. La incidencia de los medios de comunicación es indiscutible; su capacidad para incluso modificar el sentido de la realidad no se encuentra en duda o a discusión. Por eso, precisamente, es tan relevante su aportación en la construcción y fortalecimiento de la democracia y la calidad del debate.

Debemos retomar el análisis para valorar las aportaciones y las responsabilidades de los actores políticos, rumbo a un proceso electoral que desde ahora se anuncia polémico. Si las instituciones, sean autoridades electorales o partidos políticos, aportan la consistencia de su proceder, los medios de comunicación, principalmente la televisión, deberán incluir en sus transmisiones los pronunciamientos que, aunque "no vendan", sí demuestren que hay forma, sentido y capacidad para discutir y, sobre todo, para ponerse de acuerdo. Con exaltar la discrepancia, sin más finalidad que crispar los ánimos para captar la atención del espectador, poco, muy poco se estará auspiciando para fomentar el surgimiento de la sociedad mexicana del siglo XXI, vinculada a la equidad de género, de responsabilidad con el medio ambiente, de mejores condiciones de vida, entre otros aspectos.

Estamos frente a una buena oportunidad para retomar el sentido de una polémica dirigida a evaluar los ajustes a la estructura del gobierno y desarrollar las bases de las futuras etapas de la democracia mexicana.

[email protected]