México D.F. Domingo 17 de octubre de 2004
La cancillería española pide explicaciones
a La Habana
Impide Cuba la entrada a la isla de diputado del Partido
Popular
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 16 de octubre. Cuba impidió el
viernes la entrada del diputado español Jorge Moragas, secretario
de Política Internacional del Partido Popular (PP), y de dos diputados
ho-landeses, incidente que choca con el intento de Madrid de normalizar
sus relaciones y las de la Unión Europea (UE) con la isla.
Moragas, "acérrimo enemigo de la revolución
cubana", había viajado ese viernes a La Habana y fue rembarcado
hacia París porque "intentaba ingresar a nuestro territorio fraudulenta
e ilegalmente, bajo el estatus migratorio de turista", informó en
un comunicado la cancillería de la isla.
La cancillería española pidió explicaciones
a la embajadora cubana, Isabel Allende, y lo mismo hará el Ministerio
de Relaciones Exteriores de Holanda por sus parlamentarios Boris Dittrich
(liberal-demócrata) y Kathleen Ferrier (democristiana).
La
decisión cubana tendrá impacto en la UE y afectará
el paulatino acercamiento que operaban los españoles hacia Cuba,
en nombre del bloque comunitario, estiman aquí analistas diplomáticos.
La duda está en la dimensión del golpe, su efecto real y
el tiempo que pueda consumir el control de daños.
El viaje de Moragas siguió al anuncio del embajador
español aquí, Carlos Zaldívar, de que la UE prepara
un inminente cambio de política hacia Cuba que priorice el diálogo
y levante las sanciones diplomáticas que adoptó el bloque
contra la isla el año anterior.
En junio de 2003, tras el encarcelamiento masivo de opositores
y el fusilamiento de tres secuestradores de una lancha, la UE decidió,
entre otras medidas, invitar a líderes opositores a la celebración
de las fiestas nacionales europeas.
Zaldívar hizo el anuncio durante la recepción
que ofreció el martes pasado, sin presencia de autoridades cubanas,
pero frente a decenas de sorprendidos disidentes, que ahí mismo
manifestaron su desacuerdo.
"Esto es todo un éxito" -resumió con ironía
un periodista español-. El gobierno no viene y los disidentes se
van cabreaos".
La inconformidad de los opositores cu-banos encontró
su eco principal en el PP. Moragas anunció a la prensa en Madrid
que viajaría a Cuba para reunirse con disidentes y ofrecerles apoyo.
Esa acción publicitaria fue la clave que detonó
la reacción cubana. "Las actividades que públicamente declararon
como objetivos de su viaje constituyen una violación flagrante de
nuestra soberanía y están previstas y sancionadas en nuestras
leyes. Se trataba de una grosera provocación política contra
Cuba", indicó el comunicado.
Aun con el costo político que tiene, Cuba no vacila
en cerrar las fronteras a quien hace anuncios con el alarde que empleó
Moragas. Ha habido misiones de contacto con la disidencia, no pactadas
con el gobierno, que llegaron silenciosamente a la isla; según su
perfil, en algunos casos salieron sin incidentes, aunque con una advertencia
y en otros se han producido detenciones.
Moragas sabía lo que ocurriría. En julio
pasado, según la cancillería, el diputado vino como turista
y se reunió con opositores, tras lo cual fue advertido por las autoridades
de que no repitiera su experiencia.
Al repetirla y con anuncio previo, Moragas precipitó
un episodio que a corto plazo suma puntos al PP: mostró la dureza
cubana, puso en entredicho a Madrid y arrojó la situación
sobre el debate en la UE.
Ahora el incidente está en un lado de la balanza.
En el otro están los motivos de la UE para levantar las sanciones.
Y es que la réplica de La Habana al castigo fue cerrar las puertas
a los europeos a todo acto oficial, a cualquier entrevista o información
de cualquier tipo, así como rehusar la presencia de autoridades
locales en cualquier acto oficial comunitario.
El resultado ha sido desastroso para los europeos. Sin
interlocución ni del más bajo nivel oficial, la calidad de
sus informes y los alcances de su gestión han caído. Ese
es el efecto que Madrid quiere eliminar.
Zaldívar dijo que la UE seguiría procurando
"favorecer el respeto a los derechos humanos" en Cuba. Ese objetivo, dicen
en privado diplomáticos comunitarios, no tiene por qué implicar
que los opositores acudan a ciertos cocteles.
En sustancia, el gobierno español busca volver
al diálogo y suavizar las relaciones, aunque mantenga sus mismos
objetivos pa-ra Cuba. Quieren recuperar condiciones pa-ra tomar el pulso
del país. El acuerdo "es cuestión de tiempo", dijo Zaldívar.
Ahora la pregunta es si, tras el incidente, se impondrá
el móvil pragmático que anima a Madrid y a parte de la UE
o quedará descarrilado por el escándalo que lo-gren levantar
Moragas, el PP y Holanda.
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