México D.F. Sábado 16 de octubre de 2004
LA OTRA EUROPA
Gloria Muñoz Ramírez
LA VENECIA DE ABAJO se mueve por en- cima de los escaparates internacionales que se empeñan por mostrar al mun-do la ciudad del romanticismo, los canales, las góndolas, el cine y el turismo.
Durante el reciente Festival Internacional de Cine, la otra Venecia inauguró una nueva manera de manifestarse: la ocupación de una playa por cientos de activistas políticos que mostraron paralelamente la cara real de la re-gión de Venetto, y una serie de acciones que conjugaron varias luchas: el rechazo a la guerra en Irak, la denuncia sobre las deplorables condiciones laborales de los trabajadores de la cultura y la situación de los emigrantes, entre otras reivindicaciones.
Los activistas recuperaron una playa ubicada a un lado de Venecia, y desde ahí transmitieron durante 10 días programas en vivo mediante Global Radio y Global TV (dos proyectos de comunicación alternativa y de contrainformación), y construyeron un espacio para debatir y realizar proyecciones de los movimientos. No llegaron las grandes celebridades del espectáculo, pero contaron con la presencia de Naomi Klein y Tim Robbins, y proyectaron las películas The Take (sobre las luchas argentinas) y Embedded (que se refiere al rechazo a la guerra en Irak)
La ocupación fue también una protesta contra la privatización de las playas, pues en Venecia estos espacios están destinados al turismo y los precios son inalcanzables para el ciudadano común y corriente.
El principal objetivo de la acción, cuentan algunos de los participantes, fue experimentar lo que ahora se conoce como Global Beach, que no es otra cosa que conquistar un espacio y, desde ahí, incursionar en el escenario irreal en que se desenvuelve el dinero.
El día de la inauguración de uno de los festivales cinematográficos más fa-mosos del mundo, los activistas de Global Beach, los trabajadores intermitentes del espectáculo de Francia, trabajadores precarios y demás luchadores, invadieron la pasarela de las estrellas. Al día siguiente, bajo los reflectores de todo el mundo, ingresaron a la muestra de cine enfrentándose a la policía, que trató de impedir a toda costa su paso. Con esta acción se consiguió mostrar la otra cara de la cultura, donde hay un trabajo mal pagado, sin garantías sociales ni un sueldo digno.
Al grito de "Libertad, derechos para todos", a los activistas se sumaron posteriormente un grupo de emigrantes, ocupantes de casas y trabajadores irregulares (sin contratos fijos ni prestaciones). Todos y todas invadieron la terraza del superlujoso Hotel Excélsior (sede de las empresas cinematográficas) y desde ahí revindicaron los derechos y la dignidad para todos los seres humanos.
La gente, la de abajo, no rechazó la movilización. La aplaudió a su salida del hotel y marchó con ella por las ca-lles principales del festival. Finalmente, durante la clausura, los activistas advirtieron que no permitirán la próxima realización, en este mismo escenario, de la asamblea de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
"Ante el estupor de todas las estrellas del cine, el mundo de abajo irrumpió en el mundo de arriba para hacerse visible y arruinarle la fiesta", sintetizaron los participantes.
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