México D.F. Jueves 14 de octubre de 2004
ENTREVISTA/JORGE BOLAÑOS, EMBAJADOR
DE CUBA EN MEXICO
Kerry y Bush son lo mismo;abatir la revolución,
su meta
Lamenta la indefinición del democrata respecto
del embargo
El diplomático confía en que la próxima
Asamblea General de la ONU condene de nuevo el bloqueo estadunidense, que
ya lleva 45 años y ha costado a los cubanos 79 mil millones de dólares,
cuando menos
BLANCHE PETRICH
Los niños cubanos que padecen cáncer y reciben
tratamiento de quimioterapia no cuentan con suero sitostático pediátrico
para reducir los efectos colaterales de las radiaciones. Deben tomar un
medicamento para adultos. El laboratorio europeo que lo produce hace negocios
con Estados Unidos, y las leyes del bloqueo comercial le prohíben
vender productos a Cuba.
La
empresa Refractarios Mexicanos decidió dejar de exportar sus ladrillos
para los hornos de cemento de Cuba, porque fue adquirida por la compañía
estadunidense Harbison Walker Refractories, lo que la obligó a cortar
de tajo sus contratos con la isla.
Dos botones de muestra de un bloqueo comercial que perdura
desde hace 45 años y que ha sido sostenido por 10 presidentes estadunidenses.
El embajador de Cuba en México, Jorge Bolaños,
hace cuentas: "Siete de cada 10 cubanos nacieron y viven bajo el régimen
del bloqueo, una medida propia de tiempos de guerra. Cuba calcula conservadoramente
el monto de pérdidas para su economía en 79 mil millones
de dólares".
El diplomático confía en que este 28 de
octubre la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) vuelva a condenar ''por abrumadora mayoría y decimotercer
año consecutivo'' una resolución contra el bloqueo. Recuerda
que este tema de la agenda mundial ilustra claramente el creciente aislamiento
en el que se ha colocado el gobierno de George W. Bush en el asunto cubano.
''El año pasado votaron en favor 179 países,
de un total de 189. Sólo Estados Unidos y sus dos más asiduos
acompañantes, Israel y las Islas Marshal, votaron en contra''. Recuerda
que la primera vez que se sometió a votación esta condena,
en 1992, la asamblea no alcanzó el quórum necesario, ya que
Washington había amenazado a la mayoría de los estados miembros
con "afectar" sus relaciones bilaterales si participaban en la votación.
Pero el segundo año -1993- no sólo se alcanzó
el quórum, sino que se logró la reprobación, con 59
votos. Desde entonces, cada año ha aumentado el caudal de adhesiones.
El diplomático cita un memorándum desclasificado
en 1990 de los Archivos de Seguridad Nacional, del que fuera secretario
de Estado de Dwight Eisenhower, Dewit Maloy, en el que se especifica el
objetivo del bloqueo. Ese texto de 1960 reconoce que para revertir el apoyo
popular a Fidel Castro era necesario quitarle divisas al país, dañar
su economía y provocar el descontento por hambre y desesperación.
Ike prohibió la compra de azúcar cubano, la venta
de refacciones mecánicas y decretó que no se devolvieran
a La Habana los 400 millones de dólares que los funcionarios batistianos
robaron de la reserva federal de la isla. Su sucesor, John Kennedy, dio
carácter extraterritorial a las medidas. Y desde entonces hasta
el actual, George W. Bush, cada uno de los ocupantes de la Casa Blanca,
excepto James Carter, han hecho todo lo posible para endurecer el bloqueo.
"Las premisas que describe Maloy siguen vigentes", señala Bolaños.
Los republicanos Ronald Reagan y los dos Bush fueron quienes
más extremaron la medida. En 1991, con Reagan, empezó a aplicarse
la Ley Torricelli, que prohibió que subsidiarias de empresas estadunidenses
basadas en terceros países vendieran productos a Cuba.
El golpeteo, aun de demócratas
-¿Puede el demócrata John Kerry modificar
esta política después de su discurso del fin de semana en
Miami, en el que acusó a Bush de provocar el mayor aislamiento internacional
por sus medidas contra Cuba?
-Puede proponer otra vía, pero el objetivo es el
mismo. Ha sido muy ambiguo en sus definiciones sobre Cuba. Seguramente
está haciendo una lectura más apropiada del rechazo de la
comunidad cubanoestadunidense de Florida a las medidas de Bush, pero en
el fondo de la cuestión -derrotar la revolución- los dos
son lo mismo.
Bolaños menciona que en 1996, con el demócrata
Bill Clinton en la presidencia, el Congreso aprobó la Ley Helms-Burton,
que establece que un empresario de cualquier nacionalidad que comercie
con Cuba será sujeto a sanciones por los tribunales estadunidenses,
una medida sin precedente en el derecho internacional. Poco después
se le añadió la polémica enmienda 211, que determina
también que cualquier ciudadano y su familia directa -sin importar
su nacionalidad- que invierta en Cuba o acepte inversiones cubanas, no
recibirá visa para viajar a Estados Unidos. Y otra más que
impide a cualquier empresa del mundo que opte por comerciar con Cuba
recurrir a los tribunales estadunidenses a defender el derecho de patente.
Eso permitió que Bacardí usurpara la marca del ron Habana
Club, propiedad de la Pernaud Ricard, y fabrique su propio Habana Club
patito. La marca francesa recurrió a tribunales en Estados
Unidos y perdió el caso, a pesar del apoyo de la Organización
Mundial de Comercio, que considera esta medida como una aberración.
-¿Tiene sentido seguir impulsando esta resolución
en la Asamblea General, si al tiempo que se suman más países
a la condena Estados Unidos endurece el embargo de manera unilateral?
-Es una victoria moral. Sería más grave
si el mundo guardara silencio. Además es un termómetro del
clima favorable que hay en la ONU para Cuba. Incluso en la Comisión
de Derechos Humanos de Ginebra. Cada vez que la Asamblea General elige
a los miembros de la comisión, Cuba obtiene las votaciones más
altas, mientras Estados Unidos no pudo entrar el año pasado porque
no obtuvo los votos necesarios. Es verdad que año con año
perdemos en Ginebra la resolución de condena, pero eso se debe a
los votos comprados de los miembros centroamericanos, países con
desaparecidos, con asesinatos seriales de niños y mujeres, con millones
de inmigrantes en Estados Unidos, que Washington amenaza con expulsar si
no contara con su incondicionalidad.
Algunos efectos
Cuba tiene que pagar 200 mil millones de dólares
anuales de sobreprecio en su factura de fletes marítimos -única
vía comercial, siendo isla-, ya que las leyes del bloqueo prohíben
que cualquier barco que haya atracado en un muelle cubano pueda tocar costas
estadunidenses a menos que hayan pasado seis meses de ''cuarentena''. Las
embajadas cubanas en Suiza y Paraguay no pudieron comprar fotocopiadoras
Xerox para sus oficinas en Zurich y Asunción. No ha podido reparar
90 cajeros automáticos en la isla, ya que la empresa francesa que
se los surtió, Bull, vendió a una compañía
estadunidense los derechos de instalación de las máquinas
en otros países. La empresa sueca Netgiro, que verifica las operaciones
de comercio electrónico de Cubanacán, fue incluida en una
lista negra.
Y más. La Reserva Federal de Estados Unidos multó
con 100 millones de dólares al banco suizo UBSSAG, uno de los mayores,
por enviar dólares a Cuba, con lo que se trata de inhibir a la banca
internacional a operar cuentas de Cuba que manejan los ingresos del turismo,
las tiendas de divisas y otros servicios comerciales con dinero que sirve
para comprar medicinas, alimentos y suministros para las mismas tiendas.
La canadiense MDS Nordion vendió a Cuba equipos radiactivos para
el tratamiento de tumores cancerígenos, y suspendió el contrato
al ser comprada por Varian Medical Systems, de Estados Unidos. Para operar
los equipos hace falta una computadora acoplada, cuya venta a Cuba ha sido
negada por la empresa holandesa Nucleotron, que argumenta que el aparato
tiene algunos componentes de fabricación estadunidense.
La lista es interminable.
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