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Demagogia,
fijar metas sin presupuetos en VIH/sida
¿Cuáles deben ser las prioridades en
el combate al VIH/sida? ¿Se pueden ofrecer medicamentos a quienes
lo padecen sin, al mismo tiempo, destinar fondos para prevenir nuevas infecciones?
¿Puede un programa de salud fijarse metas sin acompañarse
del presupuesto necesario para alcanzarlas? En el siguiente reportaje,
se analizan algunos documentos para tratar de responder a éstas
y otras interrogantes generadas a partir del Proyecto de Presupuesto de
Egresos de la Federación 2005, en el rubro del VIH/sida, enviado
por el Ejecutivo a la Cámara de Diputados.
Por Antonio Medina y Alejandro Brito
Uno de los principales logros alcanzados en el
combate a la epidemia: la cobertura universal de medicamentos utilizados
para tratar el sida, está en riesgo de revertirse. El presupuesto
de egresos de la Federación para el 2005, enviado por el presidente
Vicente Fox a la Cámara de Diputados a principios de septiembre,
sólo contempla continuar dando tratamiento a 70 por ciento de las
personas que lo requieren y deja fuera a los más de dos mil pacientes
que se incorporaron en el 2004 y a los cerca de tres mil nuevos casos esperados
el próximo año. En un documento enviado a los diputados,
el Centro Nacional de Equidad, Género y Salud Reproductiva de la
Secretaría de Salud advierte que los 300 millones de pesos solicitados
para la compra de medicamentos antirretrovirales sólo servirán
"para continuar dando tratamiento a la totalidad de los pacientes con sida
que se incorporaron durante el año 2003. Sin embargo, no así
para continuar el tratamiento de los incorporados en el 2004, así
como tampoco para aquellos nuevos casos de sida que se presenten en el
2005". Y lo que resulta aún más inexplicable es la pírrica
cantidad destinada a prevenir nuevas infecciones por VIH, el presupuesto
sólo contempla destinar 3.2 millones de pesos, la misma cantidad
del año anterior, para la compra de igual número de condones,
pero nada "para el desarrollo de campañas preventivas ni de sensibilización
social en la materia".
El desequilibrio es evidente, mientras que la atención
y el tratamiento de la enfermedad representan 94.6 por ciento del total
de recursos destinados al control de la epidemia, la prevención
sólo representa 1 por ciento de dichos recursos. ¿Con esa
estrategia piensa realmente el gobierno federal que se puede controlar
y aún erradicar la epidemia del VIH/sida como plantea en su Programa
de Acción 2000-2006? ¿Cuánto tiempo soportarán
las finanzas públicas subvencionar los costosos tratamientos antirretrovirales
sin invertir en la prevención de nuevas infecciones? Al parecer,
de nada sirvió el compromiso asumido por el presidente Vicente Fox
con las organizaciones civiles de lucha contra el sida en la reunión
realizada el año pasado, donde, de acuerdo al comunicado de Presidencia
del 26 de noviembre de 2003, el primer mandatario anunció que "se
invertirán 53 millones de pesos a fin de establecer acciones de
prevención en grupos vulnerables".
La brecha entre las metas y los recursos
En la propuesta de presupuesto para el VIH/sida no hay
variaciones, la cantidad solicitada para el 2004 es la misma que se solicita
para el 2005, como si los problemas también se estancaran. De acuerdo
con el proyecto de presupuesto de egresos, la partida presupuestal para
el sida es de 360 millones de pesos (aunque según el documento enviado
a los diputados por el Centro Nacional de Equidad de Género, la
cifra es de 317 millones), pero la cifra mínima necesaria para enfrentar
ese problema rebasaría los 600 millones de pesos. De las 9,152 personas
con sida no derechohabientes que requieren de tratamientos, el proyecto
foxista se propone cubrir sólo a 6,708, que equivalen al 73 por
ciento del total. Y tampoco contempla cubrir a los 2,879 nuevos casos de
sida que se calcula serán diagnosticados el próximo año.
Tan sólo para dotar de tratamientos a estos últimos se necesitaría
una cantidad adicional de 150 millones de pesos. En entrevista con Letra
S, el doctor Jorge Saavedra, titular del Centro Nacional para la Prevención
y Control del Sida (Censida), afirma que para el 2005 se requerirán
554 millones de pesos para cubrir al total de los 12,764 pacientes con
sida no asegurados, cifra que se coloca muy por encima de los 300 millones
solicitados para la compra de medicamentos antirretrovirales. Además,
para cubrir los gastos de las campañas preventivas y de sensibilización
a la población se necesitan al menos 52 millones de pesos más.
Dicha cifra, según informa el doctor Saavedra, responde a las recomendaciones
internacionales que plantean que se debe invertir cuando menos 5,725 pesos
(o su equivalente en dólares) en prevención por año
y por persona infectada.
Las movilizaciones y el cabildeo realizados por activistas
de lucha contra el sida, sumados a las gestiones de diputadas de pasadas
legislaturas, lograron aumentar las partidas del presupuesto federal asignadas
a la atención y al tratamiento de las personas con sida, de tal
manera que, a decir de las autoridades federales, en el 2003 se logró
dotar de medicamentos antirretrovirales a todas las personas que los demandaron.
Sin embargo, este logro se pone en duda cada año, pues el presupuesto
que envía la federación a los legisladores sólo contempla
continuar con la cobertura de los tratamientos asignados y no incluye los
nuevos casos de sida esperados. Así sucedió para el presupuesto
del 2004 y sucederá con el 2005. Los activistas de lucha contra
el sida tienen una ardua tarea de cabildeo para tratar de convencer a los
diputados que al presupuesto original enviado por el Ejecutivo le asignen
partidas adiciones de 254 millones de pesos para tratamientos y 52 millones
para la prevención.
Prevención, el rubro más castigado
En los últimos cinco años, los recursos
federales y estatales destinados al VIH/sida en nuestro país se
han incrementado de manera sostenida, al pasar de 40 millones de pesos
en el 2000 a 600 millones en el 2004, según datos de la Secretaría
de Salud. Pero este aumento ha obedecido sólo a la creciente compra
de medicamentos antirretrovirales, el gasto invertido en prevención
se ha mantenido invariable en lo que va del sexenio foxista. En la investigación
Prioridades
en salud pública y desarrollo: el presupuesto para prevenir, atender
y detener el VIH/sida en México, los autores, Gabriel Lara y
Helena Hofbauer de Fundar, Centro de Análisis e Investigación,
señalan que la prevención ha sido el componente más
castigado en el gasto federal, pues representa tan sólo entre 7
y 2.5 por ciento del total de los recursos destinados al VIH/sida en los
últimos años. "En términos de la propuesta enviada
a la Cámara de Diputados para 2005, este renglón permanece
prácticamente inalterado en 2.6 por ciento del total", advierten.
El Programa de Acción para el VIH/sida de la secretaría
de Salud se propone como meta de este sexenio reducir 15 por ciento la
prevalencia de infecciones entre la población de jóvenes,
con vistas a detener la epidemia del sida en el año 2015. Según
datos del Censida, citados en la investigación de Fundar, la población
de jóvenes de 15 a 24 años tiene 300 millones de relaciones
sexuales al año, pero en ese mismo periodo sólo se distribuyen
85 millones (55 millones por parte del sector público y 30 millones
por medio de la compra-venta privada). Sin embargo, de este número
sólo 10 por ciento se usa para prevenir infecciones de transmisión
sexual y del VIH. Esta perspectiva, sumada a los escasos recursos destinados
a la prevención, evidencia que se está lejos de ofrecer suficientes
condones a ese sector de la población, por no hablar de otras necesidades
de salud y prevención, afirman Lara y Hofbauer. Los autores concluyen
que para alcanzar las metas fijadas en el Programa de Acción, "hace
falta que año con año se destinen recursos adicionales a
la labor de prevención del VIH por parte del gobierno".
Las ventajas de focalizar recursos y esfuerzos
En México, no sólo se invierten pocos recursos
en la prevención del VIH sino que los escasos recursos disponibles
se invierten de manera muy poco eficaz. En contextos de recursos escasos,
instituciones como el Banco Mundial recomiendan focalizar los esfuerzos
preventivos, es decir dirigirlos hacia los sectores de la población
que por sus condiciones de vulnerabilidad están más expuestos
al riesgo de infección. "En primer término, los gobiernos
deben asegurar que los programas tengan una adecuada cobertura para las
personas con mayores probabilidades de contraer el VIH y transmitirlo,
comenzando por aquellas con comportamientos de más alto riesgo,
ya que es la forma más eficiente de proteger a toda la población",
recomienda esa institución financiera en su informe Hacer frente
al Sida. Prioridades de la acción pública ante una epidemia
mundial, avalado por la Organización Panamericana de la Salud.
La prevención dirigida de esa manera, señala el informe,
es la más eficaz en función del costo.
Casi todos los estudios de costo-efectividad o costo-beneficio
en VIH/sida subrayan la eficacia superior de los esfuerzos preventivos
focalizados en las poblaciones en riesgo sobre las no focalizadas. El estudio
Cost-Effectiveness
of HIV Prevention in Developing Countries, de la Universidad de California,
sostiene que es un imperativo de los gobiernos que los fondos disponibles
sean gastados en intervenciones preventivas que sean efectivas en función
de su costo-beneficio. La inversión de recursos en actividades focalizadas
en los grupos de la población con conductas sexuales de alto riesgo
e implementada lo más temprano posible en el desarrollo local de
la epidemia, es más factible que produzcan dramáticas reducciones
en la incidencia del VIH, afirman los autores de esa investigación,
y añaden que incluso ahorran dinero que podría ser utilizado
en otros aspectos de la prevención y atención del VIH. "El
beneficio de la prevención es mayor si el programa es introducido
cuando la prevalencia del VIH permanece baja", concluyen los expertos de
la universidad californiana. Y es precisamente esa la situación
de la epidemia en nuestro país, su baja prevalencia en el conjunto
de la población y su concentración en algunos sectores, colocan
a México en una situación ventajosa para lograr asestarle
un golpe definitivo a la epidemia. Sin embargo, autoridades de todos los
niveles y legisladores de todos las corrientes, con algunas excepciones,
en lugar de tomar en cuenta esta oportunidad, le restan importancia al
problema por las mismas razones: como aún no afecta al conjunto
de la población, no lo consideran un problema de urgente atención.
Y no son pocos los secretarios de Salud estatales, como el de San Luis
Potosí, doctor Fernando toranso Fernández, que no esconden
su homofobia en su negativa a responder de manera eficiente a este problema
de salud, según han denunciado los activistas de esa entidad.
Siguiendo la lógica de las recomendaciones internacionales,
la mayor cantidad de los recursos disponibles para la prevención
deberían dirigirse a apoyar el trabajo de prevención en los
sectores de la población más afectados, que en nuestro país
continúan siendo los hombres con prácticas homosexuales realizadas
en los más diversos contextos. De los casos de VIH/sida trasmitidos
por vía sexual, 62 por ciento corresponde a varones que lo adquirieron
por intercambio sexual con otros varones. Pero se calcula que ese porcentaje
podría ser mayor debido a la negativa de muchos hombres a admitir
sus prácticas homosexuales por el rechazo social y el poderoso estigma
que pesa sobre ese comportamiento sexual.
Si la composición del gasto en prevención
debe corresponderse con el perfil de la epidemia, entonces los fondos disponibles
debieran invertirse prioritariamente en este sector. Pero eso no sucede
así. Los estudios de cuentas nacionales en VIH/sida coordinados
por José Antonio Izazola, director de la Iniciativa Regional sobre
Sida para América Latina, arrojan que del total del gasto en prevención
tan sólo 13 por ciento se dirige a las poblaciones más expuestas
al riesgo de infecciones, y sólo 10 por ciento del gasto en condones
se destina a evitar infecciones entre los hombres con prácticas
homosexuales. Otro sector que debiera ser prioritario para romper la cadena
de infecciones y al que se ha dejado fuera es precisamente la gente portadora
del VIH, para quienes las instituciones que las atienden no han diseñado
políticas de prevención específicas.
No es un problema de recursos, sino de prioridades
El dotar de medicamentos a todas las personas que padecen
sida ha sido un logro alcanzado arduamente luego de duras batallas de los
activistas, y de políticas erráticas por parte de las autoridades
de Salud como la del Fonsida. Sin embargo, si este logro no se acompaña
de logros parecidos en el terreno de la prevención, corre el riesgo
de revertirse. Como señalan Gabriel Lara y Helena Hofbauer en la
investigación antes citada, el reto estriba en que el tratamiento
integral de las personas que viven con VIH/sida se pueda sostener. En el
2002, el costo del tratamiento anual por paciente fue de 51 mil pesos,
sin contar los gastos de hospitalización, pruebas clínicas
y otros estudios. Si el costo de los tratamientos no sufre rebajas y no
disminuyen a la par el número de nuevas infecciones es imposible
pensar que a la larga dicho gasto se pueda mantener. Como afirman los autores
citados, "México se aproximará irremediablemente a un punto
en el cual no haya recursos suficientes para dar tratamiento y medicamentos
a las personas que viven con sida. No se puede pretender seguir aumentando
indefinidamente los recursos necesarios para cubrir la demanda de antirretrovirales
sin llevar a cabo esfuerzos serios para contener la epidemia".
La excusa para no realizar esfuerzos eficientes en la
prevención del VIH siempre ha sido la misma: la falta de recursos
públicos. Pero un análisis detallado de la distribución
del presupuesto federal comprueba que no es un problema de recursos, como
se quiere hacer ver, sino de prioridades. En su investigación Lara
y Hofbauer muestran que si en el año 2003 se hubieran destinado
cien millones de pesos en lugar de los diez millones que se le destinaron
a la prevención, esa cantidad habría significado restarle
apenas 0.6 por ciento a los recursos adicionales que se le dieron a Hacienda
y un uno por ciento de los que se le dieron a Banobras o a la Secretaría
de la Defensa. Como se puede apreciar, concluyen los autores, "reforzar
la prevención del VIH/sida para evitar se generalice la epidemia,
que tarde o temprano afectaría a sectores amplios de la población,
no resulta imposible y sí es prioritario". De esta manera, comentan
a Letra S, se cae en la demagogia al no acompañar a las metas
de los programas, de los presupuesos necesarios para alcanzarlas. |