FINANCIAMIENTO INFORMAL A LAS FAMILIAS | 4
de octubre de 2004 |
La
inoperancia y el alto costo del sistema bancario en el financiamiento
de las familias y las empresas abre cada vez más el espacio a
mercados
paralelos para quienes tienen que cubrir necesidades inmediatas. Uno es
el de las casas de empeño privadas, que proliferan por todo el
país,
operando con tasas de interés próximas al agio y sin
regulación del
gobierno. El desorden institucional en el sistema financiero impide
así
crear formas de impulso al ahorro para profundizar la
movilización de
los recursos.
Ricardo Blanco Velázquez Se han
abierto fuentes
de negocios en el país, entre ellas destacan las que se centran
en los
grupos de la población de menores ingresos. Negocio atractivo:
el
dinero se mueve con rapidez, el riesgo es relativamente bajo y la
supervisión de la autoridad es prácticamente nula. Es un
segmento
paralelo del mercado financiero formal, alejado del encanto de las
convenciones o de los encuentros con la cúpula del poder
político, pero
que crece por todas partes, de la mano de la necesidad de opciones de
financiamiento de poca monta en un mercado con pocas alternativas. Se
trata de las casas de empeño.
La usura es parte esencial de la historia humana. La novedad radica en la forma abierta en que ahora se practica, en la plaza comercial a la que acuden las familias para ir al cine o simplemente a pasar la tarde un domingo cualquiera. Un recorrido por las modernas casas de empeño muestra pequeños locales con un exhibidor protegido por cristales y barras de hierro. Estas instalaciones comenzaron a proliferar en las ciudades medias y grandes, y su crecimiento rebasó cualquier capacidad de supervisión de las autoridades, como ocurrió hace un lustro con la expansión de las cajas de ahorro, que terminó en ocasiones en enormes fraudes contra los depositantes. "No tenemos nada que ver con las casas de empeño; ni las regulamos, tampoco autorizamos su operación ni las supervisamos", expresa Miguel Angel Garza, vicepresidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Algo similar responde la Secretaría de Economía, después de mucha insistencia buscando alguna información. La Procuraduría Federal del Consumidor tampoco tiene reportes sobre las operaciones de estos negocios. La delegación Cuauhtémoc del Distrito Federal carece de datos sobre ellas, aun cuando en esa localidad se asientan más de 50 casas de empeño, reconoce el director jurídico Alonso Rojas. Para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) tampoco parecen existir en términos de su ámbito de responsabilidad administrativa. Sólo en la avenida Cuauhtémoc del Distrito Federal hay media docena de ellas en un tramo menor a tres kilómetros. Existe una Asociación Nacional de Casas de Empeño, que preside José Adame, a quien es imposible localizar en su oficina. "Está de viaje", responde de manera automática Patricia Campos, coordinadora ejecutiva de la organización. Sostiene que los propietarios de casas de empeño están tratando de que las autoridades establezcan algunas normas que regulen las operaciones. Pero hasta ahora ese trabajo ni siquiera se ha iniciado. Aunque las autoridades no las vean ni las oigan, las casas de empeño existen y se multiplican. Se trata de una cadena de establecimientos con dos o tres nombres en común que compiten con instancias con siglos de actividad regulada y no lucrativa, como el Nacional Monte de Piedad y las instituciones de asistencia privada (IAP). "La proliferación de casas de empeño, sobre todo en grandes ciudades, es propiciada por la falta de flexibilidad de la banca tradicional para ofrecer opciones de financiamiento accesible y de rápida resolución", opina Arturo Lomelí, presidente de la privada Asociación Mexicana de Estudios para la Defensa del Consumidor. "Es la población de menos recursos la que debe recurrir al empeño, desprendiéndose de algunos de sus bienes para obtener un préstamo rápido", considera. Lomelí dice que se puede documentar la existencia de al menos 200 casas de empeño sólo en la ciudad de México y la zona metropolitana. Pero considera que hay cientos más que funcionan de manera clandestina "que aparecen de la noche a la mañana". Asegura que "no hay voluntad política por regular este negocio", a pesar de los riesgos para los usuarios. Para el diputado Javier Salinas, del Partido de la Revolución Democrática, la SHCP debería regular la operación de las casas de empeño, pues, de hecho, actúan como intermediarios financieros. Se trata de intermediarios de la necesidad. Las casas de empeño funcionan con nombres como Prendamex, con más de 30 establecimientos en la zona metropolitana de la ciudad de México, Prendalana o Prendamás. Para estas cadenas el negocio es atractivo y sin riesgo. Reciben en garantía alhajas, enseres domésticos y aparatos electrónicos e incluso autos. Lo que sirva para salir de alguna necesidad imperiosa. "Prestan" entre 35 y 40 por ciento del monto de avalúo, el cual, por supuesto, practican ellos mismos. Aquí empieza el negocio. Cobran un interés de entre 10 y 20 por ciento mensual, según el monto del préstamo. Esto da una media de 180 por ciento anual, nivel que multiplica por seis los réditos cobrados en un banco comercial a los usuarios de tarjeta de crédito, el tipo de préstamo más caro de los que ofrece la banca. Los intereses a las casas de empeño deben ser cubiertos cada 30 días. El establecimiento espera máximo tres meses antes de adjudicarse el bien dejado en garantía. Una vez que el dueño de la prenda no logra sostener el paso del pago de intereses, la casa de empeño subasta el bien a un precio igual o más alto del que prestó originalmente y el negocio está en cobrar los intereses o, si se trata de alhajas y joyas, extrae el metal y las piedras. Varios fenómenos sociales han contribuido a la proliferación de las casas de empeño privadas en la última década: el auge de la economía informal, la desocupación y la baja calidad de los empleos con ingresos reducidos. Debido a las condiciones del sistema financiero formal, éste es inaccesible para los estratos de la población con más bajos ingresos o para personas que necesitan liquidez inmediata para cubrir contingencias, ya que en ocasiones es difícil contar con un aval, un colateral o ingresos comprobables que garanticen un crédito por las instituciones financieras. En algunas casas de empeño, en tanto, se reciben, anillos de compromiso, argollas de matrimonio, aretes, libros históricos, muebles de colección y hasta aparatos electrónicos por distintas cantidades de dinero, siempre menor a la que uno supone que podría recibir. En otras, que se pueden contactar solamente vía telefónica o en direcciones de avisos de ocasión que se publican todos los días en periódicos o revistas, se reciben bienes inmuebles, autos de lujo y vehículos de todo tipo. Estos negocios han invadido prácticamente toda la zona metropolitana de la ciudad de México. La geografía del empeño se hace cada vez más abigarrada. Se pueden encontrar casas de empeño caminando por áreas como Cuajimalpa, Xochimilco, San Angel, Pericoapa, Tlalpan y Aragón, así como en municipios conurbados como Tlalnepantla, Perinorte, Nezahuálcoyotl, Ecatepec y Naucalpan. De acuerdo con datos recientes de la Comisión de Economía de la Cámara de Diputados, estos negocios también operan en áreas con actividad agropecuaria. "Desde luego, que los artículos dejados en prenda cambian, en lugar de alhajas son equipamiento agrícola como tractores, cortadoras, cosechadoras, que quedan como garantía"; inclusive, "se sabe del empeño de la cosecha", señala el legislador perredista Javier Salinas. Por lo que respecta, a la ciudad de México, se podría decir que alrededor del Nacional Monte de Piedad existen por lo menos 10 establecimientos que pignoran principalmente joyas de oro, obras de arte, relojes de lujo y muebles de colección. Es decir, sus clientes son selectos, por lo que no cualquiera puede entrar y obtener un préstamo. Según versiones de coyotes entrevistados, "muchas de esas casas de empeño son fantasmas, porque se mueven de un lado a otro sin problema. No sabemos quién las maneja; debe ser gente influyente, para hacer eso", señaló Jacinto. Arturo Ramírez, el vocero del Nacional Monte de Piedad, dijo que les preocupa este tipo de competencia, porque es desleal y atenta contra el patrimonio de las personas de escasos recursos. Muchas pierden sus bienes por los altos intereses que les cobran. Informó que su institución tenía previsto respaldar entre agosto y septiembre a casi un millón de familias en todo el país con apoyos financieros, generando una derrama económica en préstamos por 964 millones de pesos. Agregó que en el país, el Nacional Monte de Piedad en sus 100 sucursales, 96 por ciento de los pignorantes logra recuperar sus pertenencias. Agregó que 85 por ciento empeña alhajas y relojes, 14 por ciento artículos varios y uno por ciento recibe un préstamo prendario por obras de arte y antigüedades. Añadió que el rédito prendario de la institución es a razón de 2 por ciento mensual, y el préstamo que se otorga es a 50 por ciento del valor del bien empeñado. Anualmente otorgan recursos por 5 mil millones de pesos que se contemplan tres ciclos anuales: la cuesta de enero, las "vacaciones de la Semana Mayor y el inicio de clases precisamente entre agosto-septiembre". Informó que a escala nacional existen ocho sucursales donde se reciben automóviles y vehículos de todo tipo. En el valle de México existen tres, una en la avenida de Miguel Angel de Quevedo, en Coyoacán; en la avenida Lorenzo Boturini, colonia Tránsito,y en el centro de Cuautitlán-Izcalli. Sin embargo, hay otras casas de empeño que se anuncian en las secciones de aviso de ocasión de los diarios, donde ofrecen préstamos inmediatos a cambio de automóviles, casas o terrenos. Su reproducción se debe principalmente a que su funcionamiento está perdido en una "laguna" legal, que ni la Secretaría de Hacienda ni la de Economía están interesadas en resolver. Ni la Cámara de Diputados ni la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF), en sus respectivas comisiones de Economía, tienen informes precisos sobre el asunto, aunque algunos de sus integrantes saben que las casas de empeño privadas están haciendo gran negocio con la población de escasos recursos económicos. El diputado Salinas Narváez señaló que existen infinidad de irregularidades con el funcionamiento de estas casas de empeño, ya que "estas sociedades mercantiles han sido beneficiadas con financiamientos oficiales, como ocurre con las Pymes y las Sofoles, por lo que "me atrevería a decir que ésta es una de las causas de su multiplicación nacional". Alertó a las autoridades de Nacional Financiera y de la Secretaría de Economía sobre esta posible irregularidad, pues podría significar violaciones a la ley, ya que ni las cajas de ahorro ni de crédito popular, y por supuesto, las casas de empeño, pueden recibir fondeo de la banca de desarrollo hasta que estén reguladas por las secretarías de Hacienda y de Economía y por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Los usuarios o pignorantes de estos negocios están indefensos, ya que no tienen respaldo o garantía de que pueden recuperar los bienes empeñados. Desde luego, existe una reglamentación en la Ley Federal de Protección al Consumidor, pero es insuficiente. Por su parte, el asambleísta por el Partido Verde Ecologista y presidente de la Comisión de Fomento Económico de la ALDF, Francisco Agundis Arias, señaló que no existe padrón de estas sociedades mercantiles porque "ninguna autoridad se ha interesado; parece que son negocios que esconden una parte oscura del sector empresarial tanto del Distrito Federal como a escala nacional, por lo que no sabemos nada". Inclusive, se esconde esta información que le ha pedido a Jenny Saltiel, titular de la Secretaría de Fomento Económico del Gobierno del DF. Negocio claramente de usura; en su proliferación muestra otra faceta de la pauperización de la economía mexicana, pero que al mismo tiempo ofrece una instantánea de la poca capacidad de respuesta de las autoridades para regular la actividad § |
La práctica del préstamo prendario inició en México en 1775, con la creación del Nacional Monte de Piedad. Fue la primera institución en servir a quienes requerían dinero a cambio de dejar algún bien en garantía de pago. Uno de sus principales objetivos era proporcionar ayuda permanente a las personas necesitadas. En esta primera casa de empeño no se cobraban intereses, y en caso de que el pignorante quisiera donar alguna cantidad, ésta se utilizaba para ayudar a los desvalidos y para la celebración de las misas de los difuntos. Esta forma de empeño poco a poco se convirtió en práctica socorrida. Así surgieron otras casas de préstamos, como el Montepío Luz Saviñón, creado en 1902. Estas tenían los mismos objetivos y hasta la fecha son consideradas instituciones de asistencia privada (IAP). En los últimos años comenzaron a proliferar las casas de empeño, ahora manejadas por particulares, como Prendamex y Prenda Fácil, entre las más conocidas. Los propósitos originales cambiaron a fines completamente lucrativos. Tanto las IAP como las empresas particulares cobran intereses a los pignorantes. La diferencia radica en que las primeras los destinan a la beneficencia, mientras que las segundas buscan dividendos para los socios o el propietario, según el caso. Otro aspecto que las hace diferentes es que las IAP están reguladas desde 1943 por una ley y las particulares, a pesar de ser también consideradas fuentes de financiamiento alternativo, están desreguladas. Su actividad sólo es monitoreada por la Procuraduría Federal del Consumidor y la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros § KARLA
TORRIJOS
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