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México D.F. Lunes 27 de septiembre de 2004
Atanasio, vuelta
Sigue sin resolverse la cuestión de los derechos de apartado
LUMBRERA CHICO
Lo primero que vi ayer al entrar en la Monumental Plaza Muerta (antes México) fue la redonda boca abierta de una señora que bostezaba al salir, mientras abajo en el ruedo José Ortiz, el novillero que causó sensación el domingo pasado, cuadraba a su segundo enemigo, sexto del encierro de San Francisco de Asís, para meterle un espadazo en todo lo alto y hacerlo rodar sin puntilla.
Eso es todo lo que esta anticrónica, en campaña de boicot contra la malhadada gestión empresarial del veterinario Rafael Herrerías, puede decir acerca de la cuarta novillada de la temporada chica del año en curso, donde según las desproporcionadas y exclamatorias descripciones de un locutor de radio, que gritaba más fuerte que los 900 espectadores dispersos en la tribuna, Atanasio Velázquez y Orlando Huerta no estuvieron nada mal, llegando a tal grado de excelsitud que el primero dio vuelta al ruedo con el segundo de su lote, y el segundo del cartel fue sacado a saludar al tercio tras matar al quinto de la tarde.
Me dicen -yo estaba echándome una birria de El Paisa y mirando el partido Pachuca-Veracruz- que novilleros y cuadrillas hicieron el paseíllo mientras del cielo caían ranas, y que apenas llegaron al burladero de matadores, ante nadie en los tendidos, el festejo se suspendió más de media hora, en lo que escampaba y recubrían de arena y aserrín la superficie del ruedo. Pero el verdadero espectáculo estaba en la televisión, donde los Tiburones Rojos, gracias a Cuauhtémoc Blanco, conquistaron el superliderato del torneo, lo que me lleva a dos conclusiones.
La primera es que la mancuerna Blanco-Herrerías reúne a los personajes más antipáticos del futbol y del inframundo taurino. Y la segunda es que, ante el éxito que está logrando en el negocio de las patadas, el cacique de Mixcoac debería dedicarse por completo a ganar dinero con el deporte y dejar de perderlo, con tan sospechosa asiduidad, en la fiesta brava.
Lo que está por verse, en términos antitaurinos -decían mis acompañantes en la famosa birriería-, es quién será el gran triunfador de este año. Los finalistas son el Gobierno del Distrito Federal, por el histórico decreto del 26 de febrero, que expropió en beneficio del público los derechos de apartado, o el multicidado Herrerías que se amparó en contra de esa medida y obstuvo la suspensión provisional de la misma.
Tocará a los jueces decidir quién tiene razón. De acuerdo con un jurista, mientras no se pronuncie el fallo, las cosas quedan como estaban antes del decreto, que por otra parte no ha adquirido el carácter de ley en la medida en que ésta no ha sido publicada como tal en la Gaceta oficial de la Asamblea Legislativa. Pero mientras no haya una decisión, ƑHerrerías se atreverá a sacar a la venta las tarjetas para la temporada 2004-2005? He allí un dilema que sin duda se resolverá en los días venideros.
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