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México D.F. Domingo 26 de septiembre de 2004
Antonio Gershenson
Mentiras y polarización
En las últimas semanas, ha sido especialmente abundante el número de contradicciones entre funcionarios federales, intentos de desmentir lo público, aceptaciones parciales o totales de lo antes desmentido y otras exhibiciones de los nuevos elementos que exhiben la conspiración. El objetivo de la misma sería dejar fuera de las elecciones al posible candidato con mayor nivel de aceptación en todas las encuestas. Decimos nuevos porque hasta hace poco fueron hechos públicos, pero se trata del ya famoso desayuno, en abril pasado en Los Pinos, del Presidente, el procurador y otros funcionarios federales... y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cabeza del Poder Judicial al que se encomienda la parte final de la trama: condenar al actual jefe de Gobierno del Distrito Federal para que no pueda ser candidato.
El que, ante tantas mentiras cada vez más exhibidas, ante la consiguiente pérdida de credibilidad de esos funcionarios federales, es comprensible que éstos se molesten aún más al ver el cumplimiento del último de los 40 puntos del programa con el que este mismo jefe de Gobierno ganó las elecciones en 2000. Y el planteamiento de un programa alternativo de 20 puntos en el que se muestra que sí hay una salida al desastre al que han contribuido a sumir al país sus actuales gobernantes, presentado por quien ya mostró que se podía cumplir, y se hizo, el programa anterior.
De ahí que, al mismo tiempo que se ofrece o se acepta el diálogo, se lancen nuevas agresiones económicas, ya no contra el gobernante del Distrito Federal, sino contra esta entidad completa. Y claro que se insista en dejar fuera de las elecciones al posible ganador de las mismas. Es éste el fondo. Si el veto se lleva a cabo previo desafuero, o si, como dijo hace meses un funcionario de la procuraduría federal, se esperan a que el candidato molesto renuncie a su puesto actual para aceptar la candidatura presidencial, para consignarlo y encarcelarlo, son cuestiones de forma.
ƑQuién se pone, hoy, a ver si estaban bien hechecitos los papeles o documentos con los que fue procesado y encarcelado Francisco I. Madero en 1910 para que no pudiera ser candidato en las elecciones de ese año y pudiera ganar, por enésima vez, Porfirio Díaz? Obviamente, nadie. La gente sabe que encarcelaron a Madero, se impuso Díaz por poco tiempo, y luego estalló la Revolución Mexicana. El ya ex dictador se fue a Europa, lo cual se ha vuelto a poner de moda en algún otro caso.
Es muy saludable que se hagan todos los intentos que sea posible por canalizar políticamente las cosas. Incluso si lo que se gana es un poco de tiempo, pues éste puede ser muy bien aprovechado para posibles inversiones y, en general, para retrasar el caos económico. Pero no deja de estar a la vista que hay quienes no están dispuestos a reconocer su derrota en las elecciones, a tener que ceder el campo a un nuevo proyecto de país, que se inscribiría en cambios que ya se han empezado a dar en otras naciones de América Latina. Por eso se habla de una posible guerra de dos años de aquí a 2006, y de sus probables consecuencias en todos los órdenes.
Hay quienes hablan, asustados, de Venezuela. Lo que debería de asustar de la experiencia venezolana no es el cambio social, sino la enorme polarización que se logró inducir por quienes quisieron, a toda costa, frenar ese cambio. Aunque las condiciones de ambos países tienen diferencias, y las tienen también los proyectos alternos, sí es importante aprender de esa experiencia que debe evitarse una polarización tan grande, incluso dentro de la población. Apenas con la reciente votación en la que se decidió ratificar al gobierno existente, se notó una baja importante en ese nivel de polarización.
Hablando de mentiras, otra que se está derrumbando desde muy pronto es la de los 23 dólares por barril que supuestamente costará, según los tecnócratas, el petróleo mexicano de exportación en 2005. El tal petróleo crudo, al contrario, muestra altos precios dado que la capacidad mundial de producción sigue en su límite, y ahora el precio de la vida real es de 14 dólares por arriba de la "previsión". Los tecnócratas también encogen el porcentaje de desempleados, y también dan su espectáculo del ridículo contradiciéndose con otras cifras oficiales.
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