LA PRUEBA DEL
PRESUPUESTO
Una idea persistente de
la política fiscal que se aplica en México desde hace 15
años es
mantener un reducido déficit (la diferencia entre los ingresos y
los
gastos) del gobierno, medido como proporción del producto
interno bruto
(PIB). Esto se ha hecho a expensas de la capacidad de gasto del sector
público, comprometiendo con ello el financiamiento del
desarrollo
social y de la infraestructura física del país.
La
verdadera prueba de la política fiscal no se ha superado, puesto
que el
resultado contable de las finanzas públicas no ha redundado en
un
aumento significativo de los ingresos del gobierno. Así, la
gestión del
déficit se ha convertido en una práctica árida que
no contribuye con lo
que debería ser su objetivo esencial, que es la promoción
del
crecimiento económico.
Para 2005 se ha
planteado un presupuesto que indica a las claras que los ingresos
caerán, con respecto a 2004, incluyendo los petroleros y los que
provienen de los impuestos. El gasto cae también, pero crece
marginalmente el costo de la deuda, lo que indica las restricciones
financieras que se enfrentan pero, igualmente, las opciones
políticas
que siempre quedan plasmadas en el presupuesto.
La estructura del gasto
para 2005 indica que la mayoría de las partidas corresponden al
rubro
de desarrollo social que se mantendrá esencialmente en el mismo
nivel
de 2004. Una cuarta parte va al capítulo de desarrollo
económico y
prácticamente todos los rubros registran una caída en
comparación con
el actual ejercicio, de manera notoria energía, comunicaciones y
transportes, turismo y los llamados "temas agrarios".
El presupuesto
resulta insuficiente para reponer y garantizar cantidad y calidad de
los servicios públicos para la población. Sin duda,
tampoco contribuye
a recrear la base material del proceso de crecimiento sostenido de la
economía. Un dato ilustrativo es el muy reducido incremento del
gasto
en inversión en el país que, desde la caída
iniciada a mediados de
2000, se ha estancado. Esta circunstancia es una de las más
grandes
restricciones para la expansión del PIB, la generación de
empleo y el
aumento de la productividad con más ingresos para los
trabajadores.
En este contexto
se advierte que las previsiones del crecimiento para 2008 que se hacen
en el plan presupuestal no superan 4 por ciento en promedio anual, una
tasa reducida para las necesidades de esta economía y, por
cierto, muy
por debajo de la expectativa de 7 por ciento. A pesar de ello, se
enfatiza el tema de la estabilidad, con lo que, al parecer,
seguirá la
hasta ahora irreparable tensión entre ella y la expansión §