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México D.F. Sábado 18 de septiembre de 2004

Juan Arturo Brennan

Myriam no es apócrifa

Tenemos una marcada tendencia, perfectamente comprensible, a aferrarnos a todo testimonio escrito que de una u otra manera nos acerque a una mejor comprensión de la historia de la humanidad, su pensamiento, su desarrollo. De ahí nuestra obsesión colectiva con tablillas, rollos, estelas, papiros y pergaminos en los que a lo largo de los siglos han sido consignados muchos de los pilares de nuestro conocimiento y nuestra identidad.

Cuando aparecen nuevas huellas, nuevos documentos que ponen de cabeza y contradicen aquello que dábamos por inamovible, el trauma y la mortificación se hacen patentes. ƑCómo asumir y cómo integrar a la visión cristiana largamente establecida el hecho de que Jesús tuvo a su alrededor a un quinteto de mujeres que formaron su primer círculo de discípulas, y que una de ellas, Myriam, era llamada su hermana, compañera y consorte?

Mientras los ideólogos conservadores se desgarran las vestiduras al grito de ''šapócrifo!, šherético!", los creadores meditan sobre el asunto y lo transforman en intensas obras de expresión personal. Esto es precisamente lo que han hecho la coreógrafa y bailarina Pilar Urreta y el compositor Jorge Torres Sáenz en la obra El evangelio de Myriam o El oráculo y la higuera, presentada en el Teatro de las Artes en el contexto del Festival Música y Escena.

Cinco bailarinas (incluida la propia Pilar Urreta) representan a Myriam y su círculo de compañeras, y reflexionan sobre su identidad y significado mediante una dinámica dancístico-teatral contenida y muy interiorizada, cobijadas por la magistral e inquietante escenografía de Jorge Ballina y la espléndida música de Torres Sáenz, sin duda los elementos destacados de esta obra colectiva.

La partitura escrita por Torres Sáenz para El evangelio de Myriam representa un logro de gran importancia en el ámbito de la música mexicana para la escena. Se trata de una obra caracterizada sobre todo por una enorme riqueza y variedad tímbrica que, aunada a una claridad y transparencia invariables, produce la impresión de un fluir orgánico, de gran continuidad y coherencia.

Entre sus muchas virtudes, esta pieza de música escénica provoca en el oyente atento la inconfundible impresión de sonoridades de otros tiempos, de ámbitos lejanos perfectamente apropiados al tema tratado; sin embargo, esto está logrado no con el subterfugio pentafónico, ni con el arcaísmo pintoresco, ni con el melisma seudomediterráneo, sino con una sutil intuición sonora que rebasa cualquier actitud meramente imitativa.

La orquestación de la obra de Torres Sáenz (tan variada como la de una orquesta sinfónica, pero reducida a proporciones camerísticas) es impecable, caleidoscópica y por momentos profundamente evocativa. Sería posible mencionar numerosas virtudes particulares de esa orquestación; baste destacar, sin embargo, algunos hallazgos especialmente afortunados, como la excelente parte de arpa creada por el compositor, o la improbable pero muy efectiva presencia del acordeón en la orquesta, o la inclusión sutil y dosificada de una voz femenina que funciona al mismo tiempo como una presencia instrumental más y como un refuerzo al contexto femenino (que no feminista) de la obra.

Todas estas cualidades conforman una obra musical de un dramatismo intenso y sostenido, y de una poderosa expresividad que desmiente, una vez más, a quienes afirman (más de obra que de palabra) que los lenguajes sonoros contemporá-neos y la emotividad son incompatibles.

La partitura de Jorge Torres Sáenz para El evangelio de Myriam es de un nivel tal que no me cabe duda de su absoluta viabilidad como obra de concierto, disociada de la componente escénica para la que fue creada. Esta espléndida (y técnicamente exigente) música fue sólidamente interpretada por la Orquesta de Cámara de la Escuela Superior de Música, conducida con vigor, precisión y conocimiento de causa por Roberto Beltrán.

Quienes esperaban escuchar un ensamble de nivel estudiantil se llevaron la sorpresa de encontrar a un conjunto y a un director que a base de trabajo, tesón y la proverbial lucha contra el viento y la marea, han logrado situarse en un respetable nivel profesional.

Doblemente meritorio, además, por el hecho de que dedican la mayor parte de su trabajo a la música contemporánea, y a la música de México.

ƑY esta es la orquesta a la que el Centro Nacional de las Artes ha querido dar con la puerta en las narices y poner de patitas en la calle? Sería un craso error, sin duda.

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