LETRA S
Septiembre 2 de 2004
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Crónica sero

Por Joaquín Hurtado

Querida Gloria: Me excuso de no poder asistir a tu boda. No estoy en condiciones para afrontar a la familia, aunque son muy grandes mis deseos de acompañarte. Estás tan ilusionada, niña mía. A pesar del rumor estúpido, ácido, cruel.

Comenzó con la visita que hiciste a casa de la abuela Gertrudis. Todos en la familia sabemos lo especial que es nuestra mamá grande. Nada de enviarle la invitación por terceras personas. Su orgullo es su perdición. Ella exigió que la visitaras junto con tu prometido. Ya sé, sobrina, por qué le sacabas la vuelta. Ya sabemos cómo es la prima Licha. El caso es que apenas tú y Beto salieron, se desató una tormenta de llamadas telefónicas.

El chisme nos llegó de trasmano, y por lo mismo muy manoseado. Mi hermana Raquel me habló desde Boston para soltarme el alacrán: "Andan diciendo que el prometido de Yoya es gay." "¿Y de dónde sacaron semejante infundio?" No fue difícil rastrear el hilito de ponzoña. Todo porque dijo Gloria que "parecía" que Beto se depilaba las piernas. De inmediato le dije a mi esposa: "Pues será porque el chavo anda en la moda metrosexual, lo que no necesariamente nos dice algo de su sexualidad. Y si así fuera, ¡qué diablos nos importa!"

Yo pensé que sería sólo un chisme de fin de semana, una botana para calmar el hastío de la cotorrona Licha. Pero no. Lo curioso es que hasta al tío Genaro metieron en el cochino enjuague. Ya sé que debes estar abriendo tremendos ojos al leer esto. Pues sí, el mismo Genaro, médico del IMSS, que me agarró a golpes cuando salí la primera vez en la tele. Tú eras muy pequeña, pero igual conoces la historia. En el bautizo de Junior, tu hermano, me reclamó airado por qué andaba poniendo en ridículo "nuestro apellido". Fue después que aparecí en la tele hablando de mi seropositividad. Las mujeres lo detuvieron. Todas me abrazaron, me apoyaron y se ejecutaron al viejo loco. Hace quince años de aquello. Pues del mismo doctor Genaro surgió una llamada para calificar y amenazar tu matrimonio.

Y no sólo eso. Ahora también traen un investigador privado para seguirle la pista al pasado de tu Beto. Seguros de que su sospecha es la verdad, afirman categóricos de que es homosexual, y quieren saber dónde, cómo, cuándo, con cuántos, si paga o cobra, si por delante o por atrás, si ya está sidoso (sic), etcétera. Yo estoy más azorado que tú. Más asustado. Viví en la creencia de que lo mío ya los había vacunado de una vez y para siempre. Que mi infortunio los había preparado para ayudar y ayudarse, y que el maldito prejuicio se había exorcizado. Viví en una fantasía, me duele el desengaño. Me dueles tú, pequeña.

Han pasado los años. Mi cuerpo y mi rostro ya reflejan los estragos de la enfermedad. Gracias a médicos y tratamientos he sobrevivido relativamente saludable. Espiritual, mental y físicamente sano. Pero con todo esto que ha ido creciendo, carcomiendo tu ilusión de novia joven y exquisita, me siento muy enfermo. Ay, sobrina, nomás no se puede con tanta crueldad guardada por años, con tanto ánimo de venganza. Haz caso omiso, sé feliz. Y cuenta conmigo.