México D.F. Jueves 2 de septiembre de 2004
Homenaje al escritor en su 103 aniversario natal
Recuerdan en un libro los años finales de Juan
de la Cabada
CARLOS PAUL
Como un homenaje en el 103 aniversario del natalicio de
Juan de la Cabada (Campeche, 1901-DF, 1986) ayer se presentó, en
la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes, Cosas que dejé
en la lejanía. Memorias de Juan de la Cabada, libro escrito
por la poeta María Angeles Juárez Téllez, quien convivió
con el escritor los últimos tres años de su vida.
El
volumen -que incluye fotografías de Héctor y María
García- es producto de una serie de charlas que De la Cabada tuvo
con Juárez Téllez en distintos sitios como la casa del escritor,
cafés, restaurantes, casas de amigos, en plena calle o en la casa
de la poeta.
''Trabaje con él -comenta María Angeles-
de 1984 a 1986, poco antes de su muerte. Lo que hacíamos era exhumar
periódicos y revistas en las que había escrito Juan; y a
pedacitos o en charlas interminables me iba contando sus andanzas amorosas
y políticas.
''Al dictarme su vida a menudo me recordaba: 'Que no se
te olvide hablar de mis 20 mujeres, sin contar los amores fugaces' o 'No
quiero estar en lo que tú escribas como me ponen en las universidades;
bañadito, peinadito, con ropa apropiada, corbata pulcra, zapatos
lustrosos y con la boca bien cerrada, adornado de una retórica de
acicalamiento feroz; cuando lo que me encanta es hacer uso del lenguaje
que añejo en mi gramática parda; así que tu compromiso
es describir al ilustre animal que soy'.
''En esa ocasión -continúa la escritora-
con su singular humor e irreverencia también me dijo: 'Sí
Señor. Soy el mero mero petatero de los Juanes, imagínate
no más, donquiera me reconocen como Juan Soldado, Juan sin miedo,
Juan Rielero, Juan Pérez o Juan Pueblo, pero si tú quieres,
Juan Tenorio, eso creo que me viste como saco a la medida, qué más
da. De todos modos Juan te llamas'."
Este libro, explica Juárez Téllez, ''es
un coqueteo entre un anecdotario y una biografía. No es una historia
lineal.
''A manera de conversaciones, se deja testimonio de su
infancia, sus amores, sus cuestionamientos políticos y sus quehaceres
literarios o narrativos.
De la Cabada era un ser comprometido con las causas sociales,
pero también ''era un hombre irremediable, capaz de muchas cosas,
como el de inventarse él mismo una y otra vez, hasta fabricar un
mito a su talla, que me quede a la medida, decía.
''El, por ejemplo, tienen tres fechas de nacimiento: 1901,
1902 y 1903. La que me regalo fue la de 1901, aunque su esposa me decía,
quítale eso, no es cierto, es más viejo.
''Pero Juan nunca quería ser viejo, sino eternamente
joven. Todavía en el hospital antes de entrar en coma -rememora
Juárez Téllez- había una enfermera que lo cuidaba,
con unos pechos prominentes, a la que le dijo: 'sabes lo que más
me gusta de la gallina: la pechuga'; y creo que a las cuatro o cinco horas
murió. Nunca perdió el encanto por la vida."
Entre otras importantes actividades en México,
fue fundador de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, participó
en el Taller de Gráfica Popular con los grabadores y muralistas
Leopoldo Méndez y Alfredo Zalce, entre muchos otros.
Hizo posible la circulación de El Machete,
órgano del Partido Comunista Mexicano y pasado el tiempo se postuló
a diputado por el Partido Socialista Unificado de México.
En Cosas que dejé en la lejanía,
Juan de la Cabada rememora su intensa vida erótica y la amistad
con personajes como Tina Modotti, Benita Galeana, David Alfaro Siqueiros,
Diego Rivera y Ermilo Abreu Gómez, entre otros.
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