México D.F. Jueves 2 de septiembre de 2004
"El diálogo no será posible si
prevalecen amenazas"
El Presidente se extravió en una inexistente
supremacía, dice el PRD
RENATO DAVALOS
En la tribuna de San Lázaro, el coordinador senatorial
perredista, Jesús Ortega, definió los cuatro años
de gobierno del presidente Vicente Fox: "se le encomendó conducir
el cambio, pero vemos a un hombre resignado a tripular penosamente la anacrónica
y obsoleta institucionalidad del viejo régimen. De esas añejas
formas pretende conservar la más nefasta y la más simbólica
del presidencialismo autoritario, es decir, designar a su sucesor, no en
la soledad de palacio sino acompañado en la cabaña".
En
nombre del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Ortega
Martínez se refirió también al estado de excepción
que vivió ayer el recinto parlamentario y la circunstancia de campo
de concentración en que fue transformado el Congreso.
También criticó que Fox se haya resistido
por cuarto año consecutivo a modificar la estructura en que se presenta
el Informe. ''Arrastrando sus despojos y como nunca enseñando sus
miserias, el nocivo presidencialismo se recrea como caricatura'', indicó.
En alusión a la reforma del país, Ortega
dijo que "en materia económica sólo ha continuado una política
de aumento y de creación de impuestos. En el ámbito energético,
Fox sólo comprometió la privatización de estos recursos.
En un arrebato modificó dos artículos de la Ley del Seguro
Social que lesionan los derechos de los trabajadores''.
Ortega hizo frente a tres silbatinas y gritos de la bancada
panista. Una de ellas cuando hizo referencia a que el Presidente no combatió
la corrupción. ''Bejarano, Bejarano'', fue el coro albiazul.
El legislador perredista se refería a los casos de la Lotería
Nacional, al turbio acuerdo del IPAB, al grave caso de Acerca en el campo,
a los genocidas que gozan de protección y a los asesinos de mujeres.
En el momento en el que el senador perredista hizo alusión
a las pretensiones sucesorias foxistas, en el recinto se escuchó:
''Tlaxcala, Tlaxcala''.
El intento de desaforar al jefe de Gobierno del Distrito
Federal, Andrés Manuel López Obrador, añadió
Ortega, coloca al país en un dilema político fundamental:
consentir la regresión autoritaria, encubierta en una hipócrita
defensa de la ley, o continuar el rumbo de la transición. ''Chávez,
Chávez'', gritaron los panistas.
En lugar de explorar nuevos mecanismos políticos,
dijo Ortega, el Ejecutivo se entrampó en una inercia conservadora.
En lugar de practicar una nueva gobernabilidad, el Presidente se repitió
en pueril conflicto de autoridad, se extravió en una inexistente
supremacía y se confrontó una y otra vez con el Congreso.
Ortega Martínez planteó que el diálogo
no será posible si en lugar de propuestas prevalecen las amenazas,
y si en lugar de conciliar se busca confrontar o si en lugar de que impere
la equidad y la justicia se privilegia el uso faccioso del poder.
La sociedad, resumió, no puede esperar ya, y menos
a que el Presidente se decida a comportarse como hombre de Estado; el Congreso,
advirtió, tiene facultades constitucionales para dar los pasos necesarios
que construyan la nueva gobernabilidad.
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