México D.F. Lunes 23 de agosto de 2004
La incorporación de la mujer al mercado laboral, principal motivo de las rupturas
En México se duplicó el número de divorcios de los años 70 a la fecha
Para que un matrimonio dure, además de amor, debe haber comunicación, compromiso y respeto, afirma experta Los hombres, más reacios a separarse, indican estudios globales
CAROLINA GOMEZ MENA
Se juran que es para toda la vida, pero en realidad esa promesa es cada vez más violentada, ya que para muchos ese para siempre sólo se traduce en poco menos de un lustro. Los divorcios y las separaciones son ahora mucho más frecuentes que antaño, tanto así que en México de la década de los 70 a la fecha estas rupturas se han duplicado; y en Estados Unidos actualmente sólo 3 de cada 10 parejas que se casan pueden aspirar a permanecer incondicionales a su promesa.
La ecuación es simple: al paso de las jornadas, las razones para poner fin a ese vínculo empiezan a sobrar, y entre las más frecuentes están los problemas económicos, las expectativas que nunca se llenan, el desorden de ella o de él, las diferencias en la crianza de los hijos, la violencia familiar, el cambio de valores, la pérdida de la exclusividad sexual, creer que con el otro se cubrirán carencias que sólo uno puede superar, pero sobre todo, el manejo del tiempo libre, la parentela de él o de ella, y en el caso de la mujer es la "insatisfacción afectiva".
En México no existen cifras certeras sobre este fenómeno -pues muchos esposos ponen punto final a su relación sólo de manera verbal, y no la formalizan ante los juzgados-, pero datos del Consejo Nacional de Población (Conapo) apuntan a que los hogares monoparentales encabezados por mujeres divorciadas durante los pasados 30 años aumentó de 36.1 por ciento a 40. 3 por ciento.
Pero cabe resaltar que no todas los matrimonios tienen hijos, por lo tanto luego de roto el vínculo no quedan hogares, y en este sentido el Conapo refiere que el porcentaje de mujeres alguna vez unidas que están separadas o divorciadas se duplicó desde 1970, al pasar de 4.1 por ciento a 8.2 por ciento, mientras que en hombres experimentó el mismo aumento, ya que pasó de 1.8 a 3.6 por ciento.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) por cada 13 matrimonios se concreta una disolución y la mayor parte de las causales aludidas fueron el abandono de hogar, con 12 por ciento; separación conyugal, 11 por ciento; maltrato, 2.6 por ciento; 1.8 por negativa a contribuir al sostenimiento del hogar, uno por ciento infidelidad y 0.5 por ciento incompatibilidad.
De acuerdo con Lilia Joya Laureano, secretaria técnica de la división de estudios profesionales de la Facultad de Psicología de la UNAM en Estados Unidos, el aumento de los divorcios ha sido sostenido. "En 1890 sólo 10 por ciento de los enlaces acaban en divorcios; en 1920, 18 por ciento; en 1950 ya eran 30 por ciento, en 1970 casi la mitad de los matrimonios seguían esa ruta y para finales de los 90 la posibilidad de acabar en divorcio se elevó a 67 por ciento."
En entrevista con este diario Joya Laureano expuso que pese a esta aparente crisis matrimonial, estudios apuntan a que a las uniones libres tiende a irles peor, porque se rompen con mayor facilidad y apuntó que son dos los momentos en los que los matrimonios tienden más a disolverse: "durante los primeros cinco años de vida marital, que es una etapa de adaptación y que suele desestabilizarse con la llegada de los hijos, y el otro se da cuando los hijos dejan la casa, y ambos se dan cuenta que la relación estuvo siempre triangulada por éstos, y de un día para otro se dan cuenta de que con el (la) que viven es un desconocido(a)".
Para la experta, y sin ánimo de fustigar la incorporación de la mujer al ámbito laboral, éste ha sido uno de los cambios que más ha incidido en las rupturas, aunado con los cambios en la esfera religiosa, lo que da por resultado que cuando ella tiene forma de sostener económicamente el hogar entiende que "ya no tiene por qué seguir cargando la cruz que le tocó".
De hecho, sondeos a nivel global indican que casi 70 por ciento de las uniones llegan a su término por decisión femenina. Y es que aunque parezca paradójico "son los hombres los que resultan más satisfechos con el matrimonio pese a que en primera instancia son los que más se resisten a casarse, luego son los más reacios a terminar el vínculo, porque por lo general a ellos les da estatus de responsable, por ejemplo, en el mercado laboral, y en muchas ocasiones les brinda una asistente bajo contrato".
En opinión de Rolando Díaz Loving, académico de la Facultad de Psicología, las esposas puede perdonar casi todo, inclusive la infidelidad carnal, pero nunca la falta de amor o que en algún desliz amoroso hubiera siquiera un asomo de sentimiento.
Las razones de ellos para terminar, por lo general, son económicas, la falta de atención por parte de la esposa, y lo que los frena son los hijos y la pérdida de estatus.
Para Joya la "figura del matrimonio por amor" ha hecho algo de daño a esta institución porque, en especial las mujeres tienden a esperar que él "llene todos los huecos afectivos, y se demanda tanto que viene la frustración".
Para la experta, para lograr un matrimonio duradero "el amor no es suficiente, porque se puede amar mucho a un alcohólico, pero en cinco años se puede estar harta de él; lo que se requiere es respeto, comunicación y por sobre todo compromiso".
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