México D.F. Miércoles 18 de agosto de 2004
Néstor Bravo Pérez
Antes del corte
Los medios electrónicos han permitido que las cosas del mundo se acerquen -aproximan las cosas a un amplio sector de la población- permitiendo que la información se haga más colectiva y de acceso rápido, pero también se han convertido en una extensión de nuestro cuerpo, hemos puesto nuestros sistemas nerviosos centrales fuera de nosotros, en la tecnología. La televisión es una de nuestras terminales nerviosas que nos conecta con la realidad.
El arte actual ha hecho lo posible por acercarse a este medio y explotar los recursos a su alcance, digamos que en la necesidad de enfrentarse a la vida lleva a los artistas a encontrar en soportes como la televisión un recurso viable para allegarse a un gran sector de la población. Ampliar su espacio de influencia es una de las preocupaciones del ''arte público"
Sin embargo, no sabemos como funciona la televisión, ignoramos mucho, o todo, sobre los medios masivos. En este sentido, me parece importante observar con más detenimiento lo que nos están transmitiendo por la pantalla chica. Estamos viviendo, gracias a los alcances de las tecnologías (en su avance y desarrollo) de medios, como una sociedad del espectáculo ávida de consumo.
En la Bienal de La Habana pasada se mostró un simulacro de telenovela como parte del muestrario de trabajos. Recuperar los discursos telenoveleros con afanes artísticos resultaba por lo menos curioso. Era difícil establecer un acercamiento a este tipo de propuestas sin que dejara de verse toda la carga ideológica que está detrás de las tramas por las que transitan personajes irreales e insulsos, de ahí puede surgir la posibilidad de observar, en una versión actualizada y nacional, de que veamos a Rubí o a La Mujer de Arena en una inauguración del Carrillo Gil o del Museo Tamayo, o ya entrados en sofisticaciones posmodernas, los personajes de tan ilustres historias podrían inscribirse en cursos de estética o crítica del arte en el Museo Guggenheim de Nueva York.
La relación entre arte y vida hace que la producción artística se acerque al espectáculo y por supuesto que con la entrada de María la del barrio a una galería como PS 1 muchos de los pobladores de este país desinteresado por el arte comprendan y conozcan obras que jamás en su vida irían a ver a un espacio de exposiciones.
La capacidad de comunicar para el hombre es un elemento fundamental que le permite establecer su ser en el mundo, es decir, su supervivencia. Capacidad innata que normalmente nos hace aptos para distinguir lo que observamos en nuestro medio ambiente inmediato y otorgarle significación, para darle sentido a las representaciones que nos hacemos de él, y construir nuestras imágenes mentales del mundo.
Me parece importante reconocer que cuando observamos un hecho en la televisión no necesariamente lo entendemos, de la misma manera, cuando nos muestran un acontecimiento no necesariamente nos lo están explicando.
Mucha de la información que asimilamos vía televisión es asumida como irrefutable aunque sospechemos que se trata de una mentira precisa. La imagen televisiva explota nuestra necesidad de acallar nuestra impotencia, sublimamos nuestra impotencia cuando nos acercamos a la pantalla, impotencia frente a la realidad y sus avatares.
Algo sucedió en 1940 cuando Mickey Mouse saludó al director de orquesta Leopold Stokowsky en la película de Walt Disney Fantasía, en ese momento, para teóricos como Robert Hughes, se creó un nuevo paradigma o por lo menos estábamos en presencia del surgimiento de la posmodernidad.
Esa mezcla de ficción y realidad como en su momento fue la proyección del Ferrocarril llegando a la estación inició una nueva forma de ver el mundo. Puede resultar paradójico. En la búsqueda de estrategias que nos permitan acercarnos de manera más eficiente y rápida a la realidad nos llevan a alejarnos.
En lo inmediato del momento decisivo transmitido por medios electrónicos hay una puesta en escena, una negación del fluido continuo de ''lo real", de los hechos, en un juego continuo de exhibición y ocultamiento, en una estrategia de representación que se ha convertido en algo fundamental en la vida del ser humano.
La tecnología está entrelazada con nuestros nervios de una manera que subsume el criticismo en la distracción.
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