México D.F. Miércoles 18 de agosto de 2004
La maldita pintura, nueva obra del ensayista
publicada por Ediciones Era
Se ha perdido la idea romántica de ser pintor:
Héctor Manjarrez
Propone el autor una visión irónica de
la descomposición del actual mundo del arte
Casi 80 páginas la convierten en una ''nanonovela,
en el sentido de lo diminuto''
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
Adiós a la idea romántica de la pintura.
Bienvenidos el arte como posibilidad de locura y la descomposición
de la pintura que convierte un acto de creación en mero producto
comercial.
Esos
son los puntos de partida para Héctor Manjarrez en su nueva novela
La maldita pintura, publicada por Era, en la que presenta de manera
irónica el mundo del arte en nuestros días.
''No sé cómo comenzó este libro,
si fue a partir del personaje del pintor joven, Seix, o de una serie de
preguntas que me estaba haciendo de qué es el arte, cómo
es el arte pictórico en esta época, cómo cuesta tanto
pintar, crear una obra, tener una propuesta y que después se convierta
en un objeto que cuesta millones de dólares'', expresa en entrevista
con La Jornada.
Está el ejemplo de Van Gogh, quien nunca vendió
un cuadro en vida pero ahora ''un grupo de plutócratas japoneses
compra una de sus obras en millones y millones de dólares para ponerla
en la entrada de sus oficinas".
Objeto de lujo
Existen muchos pintores que desde el principio de su carrera
ven en su arte una mercancía; otros no comenzaron así, pensaban
en ampliar los márgenes de la pintura o la escultura y de repente
se encontraron que estas cosas que tanto les costó hacer les daban,
en vida, un montón de plata, dice Manjarrez (DF, 1945) autor de
las novelas Pasaban en silencio nuestros dioses y Rainey, el
asesino, entre otras.
''Debe ser padrísimo ser pintor, pero no ahora
por la mercantilización del arte. Los pintores están en un
problema muy serio, desde que empiezan no pueden dejar de pensar en que
existe un horizonte en el que se hacen famosos y ganan mucho dinero; eso
no sucede con escultores, músicos o escritores.''
Ningún escritor va a ganar lo que un pintor con
una sola de sus obras. Lo que sucede con la pintura es interesante porque
es la rama del arte que más dinero capta, pero se ha perdido la
idea romántica de ser pintor, y esto debe analizarse, agrega el
poeta y ensayista.
''Todavía en los años 50 o 60, es decir,
en lo que se muda el centro del arte de París a Nueva York, los
pintores eran unos zarrapastrosos que pintaban en cuchitriles y soñaban
con exponer algún día.
''De repente la pintura se empezó a convertir en
objeto de lujo, ya no la compraban sólo familias sino empresas y
museos.
''El hecho de que empezara a haber museos de arte moderno,
desde el MOMA de Nueva York, que fue el primero, y se comenzara a comprar
cuadros de pintores en vida, eso inició el asunto de la pintura
como mercancía."
En casi 80 páginas, que la convierten en una ''nanonovela,
en el sentido de diminuto", el autor refleja la descomposición del
arte y la de los personajes -Una, Dos, Tres, Cuatro y Cinco y Seix, el
pintor joven- que se involucran en un acto de locura.
Tratar de marcar la frontera entre arte y locura, señala
Manjarrez, es como intentar establecer hasta qué punto el amor es
locura o la locura es amor.
"Arte y amor son dos posibilidades de estar loco felizmente,
o a veces infelizmente sobre todo en la tradición romántica.
Es como dicen los argentinos: si uno no sufre, no es de verdad".
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