México D.F. Lunes 16 de agosto de 2004
Mijares Bracho, Arañó, Gómez-Palacio
y Flores Marini opinan sobre el tema
La arquitectura es vista en México más
como lujo que como factor de identidad
Nuestras ciudades, sin ''calidad estética''
El decaimiento en las construcciones, paralelo a la masificación,
indican Sólo en 20 por ciento de la obra pública intervienen
especialistas
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La
arquitectura en México es considerada más un lujo que un
elemento para reforzar la identidad cultural, y enfrenta varios problemas,
como el exceso de egresados, la falta de una tradición de concursos
para realizar arquitectura pública, y la construcción masiva
de edificios destinados a la vivienda sin un mínimo de calidad estética.
Estas son valoraciones de cuatro reconocidos arquitectos
mexicanos: Carlos Mijares Bracho, Axel Arañó, Gonzalo Gómez-Palacio
y Carlos Flores Marini, quienes participan en la muestra Espacios de
creación, que se inauguró en la Facultad de Arquitectura
de la UNAM.
Mijares Bracho señala que uno de los principales
problemas en México y en el mundo es que no existe una conciencia
clara de que ''la arquitectura hace ciudad. En el último medio siglo
la arquitectura se ha preocupado más por el objeto que por la relación
con los demás, con los otros objetos. No se ha hecho ciudad, una
ciudad identificable y estimulante que sea al mismo tiempo una ciudad contemporánea".
Por el contrario, agrega en entrevista con La Jornada,
las ciudades contemporáneas están llenas de problemas de
todo tipo: viales, arquitectónicos, espaciales, de falta de lugares
de reunión... Esto, en ocasiones, ha tratado de resolverse y se
ha logrado, aunque parcialmente.
Mientras no se reconozca a la arquitectura como factor
indispensable en la hechura de las ciudades, siempre estará relegada,
señala a su vez Carlos Flores Marini, quien subraya que en este
momento la construcción masiva de vivienda ''está llenando
las ciudades de horrores al carecer de un mínimo de calidad estética''.
Las grandes muestras de la arquitectura del pasado y del
presente ''quedan como hito dentro de la ciudad, pero esto debería
de ser complementado con una buena arquitectura como hubo hasta los años
50 o 60. El decaimiento arquitectónico ha venido con la masificación''.
Además,
el decaimiento arquitectónico: "tenemos más de 150 escuelas
de arquitectura, son demasiadas. Eso va en detrimento muy fuerte de la
calidad de los que están saliendo y los pocos buenos enfrentan una
competencia realmente desmedida".
A esto hay que agregar que, de acuerdo con encuestas,
"menos de 20 por ciento de lo que se hace de obra pública cae en
manos de arquitectos. Son los maestros de obras y otras personas las que
hacen las construcciones en la ciudad y el resultado es la mediocrización
de las ciudades''.
Más que mármoles caros
En este punto Gonzalo Gómez-Palacio, curador de
Espacios de creación, tiene otra perspectiva en relación
con la calidad de los egresados: "Somos miles de arquitectos y muy buenos.
De las universidades están egresando magníficos jóvenes
arquitectos'', pero la situación se complica ''porque la gente piensa
que por el hecho de contratar a un arquitecto sus costos van a aumentar
estratosféricamente y eso no es cierto. Contratar a un profesional
no implica que gaste en mármoles caros y cosas por el estilo''.
Existe una cuestión más que pocas veces
se relaciona con la arquitectura: la llegada de recursos del extranjero
por parte de inmigrantes.
Del enorme flujo de dinero que entra de Estados Unidos,
subraya Flores Marini, una parte es destinada a la comida, la compra de
ropa y los estudios, pero otra parte va en primer lugar a las iglesias
y después a modificar la arquitectura tradicional.
''La mayoría de los inmigrantes vive en el sur
de Estados Unidos, donde la arquitectura es malísima y se acostumbra
construir cajas de zapatos con agujeros; creen que eso es lo que deben
hacer en sus pueblos; esto provoca la destrucción de la identidad
cultural y hay estados que han sido realmente devastados'', sobre todo
aquellos con mayor porcentaje de migración: Michoacán, Guanajuato
o Oaxaca.
En estos lugares ''se han perdido las características
regionales de la arquitectura y nadie hace nada''. En este caso el artículo
115 constitucional, referente a la autonomía de los municipios,
debería convertirse en una herramienta que permitiera la elaboración
de una legislación mínima en las ciudades.
''Que el Instituto Nacional de Antropología e Historia
distinga a algunos poblados declarándolos zonas de monumentos no
impide la destrucción, porque no tienen un vigilante en cada ciudad.
Algunas grandes ciudades se protegen, pero las medianas y pequeñas
se están destruyendo de forma impresionante. Se cuida mucho lo que
son los centros históricos, pero no lo que hay en los alrededores;
se está perdiendo muchísimo y no hay una legislación
municipal o estatal, y la federal poco puede hacer para estar al pendiente
de lo que está sucediendo.''
Concursos para elevar el nivel
Axel Arañó propone ''fomentar una cultura
de concursos en la administración pública, ya que eso elevaría
mucho el nivel de arquitectura. Al hablar de la arquitectura pública
no es en cuanto a lo estético, sino a lo utilitario, a resolver
las necesidades que se plantean en los edificios y garantizar su durabilidad
a través del tiempo. Hace falta revertir el déficit que existe
en cuanto a la obra social: hacen falta instalaciones deportivas, asilos,
prisiones, poner atención a los proyectos para hacer turísticos
muchos lugares porque no hay una tradición de cómo habilitar
patrimonio en infraestructura turística y una parte medular en este
asunto es que no hay una legislación para hacer concursos públicos
de arquitectura''.
En ese sentido, la arquitectura pública ''se ha
deteriorado muchísimo, porque está la rama de la arquitectura
privada, y ésa evoluciona rápidamente, pero en México
el principal problema es el social; entonces hace falta mucha madurez y
tradición en arquitectura social. La del club de golf, ésa
se arregla sola''.
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