México D.F. Sábado 14 de agosto de 2004
''Seguiré trabajando hasta que me dure
la cuerda'', expresa Gabriel Vargas
Una Borola engalanada y con sonrisa pizpireta
sobrevolará México y el mundo
Cancelaron timbre postal con la imagen de ese personaje
creado por el caricaturista
Prosigue la tradición de interpretar las costumbres
genuinamente mexicanas: Quirarte
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
En una pose que envidiarían las súper modelos
internacionales, doña Borola Tacuche engalana un timbre postal
listo para ser ensalivado, colocado en la orilla de un sobre y enviado
a cualquier parte del mundo.
Elegante
y sexy, Borola sonríe pizpireta bajo un sombrero azul, vestida
con un traje de noche rojo, sombrilla en mano y larga estola, en un espacio
de 24 por 40 milímetros, en homenaje a su creador don Gabriel Vargas,
autor de la inolvidable Familia Burrón.
La ceremonia de cancelación de la primera emisión
del timbre, cuyo tema es La caricatura en México y con un
tiraje de 300 mil unidades, se realizó en la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal. Hasta ahí llegó Gabriel Vargas con
paso lento para escuchar a Vicente Quirarte, Carlos Monsiváis y
Juan Villoro, quienes resaltaron, en una sala llena, la capacidad de observación
de don Gabriel que ha hecho de las historias de La Familia Burrón
un espejo de la sociedad mexicana.
Tras la ceremonia, el caricaturista habló de los
Burrón: ''Son una familia bien cimentada, aunque la madre es un
poco loquita pero respeta todas las reglas de la moral. Siendo yo un parrandero,
que soy un parrandero de verdad, mis muñecos se mueven en un ambiente
bonito. Yo hago algo para divertir, sin fijarme si mis personajes son buenos
o malos. Yo procuro que sean bonitos y graciosos, que hagan reír''.
Don Gabriel, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2003,
adelantó que a sus 86 años seguirá trabajando ''hasta
que me dure la cuerda. Ahora Porrúa, esa editorial tan importante,
está editando mi libro, voy en el tomo número ocho y pienso
hacer, si vivo, cien tomos. A lo mejor la calaca llega antes, si llega
antes me voy''.
Despreocupado por los homenajes, el cronista señaló
que ''son otros los que se toman el trabajo. Si otras personas como Carlitos
Monsiváis o Juan Villoro que saben entonces pueden juzgar a un hombre
que poco conoce''.
Irreverencia frente al abuso
Ya antes, durante la ceremonia de cancelación,
Gabriel Vargas se dijo contento de que uno de sus personajes, doña
Borola, haya sido llamado ''para que sobrevolara México,
sobre la República y sobre todo el mundo entero''.
El escritor Vicente Quirarte subrayó que Gabriel
Vargas ''es uno de nuestros más notables artistas y observadores
de la vida mexicana. Durante más de 50 años ha sido su intérprete
más fiel en esa vena desacralizadora, satírica y brillante,
que en el cine consumó Mario Moreno (Cantinflas) y Chava
Flores en la canción urbana. Herencia retrospectiva porque continúa
la tradición de mirar e interpretar las costumbres más genuinamente
mexicanas, herencia hacia el futuro porque gracias a La Familia Burrón
permanece el lado amable de la vida, la sonrisa ante el desastre, la irreverencia
frente al abuso, la diaria lucha por la supervivencia''.
Juan Villoro, a su vez, resaltó que aún
queda mucho por hacer respecto de la obra del caricaturista como la redición
de sus historietas, que van desde La Familia Burrón a Los
superlocos, Los del 12 y Sopa de perico a Pancho López
y Los chiflados. La aportación central de Gabriel Vargas
a la caricatura, dijo, ''ha sido la de descubrir las inagotables posibilidades
picarescas de la ciudad de México excesiva y asombrosamente cotidiana''.
Carlos Monsiváis, quien se convirtió en
personaje de La Familia Burrón en un capítulo reciente,
agradeció al artista ''por demostrarnos que sin la parodia nunca
sabríamos exactamente quiénes somos''.
Y hablando de caricaturas y comics, la presencia
de Monsiváis no pasó desapercibida para traer a colación
el tema de las historietas que publica el Gobierno del DF.
Al respecto, el escritor señaló que ''pertenecen
al género del desacierto. En última instancia parece que
está empobreciendo lo que es un programa, dándole un rostro
muy superficial y francamente muy hostil, para mi gusto, a lo que debe
ser la comunicación entre un gobierno y la ciudadanía''.
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