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México D.F. Sábado 14 de agosto de 2004

Ritual en el taller donde es restaurada la estatua del último emperador azteca

Homenaje a Cuauhtémoc al cumplirse 483 años de la caída de Tenochtitlán

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Humo perfumado de copal, combinado con cantos e invocaciones, música de caracoles, huehues (tambor azteca), sonajas y mandolinas inundaron al mediodía de ayer el campamento instalado en la plaza Luis Pasteur, donde la escultura de Cuauhtémoc aguarda el momento de elevarse nuevamente y, como su nombre lo indica, descender sobre el pedestal que ocupa desde hace 117 años.

Ayer, con motivo de la conmemoración del 483 aniversario de la caída de Tenochtitlán a manos de los españoles, el Gobierno del Distrito Federal abrió al público, hasta el domingo, el taller donde la efigie es restaurada, en una ceremonia a la que se unieron concheros para rendir homenaje al último emperador azteca.

El rito comenzó con una canción dedicada al defensor de la gran Tenochtitlán, para en seguida invocar a los cuatro rumbos: el oriente, tlahuitlampa, el rumbo de la luz; el poniente, cihuatlampa, el rumbo de las mujeres; el norte, Mictlampa, el lugar del descanso eterno, y el sur, huiztlampa, el rumbo de las espinas. También se invocó a la tierra, al cielo y "hacia el interior de uno mismo"; a cada ofrenda acompañaba una imploración: "Te pedimos que nos des esa gran esperanza de cambiar a México, que todos los mexicanos seamos capaces de decidir nuestro propio destino".

Y como aquel 13 de agosto de 1521, cuando los españoles entraron a la ciudad después de tenerla sitiada durante 75 días, la lluvia hizo acto de presencia, si bien no tan pertinaz como hace 483 años, sí para recordar el destino del tlatoani. "Se dice que fue un día sombrío, en que el cielo del Anáhuac empezó a llorar y hasta la medianoche llovió sin cesar", refirió Julieta Campos, secretaria de Turismo del gobierno de la ciudad, quien presidió la ceremonia acompañada de la directora de Conservación e Investigación del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Diana Molatore Salviejo.

"El homenaje que hoy se rinde al defensor de la gran Tenochtitlán conmemora la gallardía de su resistencia tan larga y valiente, antes de rendir la ciudad al conquistador. Cuauhtémoc era muy joven, pero cumpliría un destino que le habían augurado: el de haber nacido para la guerra y el que le tocaba por llamarse a la vez Aguila o Sol del Crepúsculo", apuntó Campos.

Antes, en sus cantos los concheros mexicas expresaron: "Conmigo se extingue el sol viejo y conmigo alumbrará el nuevo sol", frase que atribuyeron al emperador, hecho prisionero y asesinado el 5 de marzo de 1525 en Izancánac, Tabasco, cuando era llevado en una expedición de Hernán Cortés a Centroamérica.

Hoy, el taller donde se restaura la estatua de bronce abrirá sus puertas al público de las 12 a las 18 horas, y el domingo de las 9 a 18 horas.

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