Luis Hernández Navarro

IMSS: el día después

La reforma a la Ley del Seguro Social ha provocado un reacomodo profundo de las fuerzas políticas y sindicales en el país. Como resultado de estas modificaciones legales y de las alianzas partidarias para consumarlas durante los próximos dos meses se sucederán acontecimientos claves: crispación social creciente, nuevos bloques legislativos y reacomodos sindicales.

Con la reforma ha emergido un gran ganador: Roberto Madrazo. A partir de ahora Elba Esther Gordillo puede ir preparando sus maletas porque él ya es el interlocutor privilegiado del gobierno federal. El dirigente nacional del PRI paga así una deuda pendiente con los grandes empresarios que se enfadaron con él cuando en diciembre pasado se echó para atrás en el acuerdo de gravar con el IVA alimentos y medicinas. Se coloca así en situación privilegiada para alcanzar la postulación a la candidatura presidencial de su partido.

Presumiblemente la reforma del IMSS fue parte de un paquete más amplio de negociaciones entre el PRI y Los Pinos. Parte de ese acuerdo es el voto priísta a favor del desafuero de Andrés Manuel López Obrador.

Eduardo Sojo, director de la Oficina de la Presidencia para las Políticas Públicas, declaró que la reforma al sistema de pensiones del IMSS "es un primer paso en la dirección adecuada", y que deberán tomarse decisiones similares en Petróleos Mexicanos, la Comisión Federal de Electricidad, Luz y Fuerza del Centro, banca de desarrollo, gobiernos federal, estatales y municipales, así como "algunas universidades". Abelardo Carrillo, dirigente del Congreso del Trabajo (CT) y máximo representante de los trabajadores en Consar, se adhirió a esta ruta.

La amenaza gubernamental causó reacciones inmediatas en el mundo laboral. Los sindicatos han puesto sus barbas a remojar. El SME rechazó cualquier intento de cambios a su régimen de jubilación: "Con nosotros no se metan", advirtió. Incluso el dirigente del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF), Enrique Hanff, uno de los principales bastiones de la FSTSE, cuyo dirigente Joel Ayala apoyó los cambios, manifestó su inconformidad con la reforma.

En el ámbito universitario tampoco ha hecho gracia la línea oficial. La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) señaló que tiene dos años trabajando en la reforma interna y buscando acuerdos con los trabajadores. Afirmó que cualquier intervención oficial "meterá ruido".

La reforma incide directamente en el pleito por la representación del movimiento obrero entre el CT y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT). Como se sabe, el sindicato del IMSS promovió la formación de esa unión desde 1997 y es una de las organizaciones con mayor peso en ella. No extraña, pues, que con tal de doblegar a sus enemigos los dirigentes del CT hayan apoyado incondicionalmente las modificaciones legales, aunque representen enorme retroceso laboral. La reforma da al consejo técnico de la institución, integrado por conspicuos representantes obreros del CT, capacidad para decidir sobre el número de nuevas plazas y quiénes las ocuparán. Suponen así que las nuevas modalidades de contratación permitirán condicionar la lealtad gremial del personal de nuevo ingreso.

Además, la modificación legal crea un nuevo terreno de confrontación en el ISSSTE al anunciar la "inevitabilidad" de una reforma en la institución. Su director, Benjamín González Roaro, es una pieza clave de Gordillo, quien ha organizado una fuerte disidencia en las filas de la FSTSE que permanecen leales al madracismo. Las modificaciones legales a la institución servirán de pretexto para ajustar cuentas entre las fuerzas que hoy disputan la hegemonía de los trabajadores al servicio del Estado.

La cúpula del sindicato del Seguro Social ha establecido un plan de acción que contempla la presentación de una demanda de amparo contra la reforma e incluye la posibilidad de una huelga general, coincidiendo con la revisión del contrato colectivo, cuya fecha límite es el 15 de octubre. Exige, además, la cabeza de Santiago Levy. "Ya no hay mesa de negociación. Necesitamos otro director", aseguran. Pero, más allá de estos acuerdos, resulta evidente que la dirección nacional está desbordada por un creciente y radicalizado movimiento de base. El actual secretario general, Roberto Vega Galina, enfrenta un doble proceso de crítica: por un lado, de aquellos elementos que pertenecieron a comités ejecutivos anteriores y que han sido desplazados de las decisiones centrales de la organización gremial. Por el otro, de las corrientes democráticas de base que cuestionan el funcionamiento vertical y la adscripción al PRI de los dirigentes nacionales y seccionales. Aunque su periodo debería durar a octubre de 2006, algunos buscan desconocerlo. De paso, las autoridades del IMSS y el gobierno federal se han embarcado la aventura de desconocerlo.

Este lunes 9 de agosto comenzó la Jornada Cívica en Defensa de la Soberanía del País, en la que participa un amplio número de agrupamientos sociales. Es el inicio de una jornada nacional de protestas. Asimismo se formalizará próximamente la fundación del Frente Nacional Sindical, Campesino y Social, promovido, en parte, por cinco organizaciones campesinas ex integrantes del movimiento El campo no aguanta más. En la asamblea general del SME, que se efectuará la semana próxima, se decidirá el tono y la radicalidad de las protestas del conjunto del movimiento sindical.

Por lo pronto, queda como lección que de nada sirvió al sindicato flexibilizar su posición y buscar negociar con legisladores: una vez puesta a caminar la aplanadora del nuevo pacto político PRI-PAN no hay argumentos que valgan para hacerle frente. El esquema, seguido fielmente por los trabajadores del SME, de privilegiar la alianza con los senadores del PRI reacios a las reformas, ha hecho agua. Los trabajadores de base que han salido a tomar las calles así lo han comprendido. Si los dirigentes se conforman con organizar una marcha más grande y hacer flamígeras declaraciones, pero no avanzan en otro tipo de acciones, perderán toda la credibilidad que han alcanzado. La historia no los absolverá.