México D.F. Viernes 6 de agosto de 2004
MEMORIAS DE LA CIUDAD /RIQUEZA
POR CONSERVAR
Las chinampas, sistema único de producción
agrícola en el mundo
Distribuidas en cinco pueblos al sur de la ciudad, suman
25 las hectáreas de chinampas y 140 los kilómetros de canales
que han sobrevivido a casi cinco siglos de desecación de la cuenca
del valle de México. Esta gran zona verde, apacible área
de esparcimiento y de contacto con la naturaleza para propios y extraños,
está amenzada por la imperiosa necesidad de la cultura urbana de
tapizar de asfalto la tierra y la búsqueda de nuevos espacios para
construir viviendas
JORGE LEGORRETA ESPECIAL
A pesar de los casi cinco siglos que ha tardado la desecación
de la cuenca del valle de México, en el sur de la ciudad se conservan
vestigios lacustres prehispánicos en 25 hectáreas de chinampas
y 140 kilómetros de canales. Esta zona, que data del siglo X, constituye
un extraordinario sistema de producción agrícola, única
en el mundo. Son cinco los pueblos donde sobrevive esta antigua cultura
del agua: Xochimilco, Mixquic, Tláhuac, San Luis Tlaxialtemalco
y San Gregorio Atlapulco.
Sin
embargo, toda esa riqueza patrimonial lacustre se encuentra en franco proceso
de deterioro. El problema central es la reducción de la productividad
agrícola que podría, inclusive, hacer desaparecer en menos
de 50 años la chinampa, uno de las sistemas agrícolas más
ricos del planeta. Entre los factores del deterioro están los hundimientos
de hasta 18 centímetros anuales por la extracción de agua;
las inundaciones de chinampas y la desecación de canales, pero,
fundamentalmente, la contaminación del agua debida a las crecientes
descargas de aguas negras; todo ello producto de la urbanización
incontrolada. Habrá que sumar esfuerzos federales, estatales e internacionales
para atender con urgencia estos problemas. De no hacerlo, en las próximas
décadas se estinguirán los últimos vestigios lacustres
de la ciudad de México.
Xochimilco y su región lacustre, Patrimonio Histórico
de la Humanidad, ha resistido imperios y modernidades. Allí las
conquistas europeas a partir del siglo XVI no han concluido su misión;
conviven los pensamientos lacustres español con el indígena;
la cultura del agua no se ha extinguido ni ha desaparecido y hoy forma
parte de un indisoluble mestizaje.
Las chinampas y canales de esa región fueron los
primeros paisajes que asombraron a los hombres de ultramar, atraídos
por el oro. Al llegar los españoles, un insólito panorama
natural envolvía una inmensa laguna entre las montañas de
una cuenca, localizada a más de 2 mil metros sobre el nivel del
mar.
Hernán Cortés, el conquistador al mando
de la expedición, en octubre de 1520 en la segunda carta-relación
enviada al emperador Carlos V, describió su asombro por la gran
dimensión de las lagunas donde estaba fundada la Gran Tenochtitlán:
"(...) en el dicho llano hay dos lagunas (...) ocupan todo (...) tienen
canoas en torno más de 50 leguas. Una de estas lagunas es de agua
dulce y la otra, que es mayor, es de agua salada. Esta gran ciudad de Temixtitlán
está fundada en esta laguna salada (...) y desde tierra firme hasta
el cuerpo de dicha ciudad (...) hay dos leguas. Tiene cuatro entradas (...)".
Xochimilco
Evocación obligada del cine mexicano, el paseo
por los canales prehispánicos de Xochimilco es tradición
de todo mexicano o extranjero que visita nuestra ciudad, o bien de cualquier
celebración familiar. Antojitos, música y hasta baile acompañan
a estos paseos en trajineras. Varios embarcaderos turísticos ofrecen
transitar por agua a más de 2 mil metros de altura del nivel del
mar: Caltongo, Nativitas y Fernando Celada. Al pie del Periférico
se encuentra el embarcadero de Cuemanco, con sus canales y chinampas recuperadas
recientemente gracias a grandes esfuerzos. Desde aquí una apacible
trajinera nos lleva por espaciosos canales y lagunas, como la del Toro
y la de Title, mudos testigos lacustres con siglos de historia. Al frente
existe, además, el Parque Ecológico, donde funciona un centro
de educación ambiental y una amplia zona deportiva y recreativa.
Xochimilco, por el origen de su nombre, nos remite a las
flores cultivadas en la mayor parte de sus chinampas. La extensa zona dedicada
al cultivo de la flor, hace de Xochimilco el jardín más grande
y esplendoroso de la ciudad.
Mixquic
Al bajar de los elevados y fríos territorios del
Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, majestuosos guardianes del
valle, los conquistadores pasaron la primera noche en una pequeña
isleta rodeada de agua llamada Mixquic. La sorpresa y el asombro de ver
tanta agua fue tal, que algunos bautizaron la región como Venezuela,
comparándola probablemente con el inmenso lago de Maracaibo, descubierto
por los navegantes europeos 30 años antes. Bernal Díaz del
Castillo, en su libro Historia verdadera de la conquista de la Nueva
España, relata el primer encuentro de los peninsulares con el
agua: "(...) Fuimos a dormir a otro poblado en las lagunas, que me parece
se dice MEZQUIQUE que después se puso en nombre de Venezuela y que
tenía tanta torres y grandes CUES que blanqueaban; y el cacique
(...) y los principales nos hicieron mucha honra y dieron a Cortés
un presente en oro y mantas ricas (...)".
Se conservan aquí todavía alrededor de ocho
kilómetros de canales prehispánicos y 50 hectáreas
de chinampas productivas. Se puede incursionar y navegar desde San Miguel,
único embarcadero para el visitante, hasta una modesta área
recreativa, de las pocas en la ciudad rodeadas por agua; no hace mucho
fue un manantial que abasteció de agua a toda la región,
por eso se le conoce actualmente como el Ojo de Agua. Otra zona, aunque
no apta para extraños, es San Agustín, donde aún existen
herederos de los antiguos indígenas dedicados a la agricultura chinampera.
En esa área transitar lentamente por el agua transforma
profundamente el espíritu: durante el paseo acompañan los
sonidos de la naturaleza, el canto de los pájaros, el aletear de
las aves y el serpenteo de los peces, sólo cobijados por verdes
paisajes nutridos de ahuejotes que enmarcan esplendorosamente las chinampas.
Tláhuac
Persiste en este lugar una de las zonas más bellas
de la antigua cuenca lacustre. Un poco más de 15 kilómetros
de canales irrigan vastos territorios de chinampas y sirven de camino a
cientos de campesinos, defensores históricos de la agricultura de
la ciudad.
No
obstante, como toda la agricultura que envuelve a la ciudad, las chinampas
de Tláhuac también se hallan amenazadas por la urbanización,
que cada día se les acerca. La mancha gris empieza a cubrir el verdor.
Edificaciones de concreto y viviendas ilegales sin servicios surgen de
la noche a la mañana. Miles de pobladores expulsados de otras partes
de la ciudad encuentran aquí una efímera solución
a sus necesidades de vivienda. Detener la urbanización de las chinampas
es una utopía mientras no se encuentren espacios habitacionales
más adecuados en otras partes de la ciudad.
La lucha por conservar los canales y las chinampas es
interminable. Por ejemplo, el canal Revolución fue transformado
hace años en un canal de agua limpia. El bosque de Tláhuac,
con su lago artificial, contribuye a recuperar el medio ambiente que alguna
vez tuvo esta región. Tláhuac, al igual que Mixquic, invita
a un agradable paseo turístico. En el embarcadero de Los Reyes,
algunas trajineras ofrecen paseos por canales exentos de tumultos y ambientes
festivos. El encuentro con las arquitecturas coloniales del siglo XVI es
también parte de las riquezas patrimoniales de ese sitio. Su iglesia,
edificada bajo las órdenes de los dominicos, conserva espléndidas
esculturas de los diversos personajes que iluminaron la nueva fe de la
conquista espiritual.
La naturaleza de los canales y sus chinampas es una auténtica
arquitectura del silencio; espacios naturales donde el hombre ha transformado
un hábitat verdaderamente sustentable. El verdor que cubre el agua
penetra en un interminable laberinto de ahuejotes, orgullosos guardianes
de las chinampas que se extienden por doquier.
San Luis Tlaxialtemalco
Otro de los poblados del sur donde se conservan los paisajes
lacustres prehispánicos es San Luis Tlaxialtemalco. Como en los
otros poblados, también la iglesia fue levantada sobre las ruinas
de nuestro pasado, y caminar por su atrio es transportarse al siglo XVI.
A unos cuantos pasos, los caminos de tierra conducen a los apacibles canales
que irrigan miles de metros cuadrados de chinampas. Miles de coliflores,
acelgas, lechugas y otros alimentos más cubren la tierra como alfombra.
En temporadas decembrinas, el verde de los romeritos se combina casi a
la perfección con el rojo intenso de la flor de nochebuena o cuetlaxóchitl.
El cultivo y el amor a las flores es parte de la cultura
de todos estos pueblos lacustres. Por eso no extraña la existencia
en San Luis Tlaxialtemalco de uno de los invernaderos más bellos
de la ciudad. Al cruzar la calle se descubre otro refugio apacible: el
Parque de San Luis, espacio de reflexión y descanso para cientos
de capitalinos.
San Gregorio Atlapulco
Por la actual calzada que une Xochimilco con Tulyehualco
y por donde alguna vez existieron vías de un ferrocarril que circundó
las riberas del lago de Xochimilco, se llega a San Gregorio Atlapulco,
pueblo donde la tradición es la lucha y la defensa de la tierra.
Su origen como un pueblo defensor de sus raíces data de tiempos
inmemoriales, cuando los mexicas en el siglo XIV iniciaron el vasallaje
de los pueblos ribereños de la cuenca. La tradición fue refrendada
por Emiliano Zapata, cuando durante la Revolución de 1910 sus tropas
se nutrieron de miles de habitantes de San Gregorio; aquí fue también
donde en diciembre de 1914 Zapata conoció por vez primera a Francisco
Villa.
San Gregorio Atlapulco conserva una de las zonas de chinampas
más hermosas de la región. Existen varios embarcaderos, entre
los que sobresale Tlapechicalli, donde al amanecer decenas de canoas llegan
con sus productos para transportarlos hasta la Central de Abastos. Chinamperos
de añejas herencias por el cultivo de la tierra, como los Páez,
don Cedronio o doña Goya, cada día caminan lentamente por
las chinampas. Pero hoy hasta las verdes fronteras llega la cultura urbana,
ansiosa de asfaltar las tierras agrícolas para los autos; mientras,
las tierras ejidales inundadas esperan impacientes su recuperación.
Hace muchos años existió frente al panteón,
un enorme manantial con peces llamado El Acuario. Sus aguas alimentaron
durante siglos estos canales, pero hoy están casi sin agua o cerrados
definitivamente. Del manantial sólo se conserva el nombre, que bautiza
hoy un modesto pero agradable restaurante donde se disfruta uno de los
mejores moles de la región. La familia Rodríguez, encabezada
por la experiencia y el amor de doña Guadalupe, preparan cada sábado
y domingo una espléndida comida al lado de los canales y las chinampas.
Aquí se come, en medio del verdor de las hortalizas enmarcadas por
esbeltos ahuejotes.
En San Gregorio aún existen canales y chinampas
que luchan por sobrevivir a la depredadora urbanización. Algunos
canales se han recuperado con agua tratada proveniente de dos plantas cercanas,
pero, aunque se conserva el agua, no existe más la exuberante vida
acuática que alguna vez conocieron sus pobladores: "Todavía
recuerdo que cuando de niño metía la mano al agua y sacaba
ostras y atrapaba grandes pescados que llevaba para casa...", dice un viejo
vecino de la zona.
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