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México D.F. Viernes 6 de agosto de 2004
Jenaro Villamil
IMSS, el retroceso mediático
Durante nueve horas continuas del miércoles 4 de agosto, la información de los principales noticiarios radiofónicos y televisivos se confundió con la editorialización. La estigmatización y la crispación de las audiencias fueron los recursos más utilizados para desacreditar la movilización de los integrantes del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social. Frases con una carga que recordaron las peores campañas de linchamiento contra movimientos sociales se repitieron con insistencia: "Hordas bloquean las calles", "caos en el Distrito Federal", los trabajadores "sitiaron el edificio de Donceles", la mayoría "acudió bajo amenazas". Y el villano favorito de buen número de comentaristas fue el líder sindical Roberto Vega Galina: "traidor", "cobarde", "terrible papel", "deplorable actitud" del dirigente, fue lo menos que se dijo en los segmentos informativos de Radio Fórmula, Monitor, CNI-Canal 40, W Radio y Hechos de Tv Azteca, por mencionar algunos.
A las palabras y las crónicas exaltadas de los reporteros siguieron las imágenes televisivas. En el guión de la estigmatización poco importa el punto de vista de los propios implicados. Lo importante es documentar su "barbarie", alentar el odio a cambio de enmudecer o editar sus palabras, ignorar sus demandas para privilegiar los gritos, exhibir los toletazos y jaloneos policiacos como un merecido "castigo" a su osadía por bloquear la entrada a la Cámara de Senadores y, como perla máxima, las declaraciones del inefable Diego Fernández de Cevallos en la pantalla de Tv Azteca: "No se puede sentar el precedente de paralizar un poder porque hay una turbamulta que apedrea y mienta la madre".
Veinte minutos invirtieron cada uno de los telenoticiarios nocturnos de las principales cadenas privadas para realizar la "crónica del caos urbano" provocado por los trabajadores del Seguro Social. El Noticiero, de Televisa, lo sintetizó a su manera: "larga noche en el Senado de la República, así como fue largo el día de bloqueos". En ningún caso se contextualiza o se debate. ƑPara qué abundar en la discusión si ya se presenta como un "destino inevitable" la reforma a la Ley del Seguro Social? ƑPara qué otorgarle el mínimo derecho de réplica a los propios sindicalizados si ya son reducidos a "hordas"? ƑPara qué otorgar la exposición convincente de sus puntos de vista si su líder es previamente descalificado como "cobarde"? ƑPara qué ventilar la pertinencia de los derechos sindicales o del mismo derecho de protesta si éstos se han clausurado por obra y gracia de una operación mediática tendiente a ignorarlos o a reducirlos a mera "violencia urbana" o, como los descalificara una exaltada Flor Berenguer, en una "sindicalitis" o "bloquetitis que nos atacó en el Distrito Federal, Saltillo y Monterrey"?
El retroceso operado el 5 de agosto y sus secuelas en la cobertura de este jueves 6 de agosto no se limita sólo al hecho de que por la vía legislativa se atropelle y se modifique un contrato colectivo, algo que no había ocurrido hasta ahora. El retroceso más preocupante se observa en la cobertura de los propios medios, que en su mayoría se sumaron al linchamiento, a la descalificación a priori de las demandas de los propios trabajadores del Seguro Social y al uso ad nauseum del recurso del insulto y la falta de respeto a su dirigente. La misma fobia que hemos observado y escuchado en estos meses de crispación política se orientaron contra Vega Galina y los otros líderes sindicales que osaron apoyarlo.
En tanto, la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) destina cientos de miles de pesos en la campaña de espots televisivos de su prohombre Roberto Madrazo, que aparece en pantalla cual patriarca burocrático que "sí sabe cómo hacerla", anunciándole a la nación que gracias a su partido los cambios en el Seguro Social son "una buena reforma". Los prolegómenos mediáticos de la restauración presidencial del PRI, por la vía madracista, se presentan así como parte del paquete de este personaje que está dispuesto a destinar cuantos recursos económicos sean necesarios para demostrarnos que el poder y la información se compran sin rubor.
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