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México D.F. Lunes 2 de agosto de 2004

Yanga, símbolo de negritud y libertad

Es más reconocida la lucha del líder afromexicano en otros lares que en el país

ARTURO JIMENEZ ENVIADO

Yanga, Ver. Considerado un país con predominio mestizo a partir de la herencia indígena y española, y con una historia oficial ajena, o casi ajena, a la esclavitud de los negros y sus luchas libertarias, México depara, en su pasado y su presente, más de una sorpresa apenas se hurga en el tema.

Este año, en que la Organización de Naciones Unidas (ONU) conmemora la Lucha contra la Esclavitud y de su Abolición, es pertinente recordar parte de la historia de los afromexicanos y sus aportes, más reconocidas en Europa, Africa y el resto de América que aquí.

La rebelión de esclavos negros en 1570 en esta región de Veracruz, encabezada por el líder afromexicano Gaspar Yanga, no fue la primera en México ni en el continente, pero al parecer logró, cuatro décadas después, el reconocimiento de la corona española para fundar el "primer pueblo libre de América".

Sin embargo, en Panamá, las rebeliones separadas de los negros Bayano y Felipillo, comenzadas en 1549, consiguieron después de varios años de lucha, engaños y represiones, que la corona aceptara, en 1575, la creación de pequeñas comunidades de cimarrones libres con no más de 50 o 60 miembros.

Literalmente cimarrón significa "caballo indómito", pero en el Caribe se refiere al esclavo fugitivo, según la Enciclopedia Universal Sopena. Sin embargo, a muchos no les gusta el término, porque algunos lo asocian a bandolero.

En 1609, tras larga resistencia en las montañas veracruzanas, el movimiento encabezado por Gaspar Yanga logró arrancar a la corona española un acuerdo para fundar, entre 1624 y 1635, una especie de territorio autónomo.

Pese a la importancia de su rebelión, Yanga, cuya leyenda lo ubica como un príncipe atrapado por los negreros en el Congo o en Gabón, no ocupa el lugar que se merece en el panteón de los héroes nacionales; su figura es casi desconocida en México, y los archivos sobre su vida y rebelión esperan el interés de los historiadores.

La misma suerte ha corrido el pueblo fundado en 1632 por Gaspar Yanga y sus 500 seguidores, entre niños, mujeres y adultos. Llamado primero San Lorenzo de los Negros, y luego De Cerralvo, en honor del virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralvo, desde 1932 lleva el nombre del libertador.

Hoy Yanga, municipio con casi 20 mil habitantes cercano a Córdoba, mayoritariamente mestizo y con algunas comunidades rurales negras, es víctima de la migración y la crisis agrícola, sobre todo en productos como la caña de azúcar y el café.

Además, pese a la importancia de su pasado, no se ha sabido generar en Yanga un proyecto cultural que lo reconozca como símbolo de la negritud y de la libertad en México y en América.

Yanga tampoco ha sido una de las sedes paralelas del Festival Afrocaribeño que se desarrolla en el puerto de Veracruz, aunque cada 10 de agosto la población del municipio realiza por su cuenta el Carnaval de la Negritud.

Por un resurgimiento cultural de Yanga apuesta don Daniel Cid Villagómez, quien descubrió y protegió por muchos años la zona arqueológica olmeca de la comunidad de Palmillas, municipio de Yanga, y es promotor de un museo de sitio a cargo del Instituto Nacional de Antropología, próximo a inaugurarse.

Hay otros promotores de Yanga, como Jaime Gordillo Trujillo, su esposa María Dolores Flores y sus hijas. Parte de la información aquí presentada es sólo una muestra del archivo informal, pero amplio que reúne la familia.

Esta familia también colabora en el impulso al museo de sitio y, además, busca concretar un proyecto de turismo cultural y ecológico que aproveche el paso de la carretera federal, la cercanía de la autopista Veracruz-Córdoba y la vecindad con esta ciudad.

''La importancia del negro Yanga y de nuestra población en México y en América es muchísima y no ha sido tomada en cuenta. Este municipio es cuna de la libertad. El más importante legado del negro Yanga es la libertad. La libertad es lo que más apreciamos en esta población", señalan Gordillo y Flores.

Un príncipe de historia y leyenda

Ante la casi inexistente investigación que fije una biografía mínima de Yanga y de su lucha contra la esclavitud, se desconocen en gran parte sus orígenes, las condiciones de su fuga de la hacienda de la Concepción y de la organización de la resistencia.

Al dirigente negro también le llamaban "el Yanga" porque al parecer su nombre quiere decir rey o príncipe y él mismo se asumía como parte de la nobleza. Según cierta información, Yanga era hijo de un rey de la tribu de los Bora del alto Nilo, de la nación de los Dincas, al sudoeste de Gondoco, entre Bari y las Macaras.

"Los esclavos introducidos para las duras labores cañeras (en Veracruz) entre los años 1524 y 1640 provenían de una región reconocida como Senegambia, en el oeste de Africa, Cabo Verde, Angola y el Congo", escribe Luis Antonio Pérez Nava en la revista Voces Libres, editada en Yanga.

De acuerdo con la documentación proporcionada por la familia Gordillo Flores, los sacerdotes jesuitas que conocieron a Gaspar Yanga lo describieron como una persona alta, musculosa y de carácter noble pero indómito.

Como quiera que sea, se sabe que entre 1570 y 1609 el líder afromexicano y sus seguidores se escondían en la región montañosa ubicada en los alrededores del Citlaltépetl o Pico de Orizaba, el Cofre de Perote, la sierra de Zongolica y la zona de Omealca.

Aparte de algunos cultivos, sobrevivían de los asaltos a las haciendas de la rica zona agrícola y azucarera de Córdoba y Orizaba y a los cargamentos que iban y venían entre la ciudad de México y el puerto de Veracruz.

En 1609 la rebelión de Yanga y sus seguidores era ya insostenible para las autoridades virreinales ante la inquietud que generaba entre los hacendados de la región e incluso en la gente pudiente de la ciudad de México.

Para esa época Yanga ya estaba viejo y había designado como jefe militar del grupo armado a Francisco de la Matosa, negro originario de angola y quien se le había unido en 1600 luego de escapar de sus amos. El lugarteniente de De la Matosa era Ñanga, hijo de Yanga.

Se decidió entonces enviar una expedición militar desde la ciudad de Puebla a cargo del capitán Pedro González de Herrera. Tras un enfrentamiento al parecer "perdieron" los cimarrones, aunque el triunfo fue relativo porque Yanga y los suyos lograron huir montañas arriba.

La imposibilidad de una derrota definitiva propició una negociación. Yanga ofreció deponer las armas y la pacificación a cambio de un territorio libre de la esclavitud para fundar un pueblo de ex esclavos.

Serían leales a la corona española, ayudarían en caso de guerra con potencias extranjeras, pagarían impuestos, admitirían a los evangelizadores, no aceptarían a los negros huidos después del acuerdo y los entregarían a las autoridades. La corona aceptó.

De lo que sucedió después se conoce aún menos, aunque no por falta de documentos sino de investigaciones, señala el historiador y antropólogo Antonio García de León. Hay mucha información en el Archivo General de la Nación y en archivos de España, agrega.

Por ejemplo, no se sabe cuántos hijos tuvo Yanga ni con quién, cómo funcionaban las cosas en San Lorenzo de los Negros, qué elementos conservaban de las culturas africanas de las que provenían, a qué edad murió el libertador, dónde depositaron sus restos.

La primera información sobre Yanga fue rescatada en la segunda mitad del siglo XIX por el historiador, escritor y militar Vicente Riva Palacio, nieto del "primer presidente negro" de México, Vicente Guerrero.

Según García de León, el libro Sociedades cimarronas (Siglo XXI Editores), del investigador estadunidense Richard Price, en el que aparece un capítulo sobre Yanga, es el trabajo más preciso sobre la vida del líder negro, pero es casi inconseguible.

Entre la escasa bibliografía sobre la esclavitud en el país destaca el libro precursor La población negra de México, de Gonzalo Aguirre Beltrán, así como los trabajos de investigadores como Félix Báez-Jorge, Luz María Martínez Montiel o Adriana Naveda, entre otros.

Rebeldía, la constante

Las rebeliones y huidas de esclavos negros se dieron desde su llegada misma al continente y hay muchas historias sobre los palenques o mocambos creados por los fugitivos durante la Colonia en países como Colombia, Venezuela, Cuba, Haití, Jamaica, Surinam o Brasil, con líderes como El Negro Miguel, Andresote, Juan Criollo, Sebastián Lemba, Barón, Nganga Zumba, Macandala o Cudjoe.

Varias sublevaciones de negros se dieron en la Nueva España antes y después de la de Yanga en la región de Córdoba. En 1537 uno de esos intentos fracasó en la ciudad de México pero causó alarma entre los españoles.

Entre 1560 y 1580, negros huidos de las minas de Zacatecas, unidos con indígenas, asolaron haciendas y caminos de la región. A finales de ese siglo XVI, esclavos de las minas de Pachuca escaparon, se escondieron en una cueva inaccesible, y salían para robar ganado y otros bienes para sobrevivir.

"(En Veracruz), los esclavos que lograron escapar del sometimiento español escogieron las playas de Chalchicueyecan y la Cuenca del Papaloapan para establecer sus comunidades. Nombres (de poblaciones) como Mocambo, Mandinga y Matosa son de origen negro", escribe Pérez Nava en Voces Libres.

La población de Matosa debe su nombre a Francisco de la Matosa, lugarteniente de Gaspar Yanga. Pérez Nava agrega que el barrio de La Huaca, uno de los primeros asentamientos de negros en el puerto de Veracruz, debe su nombre a la negra María Guacara, quien vendía carbón.

"No puede dudarse que la presencia africana en nuestro territorio nacional forma parte de la integración de la personalidad de los mexicanos y en sus usos y costumbres. Hoy en día las expresiones de la cultura africana están presentes en la música, danza, religión y en el arte", dice Pérez Nava, y concluye:

"En nuestro pueblo (de Yanga) poco se ha hecho por rescatar esas expresiones que son parte importante de nuestra historia e identidad. Por otra parte, generación tras generación se han perdido los rasgos somáticos o físicos negro-africanos como resultado del mestizaje.

"Conocer la historia de nuestro pueblo (Yanga) es importante si queremos saber quiénes somos, nuestra historia es de interés y valor nacional y los niños y adolescentes deben de conocerla. Somos el Primer Pueblo Libre de América, somos herederos del espíritu de libertad de Yanga, somos responsables de preservar la libertad que les fue arrebatada a nuestros antepasados en Africa".

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