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México D.F. Sábado 24 de julio de 2004
Tuvo libre movimiento en la Secretaría
de Gobernación durante más de 10 años
Moya Palencia, de escritor adolescente a presunto responsable
de genocidio
Sirvió incondicionalmente y fue pieza del ajedrez
del ex presidente Luis Echeverría
ALFREDO C. VILLEDA
El adolescente Mario Moya Palencia tenía una certeza
cuando cursaba secundaria: sería escritor. La oportunidad para demostrarlo
apareció con un concurso de cuento, en el que participó con
la seguridad del que se sabe ganador. Pero la decepción vino en
la forma de un tercer lugar. Un compañero de su generación,
quizá menos confiado, envió dos relatos a la competición
y con ellos ganó primero y segundo lugares. Su nombre: Carlos Fuentes
Macías. Sí, el mismo Carlos Fuentes que años más
tarde aportara algunas de las obras literarias más importantes en
español y también una frase con la que metió a México
en un brete: "Echeverría o el fascismo".
Esta
anécdota de su efímera seguridad juvenil por dedicarse a
la literatura la cuenta el mismo Moya Palencia en el prólogo de
su primera novela, El México de Egerton (Porrúa),
cuya acción transcurre en gran parte durante las seis primeras presidencias
de Antonio López de Santa Anna, de 1831 a octubre de 1842, fecha
del asesinato del pintor y grabador británico. Explica el autor
que después de su paso por el gobierno federal y su experiencia
como diplomático (¿su beca para esta obra?) ya había
cumplido con creces con lo que se requeriría para tener la carrera
de historiador, argumento que junto al de su esfuerzo literario en la secundaria
le sirven para justificar esta obra.
Moya Palencia pertenece a la generación 1950 de
la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México,
que se llamó "del medio siglo", de la que también son miembros
Enrique González Pedrero, Miguel Alemán Velasco, Carlos Fuentes,
Sergio Pitol, Víctor Flores Olea, Raúl Carrancá y
Rivas, Marco Antonio Montes de Oca y José Juan de Olloqui, todos
ellos políticos, litigantes o escritores de sobra conocidos. Pero
la especialidad del personaje de referencia fue la Secretaría de
Gobernación, en la que tuvo libre movimiento durante más
de una década e incluso fue pieza de ajedrez de su jefe, el presidente
Luis Echeverría Alvarez, quien finalmente eligió a José
López Portillo como sucesor. A partir de entonces Moya Palencia
se dedicó al servicio exterior y la literatura. Fue embajador en
Cuba. Pero también se empeñó en deslindarse de toda
responsabilidad por la represión que tuvo lugar durante la guerra
sucia.
El 25 de septiembre de 2003, el otrora jefe máximo
de Bucareli participó en Jalapa en la presentación del libro
País de un solo hombre: el México de Santa Anna, de
Enrique González Pedrero. En el remate de su alocución, expuso:
"Santa Anna era un político, como hubo muchos antes y habría
muchos después, que sólo pensaba en sus propios intereses
y en él mismo, y a quien solamente le importaba el poder. El poder,
ese agudo sable de dos filos que puede servir para proteger la vida o para
destruirla". Hoy, casi un año después, el archivo de Moya
Palencia y de Echeverría están consignados ante un juzgado
del Reclusorio Norte con la acusación de genocidio a cuestas, debido
al halconazo del 10 de junio de 1971, por lo que el fiscal especial
demanda órdenes de aprehensión contra ambos. Hoy deberá
saberse la decisión del juez.
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