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México D.F. Jueves 15 de julio de 2004
Comienza hoy en la Cineteca Nacional ciclo dedicado
a ese país sudamericano
Ley de incentivos fiscales impulsa en Brasil la producción
de cine
Parte del impuesto sobre la renta a las empresas se
destina a la cinematografía brasileña; se realizan entre
40 y 60 cintas al año Además hay una cuota de pantalla,
explica Tarcisio Vidigal
JUAN JOSE OLIVARES
Una de las cinematografías latinoamericanas que
sigue cosechando éxitos internacionales y que ha logrado un desarrollo
sostenido y constante (produce entre 40 y 60 cintas al año) es la
brasileña, ejemplo de evolución cinematográfica en
forma, contenido y manera de ser producida, pese a las dificultades económicas.
"La producción en Brasil se basa en los incentivos fiscales", menciona
Tarcisio Vidigal, presidente de Grupo Novo de Cinema e TV/Brazilian Cinema
Promotion, durante la presentación de la Semana de Cine Brasileño
que se efectuará del 15 al 23 de julio en la Cineteca Nacional.
Vidigal
sostuvo que los incentivos fiscales son importantes. "La empresas estatales
y privadas invierten en producto cinematográfico por una ley de
exención fiscal. Es parte del impuesto sobre la renta, pero en realidad
es el gobierno el que renuncia a esos impuestos al crear la ley. Esto es,
tres y cuatro por ciento de lo recaudado se invierte en obras audiovisuales,
eso es lo que mantiene la producción sostenida en Brasil. La leyes
de incentivos ayudaa a ello, pero hay otras fuentes como la asociación
con empresas grandes de producción basadas en Brasil (como las llamadas
majors). También está la relación con la televisión;
el fortalecimiento de esa unión, como con O Globo (Televisa de Brasil),
permite la inversión en cine nacional".
El productor abunda: "También hay una cuota de
pantalla que exige a cada sala exhibir cine nacional 62 días al
año. Es un decreto. El número dependerá de la cantidad
de producciones al año. En el país se discute si la medida
debe mantenerse; hay un grupo de productores y distribuidores que la quiere
y otros que no. Siempre que el cine nacional gane espacio en las salas
habrá quien lo quiera frenar; crece demasiado, ha habido cinco cintas
que rebasan los 4 millones de espectadores. Tenemos 22 por ciento de ocupación.
El año pasado fue entre 8 y 9 por ciento".
Para el agregado cultural de la embajada de Brasil en
México, Gustavo da Veiga-Guimaraes, "los mecanismos de apoyo de
los gobiernos son importantes. La superación del divorcio entre
cine y televisión es muy importante también, así como
el trabajo de profesionalización del cine brasileño, como
lo que hace la distribuidora Grupo Novo. Desde el punto de vista del gobierno,
la promoción del cine en Latinoamérica es prioridad. Es un
fenómeno que necesita cantidad de cintas, porque con tres películas
no hay cuotas de mercado. Se trata de aprovechar los elementos de la televisión
para el cine, con el elementos propios del séptimo arte. Eso puede
suceder en México que tiene una cinematografía espléndida".
Destacó la importancia de que "los mexicanos sepan
cómo obtener esa cuotas. Me preocupa que una cinematografía
nacional acceda a cuotas de mercado más grandes; es un problema
común entre México y Brasil. También en la música.
Es un ámbito de identidad que obtiene una cuota de mercado impresionante".
Para entender al cine brasileño actual habría
que hacer una referencia a los años 60, época de cambios:
el espíritu de la libertad y creación anidó en los
jóvenes; no obstante al golpe de Estado, prevaleció el trabajo
en exilio de algunos artistas, como Glauber Rocha, cuya obra se basó
en la identidad nacional, con lo que logró ser pilar en el nuevo
cine brasileño.
En los años de dictadura se lograron interesantes
trabajos de talla internacional como Los dioses y los muertos (Ruy
Guerra, 1970), Doña Flor y sus dos maridos (Bruno Barreto,
1976). A finales de los 70, el regreso a la democracia encontró
nuevas perspectivas con Carlos Diegues (Bye, bye, Brasil) o Héctor
Babenco (Pixote), aunque la austeridad en el periodo de Fernando
Collor de Mello se agudizó con la suspensión de Embrafilme
(instituto del gobierno para la producción nacional), proceso que
se invirtió por el apoyo de grupos financieros. En los 90 los éxitos
de cintas como A la izquierda del padre (Luiz Fernando Carvalho),
Ciudad de Dios, El hombre del año muestran el crecimiento
en el mundo del cine brasileño.
Las cintas que se exhibirán en este ciclo son Glauber,
laberinto de Brasil (de Silvio Tendler, presente en la muestra),
documental sobre la vida y obra del realizador Glauber Rocha, polémico
cineasta que revolucionó el cine de ese país, Nina
(de Heitor Dalia), El otro lado de la calle (de Marcos Bernstein,
también en México para presentar su cinta), Hubo una vez
dos veranos (de Jorge Furtado) y Lisbela y el prisionero (de
Guel Arraes de Alencar Filho), producciones recientes seleccionadas por
Grupo Novo, que también ha realizado estos ciclos en Argentina,
Chile y Perú.
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