Teresa del Conde/ II y última

En el Carrillo Gil

El Museo de Arte Carrillo Gil celebra 30 años. Junto a las piezas cuyo autor fue el propio coleccionista, doctor Carrillo Gil, se encuentra un gran dibujo de Luis Nishizawa que ejemplifica el uso del espacio sólo mediante la línea. Continúa con una serie de obras de formato reducido que ponen de manifiesto la inquietud universalista del responsable de la colección. Hay litografías de Picasso vecinas a dibujos de Auguste Rodin, que poco se habían exhibido antes; un Rouault, éste sí muy conocido y a continuación grabados de Alfredo Zalce, Fernando Castro Pacheco y Leopoldo Méndez ilustrando temas político-sociales, como la huelga de Río Blanco.

Realmente el Taller de Gráfica Popular se especializó en difundir temas histórico-sociales generalmente por medio de linóleos de muy buen nivel, pero si se dirige la mirada a un lado, se encuentra con que la pequeña xilografía de Siqueiros, La familia (1936), es de nivel muy superior; obedece a expresión realmente moderna. Esta pequeña obra maestra llega a ser monumental.

La mirada se detiene a continuación en un cuadro estupendo de Miguel Castro Leñero, El abrazo (1982). Prosigue abundante documentación que ocupa trechos considerables de mamparas y muros; esa sección se complementa con dos cuadros más de artistas de hoy: un dibujo de Carla Rippey y una pintura audaz, muy colorida, de Magali Lara.

El piso superior abre con la impresionante cabeza archimboldesca de Carlos Aguirre, Los olvidados (1989), realizada con guantes.

Un poco olvidado está ahora el pintor Aarón Cruz de quien se anota que tuvo una exposición en 1984, que si mal no recuerdo, yo seleccioné. En 1988 ocurrió la terrible inundación de las bodegas del museo, que todos recordamos.

Allí se encontraban en ese momento Las dos Fridas, varias obras de Remedios Varo congregadas para una exposición que tuvo lugar en España, cuando todavía su ahora enemiga, doña Beatriz, no se consideraba heredera universal. Digo que es ''su enemiga", pues de ser cierto que la hoy heredera respetaba, admiraba y quería a su tía, se guardaría muy bien de alegar lo inalegable: o sea que tiene derecho a la posesión de las 39 piezas de la colección INBA, con declaratoria de Monumento Nacional, exhibidas con afluencia de público en el Museo de Arte Moderno.

Recordando la inundación, añado que allí se encontraba congregada una abundante colección de aguafuertes de José Luis Cuevas, después exhibida con su correspondiente catálogo, muy útil, porque a los textos de Louis Panabiére y de quien esto escribe, se añadió un glosario técnico realizado por Luciano Spanó.

La inundación también involucró la colección completa de gráfica reunida por Francisco Toledo. El museo se convirtió en auténtico hospital de restauración y las batas blancas de los ''médicos" no se daban descanso día y noche. Ese mismo año se creó el CNCA, ocurrió la apertura de La Quiñonera y la deposición, que no renuncia, como reza la cédula, de Jorge Alberto Manrique como director del MAM, a resultas de la irrupción del grupo Pro Vida en la galería de exposiciones temporales, donde se exhibía el Salón Alternativo. Don Manuel de la Cera, quien entonces dirigía el INBA, cortó cabeza a Manrique y fuimos muchos los que protestamos.

En la documentación referida al año 1989 viene mencionada una muestra que hizo ámpula, pero por confusa, profusa y difusa. Me refiero a Magiciens de la Terre que tuvo lugar en el Georges Pompidou de París y en La Villete. Sólo dos representaciones mexicanas quedaron incluidas en el multitudinario conjunto: una correspondió a Julio Galán y otra a los los hermanos Linares, artesanos creadores de los famosos alebrijes.

Después se exhibe un cuadro orozquiano formidable de Rubén Rosas (1988). El espacio no da para que continúe refiriéndome a la correcta documentación que sucede a lo que he mencionado, pero deseo destacar otras piezas elegidas para verse ''en vivo", como el Corazón de América (1987), hecho en cardos y espinas por el cubano Juan Francisco Elso, la bien elucubrada Araña (1993), de Diego Toledo; el Camino longitudinal, de Perla Krauze (1995) en lámina de plomo como receptáculo del agua, una foto de Jef Burton y el Dilema P.M.S. (post menstrual) de Miguel Ventura. Un dibujo a tinta y carbón de gran formato, Mutilación, de Gustavo Montoya alterna con la impresionante Ejecución virtual en imagen digital de Daniel Joseph Martínez.

La curaduría de esta exposición que nadie interesado en arte debería perderse se debe a Ana Garduño, Jorge Reynoso y Alvaro Vázquez. La museografía es de Armando Sáez.