México D.F. Domingo 11 de julio de 2004
Música y danza acompañan la declamación
de las piezas líricas, en el Jardín Hidalgo
Recrean en Coyoacán Veinte poemas de amor...
FABIOLA PALAPA QUIJAS
Decenas de personas se reunieron después del mediodía
del sábado para conmemorar el centenario del natalicio del poeta
chileno Pablo Neruda (1904-1973), en el Jardín Hidalgo de Coyoacán.
Nerudianos y gente que pasaba, evocaron un amor olvidado
con la lectura de Veinte poemas de amor y una canción desesperada,
que el poeta publicó a los 20 años.
Embargados
por la nostalgia, los asistentes aguardaron la llegada de los artistas
que interpretarían los poemas del premio Nobel de Literatura1971,
pues deseaban gozar cada uno de los versos de aquel hombre que no seguía
una receta para componer un poema.
Niños, jóvenes y adultos se convirtieron
en el séquito del poeta y dieron cuenta de que a pesar de los tiempos
difíciles, la poesía está viva; algunos de los presentes
se despojaron de las miserias e injusticias que aniquilan a la sociedad.
"Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te
pareces al mundo en tu actitud de entrega...". Cayó la poesía.
Los artistas comenzaron a leer los 20 poemas de Neruda y entre cada intervención
degustaban vino, chileno por supuesto.
Con gran emoción, cada uno de los que participaron
en el homenaje invitaron a soñar al espectador a través de
esa melancolía que transmitían.
Aunque hubo gente que se pasaba de largo, y uno que otro
prisionero de Morfeo, la mayoría del público permaneció
atento a la lectura de los versos cargados de sentimientos amorosos.
"Muda, mi amiga, sola en lo solitario de esta hora de
muertes y llena de las vidas del fuego...". Apareció el calor del
sol y el verde de los árboles brillo en aquel momento.
Amantes cansados por una desventura, y en espera de una
compañía, eternos solitarios con un libro en la mano, familias,
y hasta un ciclista, tuvieron la certeza de que ahí estaba el autor
de Cien sonetos de amor.
Remolinos de poemas cubrieron Coyoacán, mientras
las nubes se apartaban porque los destellos de luz tenían algo que
decir. "Es la mañana llena de tempestad en el corazón del
verano. Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos".
Náufragos nerudianos escucharon al poeta, en voz
de José Alonso, Serrando Manzetti, Alejandro Usigli, Edith Kleiman,
Masha Kostiurina, José Antonio Coro y Sergio Silva, entre otros.
Con música de Neiffe Peña, la compañía
de danza contemporánea Tierra Independiente bailaba la obra poética
de Pablo Neruda. Piernas y espaldas desnudas dibujaban las palabras del
poeta chileno y, al compás, unas cabecitas blancas seguían
cada movimiento.
Los versos rodaban por el jardín, que fue sorprendido
por hombres, que ofrecían gelatinas, chicharrones y helado, para
romper por momentos el hechizo provocado por los poemas de un chileno nacido
en 1904.
La quietud del sábado fue testigo de ojos llorosos;
suicidio virtual en las mentes, de quienes por un instante se dejaron atrapar
por la música y la poesía viviente. "Entre los labios y la
voz, algo se va muriendo. Algo con alas de pájaro, algo de angustia
y de olvido".
Tras los aplausos, llegó el silencio al Jardín
Hidalgo.
|