México D.F. Lunes 5 de julio de 2004
EUROPATADAS
Rubén Montedónico
Tragedia griega, la de Portugal
CUANDO EL calendario indica que se está en julio y la geografía que se pisa territorio de lengua portuguesa, si se es local y se debe organizar un torneo de futbol deberán tomarse precauciones: la combinación de aquellos factores suele ser trágica para brasileños, en el Maracaná de 1950, o lusitanos, en el Da Luz de 2004.
SCOLARI AYER volvió a equivocar el esquema táctico: falló al ubicar a Figo transitando por el centro con la doble finalidad de atraer la media rival y lanzar desde ahí los ataques, que debían iniciar con pases a las laterales para Cristiano Ronaldo y Miguel. Esperó que la media de contención griega saliera a apretar en campo abierto, generara vacíos en su terreno y que eso lo aprovechara Portugal.
NADA DE ESO ocurrió: los griegos vieron lejos de su área a Figo y lo mantuvieron vigilado; las parejas Zagorakis-Seitaridis y Giannakopoulos-Kapsis se encargaron de neutralizar a los puntas lusos, que si alguna vez pasaron o centraron se encontraron con Dellas y Fyssas. Hasta Nikopolidis se lució haciendo ovillos con su cuerpo sobre la pelota, como enseñaban los clásicos.
EL CUADRO portugués estuvo limitado en lo táctico y fue poco lo hecho por sus jugadores, reiterativos y sin creación. Cuando se vieron abajo en el marcador, adentrado el segundo tiempo, la banca se acordó de meter a Rui Costa, pero el desánimo del equipo era mayor que la dosis de buen futbol que inyectaba el hombre del Milán.
DEL LADO griego no se vio nada espectacular, sino más bien prudencia, apego al esquema, sacrificio y mejor tratamiento en corto del balón. Sin embargo, mostró ganas de sacar adelante su planteo, aprovechar algún parpadeo rival y, al igual que en otros partidos, con un cabezazo -de Charisteas- ganó.
DESPUES REGRESO al esquema táctico, sumó a su anotador a la defensa, cambió para que piernas frescas contribuyeran a neutralizar cualquier peligro y aguantó el paso del tiempo.
GRECIA NO sintió la obligación de dar espectáculo sino sólo un zarpazo. Son campeones los más modestos, aquellos de los que escribimos que parecían una suerte de falange macedónica comandada por un teutón: no gustaba su juego pero era efectivo. Así llegó al final. [email protected]
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