México D.F. Lunes 5 de julio de 2004
Iván Restrepo
Sierra Gorda y el agua del Colorado
La Sierra Gorda es una de las reservas de la biosfera más importantes de México. Sus casi 400 mil hectáreas (se extienden por los estados de Querétaro, San Luis Potosí, Hidalgo y Guanajuato) contienen incalculable riqueza ecológica y cultural que ha sido poco estudiada. Es el centro verde de México, pero también donde sus habitantes arrastran pobreza, inclusive extrema. Existen algunos programas para conservar el ambiente y combatir la desigualdad y la injusticia. Y en esa tarea cumplen papel clave quienes tienen a su cargo la administración de la reserva, dirigida por Marta Ruiz Corzo. Hace poco Elena Poniatowska ofreció en La Jornada una visión de lo que realiza la señora Corzo, junto con un selecto grupo de colaboradores, y alertó sobre los intereses caciquiles de ciertos dirigentes agrarios vinculados con el PRI que intentan de mala manera apoderarse del manejo de la reserva, seguramente para medrar a su sombra y controlar a los campesinos e indígenas de la región. Hay que evitar que ocurra, lo que será posible si se cuenta con la participación efectiva de la población en los programas que buscan evitar la destrucción de los recursos naturales y combatir la desigualdad social y económica en la región.
Asimismo hay que evitar otro desaguisado en la frontera norte. Al inicio del sexenio, varios analistas afirmaron que los problemas fronterizos con Estados Unidos tendrían pronta y adecuada solución debido a la amistad que une a los presidentes Fox y Bush. Pero las cosas no han sido color de rosa, en especial para un asunto de interés binacional: el agua. Prueba de ello es el anuncio de que pronto dará inicio la construcción del polémico Canal Todo Americano, como parte de la estrategia para enfrentar las carencias que el estado de California tiene de abastecimiento de agua. Necesita más líquido y utilizarlo mejor. Una de las acciones consiste en aprovechar hasta la última gota que le corresponde del caudal del río Colorado, el cual, luego de recorrer siete estados del vecino país, finalmente llega a México.
Está bien que California cuide el agua de un río internacional, pero no que perjudique a su vecino violando acuerdos vigentes. Precisamente eso ocurrirá con la construcción del nuevo canal, que una vez revestido evitará la filtración del líquido.
Con el actual canal la filtración alcanza 100 millones de metros cúbicos de agua, que luego extraen del subsuelo 3 mil familias del valle de Mexicali para sembrar varios cultivos de exportación. El nuevo canal afectará más de 6 mil hectáreas de humedales ubicados en nuestro territorio. Cada vez se sabe más de la importancia de los humedales para el ambiente, así como para la fauna y la flora, al grado que se encuentran protegidos por una Norma Oficial.
En los últimos cinco años ha habido varias reuniones de la Comisión Internacional de Límites y Aguas para discutir lo relacionado con el nuevo canal y buscar para México la solución más adecuada. También los senadores de los estados fronterizos han intervenido con igual propósito en reuniones con las autoridades de Estados Unidos. Sin embargo, ahora, por sus pistolas, nuestro vecino y socio comercial decide qué hacer con el agua del Colorado, sin medir los daños ambientales, económicos y sociales que causará en México, ignorando lo que al respecto señalan los acuerdos sobre manejo del agua común y el cuidado del ambiente.
Una forma de compensar los volúmenes de agua que por filtración al subsuelo no llegarán más al valle de Mexicali podría consistir en que Estados Unidos envíe mejor calidad en la cuota que nos corresponde del caudal del Colorado. O la entregue más cerca para evitar pérdidas por evaporación. Esa agua está muy contaminada por residuos de plaguicidas y compuestos salinos, lo que disminuye la calidad de las tierras agrícolas. O que una parte ínfima de los enormes subsidios que el gobierno de Bush destina al sector rural de su país sirvan para compensar a los campesinos que no puedan sembrar sus tierras por falta de agua.
Quizá sea pedir peras al olmo, pero la amistad entre los presidentes de ambos países debe facilitar la solución de problemas, y no servir apenas para presumir ranchos y sillas de montar caballos.
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