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México D.F. Sábado 19 de junio de 2004
Se presenta en el Teatro de los Insurgentes
Tanguera, propuesta actual que conserva intacto su espíritu
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Después de haber estado arrinconado durante algún tiempo, el tango resurge con fuerza gracias a una nueva generación de jóvenes argentinos que encontraron en este género toda una fuente de creatividad, expresión e identidad cultural. En los años 60, y hasta mediados de la década de los 90, del siglo pasado, el rock y otros estilos anglosajones conquistaron a aquellas generaciones de manera rotunda. Habiéndose creado un movimiento fructífero y un sonido propio en el rock, hoy, y de manera paralela, surge en Argentina una nueva generación que vuelve la mirada a sus raíces y, con entusiasmo, crea una propuesta de tango actual que conserva intacto su espíritu original. Es el caso de Tanguera, comedia musical dirigida por Omar Pacheco y que inició una corta temporada en el Teatro de los Insurgentes.
Este montaje fue estrenado en Buenos Aires hace dos años y, debido al éxito obtenido, se encuentra ahora de gira por Latinoamérica. Tanguera rompe con los esquemas establecidos en una propuesta tradicional de tango. Aquí no existe la presencia de una orquesta en el escenario, tampoco aparecen parejas bailando de manera independiente, ni se percibe esa aureola nostálgica de un pasado glorioso que suelen tener los tradicionales espectáculos de tango. En esta puesta se narra toda una historia a través de la danza. Hay cantantes, pero son personajes dentro de la misma estructura narrativa, y posee todo un manejo escenográfico, de tramoya y de vestuario como el de cualquier musical de Broadway.
Tanguera está ubicado en el Buenos Aires de principios del siglo XX. Epoca del nacimiento del tango, gestado entre arrabales y burdeles, entre malevos, criollos y emigrantes, donde una mina bien vale un duelo a muerte. La historia comienza cuando una joven francesa llamada Giselle llega al puerto de Buenos Aires para cumplir una promesa de matrimonio. Ella, como tantos emigrantes europeos que llegaban a Argentina buscando una vida de prosperidad, se encuentra con Gaudencio, matón portuario que la somete a la prostitución. Mientras ella se convierte en la estrella del cabaret, Lorenzo, joven criollo que pretende su amor, aprende las reglas del malevaje para acabar con Gaudencio y rescatar a Giselle del meretricio.
Virtuosismo, rapidez y agilidad
La dirección coreográfica corre a cargo de la primera bailarina, misma que interpreta el personaje de Giselle, Mora Godoy. El diseño del montaje consta de nueve escenas compuestas, a su vez, por varios cuadros de baile, los cuales destacan por su virtuosismo y rapidez de movimientos. Según cuenta Godoy, no es fácil remplazar a uno de los 24 bailarines de esta compañía, pues para este espectáculo se necesita de un complejo entrenamiento, un elevado grado de coordinación y de agilidad. Con tintes de danza contemporánea, aquí se deja a un lado el tango milonguero para introducirse en un tango veloz, altamente expresivo y sólo ejecutable por un profesional de la danza.
El vestuario, diseñado por Cecilia Monti, rescata el erotismo que caracterizó la formación del tango. Nacido en prostíbulos y arrabales, los trajes de los bailarines son muy varoniles y seductores, mientras que el de las muchachas es altamente provocador. El vestuario aleja al espectador de los característicos barrios populares tangueros o de los escenarios acartonados para, de una manera mucho más atrevida, introducirlo en el corazón de un burdel.
La escenografía de Valeria Ambrosio, junto a la iluminación de Ariel del Mastro, es muy imaginativa, la cual transita entre la parafernalia de tramoyas, grúas y poleas de los musicales y la plasticidad fotográfica de los decorados cinematográficos. El puerto bonaerense, el famoso barrio de la Boca -suburbio portuario de inmigrantes y uno de los escenarios de la gestación del tango-, los conventillos -vecindades arrabaleras- y los prostíbulos son algunos de esos pasajes escenográficos que enmarcan la narrativa dentro de un cuadro crudo pero, al mismo tiempo, poético. Destacable en este espectáculo es la calidad de los cantantes, especialmente la voz de Marianella que interpreta canciones de Eladia Blázquez, reconocida compositora argentina cuyos temas han sido interpretados por cantantes como Adriana Varela, Marilina Ross o Mercedes Sosa.
Tangos clásicos como La cumparsita, Desde el alma, El choclo o Garufa son homenajeados a través de un complejo lenguaje corporal, el cual demuestra, cómo este género es capaz de transitar por un amplio abanico de emociones, rompiendo con el falso mito de su perenne estado de melancolía y reminiscencias pasadas. Esta joven generación está construyendo una nueva concepción del tango, un género con futuro, cimentado en sus orígenes pero compartiendo nuestra realidad contemporánea. Porque, aunque "veinte años no es nada" para el tango había sido mucho, todo un olvido.
Tanguera: Teatro de los Insurgentes: Av. Insurgentes Sur 1587. Funciones del 18 al 27 de junio. Horario: de martes a viernes 20:00, sábados 17:00 y 20:30, y domingos 18:00 horas. Boleto: 490 y 390 pesos.
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