México D.F. Martes 15 de junio de 2004
Uno de los óleos mejor cotizados en la
puja de Christie's perteneció al Marco de Monterrey
Los coleccionistas prefieren donar y vender a la IP,
pero no al Estado
Alvar Carrillo Gil mantuvo una difícil negociación
para entregar mil 400 obras a México: Ana Garduño
MERRY MAC MASTERS
El pediatra y empresario farmacéutico Alvar Carrillo
Gil creía firmemente en la función del Estado como salvaguarda
del arte nacional.
Por esa razón, desde los años 50 el promotor
cultural yucateco decidió entregar su colección de mil 400
obras de arte a México, como gustaba decir.
Pero no le fue nada fácil negociar con el gobierno.
De acuerdo con Ana Garduño, quien se doctoró con una tesis
sobre la colección Carrillo Gil, hubo varios intentos en los años
60, durante el gobierno del presidente Adolfo López Mateos, el supuesto
''sexenio de los museos", para construir el Nacional de Antropología
y el de Arte Moderno.
Sin
embargo, ''no hubo un acuerdo con el gobierno para que la colección
Carrillo Gil fuera la que creara al Museo de Arte Moderno. Fue muchos años
después, en 1972, cuando el doctor estaba en realidad enfermo y
por tanto aceptó una reducción considerable del precio del
avalúo", señala la integrante del equipo curatorial de 30
años del Museo de Arte Carrillo Gil. Origen y vocación,
exposición que será inaugurada mañana a las 20 horas
en el recinto de avenida Revolución 1608, San Angel.
En gran medida esto se debió a que entonces, como
hoy, hace falta una legislación en la materia que facilite la donación,
así como la compra venta de colecciones de obra de arte por el Estado.
Intentos infructuosos
Garduño indica que diferentes funcionarios, de
distintas gestiones culturales, así como algunos miembros del ambiente
cultural y artístico mexicano han hecho varios intentos de ''reunirnos
y hablar de la necesidad de una legislación especial para las condiciones
mexicanas, de modo que la recepción de donaciones sea de manera
clara, precisa, concreta".
Eso contrarrestaría un proceso ''largo, tortuoso,
doloroso, en el que el coleccionista no sabe a qué institución
acudir, a quién le corresponde o qué beneficios se le puede
otorgar en cuanto a exensión de impuestos al donar sus piezas de
manera definitiva".
Continúa: ''No tenemos una legislación adecuada,
actualizada a las circunstancias contemporáneas, y eso es un grave
lastre para la recepción de donaciones. Una persona que intenta
donar, como el doctor Carrillo Gil, tiene que pasar muchos años
en tratar de convencer a las autoridades en turno y una serie de problemáticas
de una negociación muy larga porque nadie sabe a quién le
corresponde o de qué manera hacerlo rápida y expedita".
Si la recepción de donaciones no está bien
reglamentada, mucho menos lo está la compra venta de colecciones
de arte.
Y cuando se trata de un asunto mixto de donación-venta,
como fue el caso de la colección Carrillo Gil, hasta hubo necesidad
de que el presidente de la República (Luis Echeverría) autorizara
la compra.
De no haber sido así, apunta la entrevistada, no
se hubiera realizado porque ni los funcionarios del Instituto Nacional
de Bellas Artes, ni la Secretaría de Educación Pública
tenían la independencia necesaria para tomar una decisión
de esta envergadura.
Esto se traduce en gran desaliento para los coleccionistas
particulares quienes acaban entregando sus acervos a fundaciones privadas.
Se trata de El fumador, de Tamayo
Silencio del museo regiomontano
MERRY MAC MASTERS
Por medio de una carta enviada a este diario el promotor
cultural David Torrez manifiesta su sorpresa por la venta en Christie's
París, el pasado 11 de junio, de una obra de Rufino Tamayo que fue
parte de la colección del Museo de Arte Contemporáneo (Marco)
de Monterrey.
Se trata de El fumador (1945), óleo sobre
tela que en realidad es un autorretrato, que la casa de subastas sacó
a la venta con el número de lote 19 y que alcanzó el precio
de 439 mil dólares, cifra que lo colocó en la cuarta posición
entre los 10 mejor vendidos.
Dicha obra entró a la colección del Marco
en 1991, gracias a un donante anónimo. En ese tiempo Torrez vivía
en Monterrey y era reportero de un diario local.
Recuerda que Fernando Treviño, entonces director
del Marco, convocó a una conferencia de prensa para mostrar la nueva
adquisición.
Ese mismo año el museo regiomontano lo incluyó
en la muestra Hechizo de Oaxaca, por tanto, aparece ilustrada en
la página 187 del catálogo de la muestra. Hasta 1996 la obra
permaneció en la colección del Marco que la prestó
para su exhibición, de octubre de 1995 a enero de 1996, en la exposición
Rufino Tamayo del reflejo al sueño: 1920-1950, en el desaparecido
Centro Cultura/Arte Contemporáneo, de Televisa.
¿En qué momento la obra salió de
la colección del Marco y por qué motivo?, pregunta Torrez.
¿Por qué la casa de subastas no menciona esta proveniencia
de la obra, no obstante, que cita el catálogo del museo? Y, ¿quién
se encarga de que se cumpla la voluntad de un donante de obra de arte en
un museo con participación estatal y de la iniciativa privada? Cuántos
museos de Oaxaca, agrega, quisieran contar con una obra de Tamayo en su
acervo, pero no tienen modo de adquirirlo.
Desde el viernes 11, La Jornada ha intentado corrobar
esta información con Jaime Rosales, director administrativo del
Marco, pero siempre ha recibido como respuesta que ''ya salió''
o que ''está en una junta''.
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