México D.F. Sábado 12 de junio de 2004
Planeado por antiguos colaboradores del ex presidente
Un guión que buscaba proyectar "el legado" del ex mandatario
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 11 de junio. Las más de 100 mil personas que llenaron las calles frente al Capitolio esta semana para despedir a Ronald Reagan comprobaron que el ex presidente sigue gozando de aprobación popular, pero estos ciudadanos, sin saberlo, también fueron convertidos en extras en un drama con un detallado guión llamado Operación serenata, cuya intención era proyectar que Reagan, como símbolo de una ideología, sigue vivo y en buen estado de salud en Estados Unidos.
"La revolución Reagan no ha llegado a su fin", insistió Ken Khachigian, estratega republicano que trabajó para el ex presidente, en varias entrevistas con los medios esta semana. Khachigian y un grupo de ex colaboradores de Reagan han estado organizando la escenografia, el guión y hasta las luces del funeral de su ex jefe durante más de una década bajo el nombre de Operación serenata -que incluye un documento de 300 páginas sobre cada detalle de lo que ocurrió esta semana.
El objetivo de esta sofisiticada coreografía, explicó el ex asesor de la Casa Blanca Jim Hooley al Wall Street Journal, fue convertir el funeral en "un evento de construcción del legado" de Reagan. "Necesitamos -agregó- cada oportunidad para demostrar a los medios, que podrían ser escépticos, que esta es la manera en que América se siente en torno a este tipo". Cada segundo de este funeral ha sido planeado a la perfección, hasta los detalles microscópicos como la decisión hace unos meses de ajustar el ángulo de las cámaras para el momento final, para que el ataúd entrara a la tierra justo con la puesta del sol en California.
Pero aún sin este detallado guión, quedó claro que para los cientos de miles que se congregaron esta semana Ronald Reagan era una figura que logró la simpatía de una amplia gama del público estadunidense. El pintor de casas Steve Dietrich, de 50 años, manejó desde Lancaster, Pennsylvania, hasta Washington para participar en este último adiós a un presidente que adoraba, comentó a La Jornada mientras esperaba ver el ataúd de Reagan en el Capitolio.
El pequeño empresario Mike Ricatto dijo que valía la pena manejar desde Brooklyn, Nueva York, y esperar durante cinco horas en la cola, bajo el casi inaguantable sol, para tener la oportunidad de estar unos tres minutos en la misma sala que el ataúd de un hombre que para él fue el presidente más importante del último medio siglo. "Logró deshacerse del comunismo él solito", declaró Ricatto a La Jornada. "Sin derramar sangre detuvo a los comunistas, sin disparar una sola bala".
La estudiante preparatoriana Cynthia González, de 14 años de edad, estaba menos clara sobre los detalles históricos, pero dijo a este diario que fue "un gran hombre". Cuando se le preguntó de qué país eran sus padres, respondió: "El Salvador". Al ser interrogada respecto de si sabia qué papel había jugado Reagan en la historia de aquel país, dijo que no. Pero su madre, Blanca González, también en la cola para ver el ataúd del presidente, sólo respondió: "sí".
Para algunos inmigrantes latinoamericanos lo más importante que recordaban de Reagan no eran sus políticas intervencionistas en América Latina, sino que en 1986 promulgó la última ley de amnistía para trabajadores indocumentados aprobada en este país.
Pero casi sin excepción, la percepción general de los entrevistados esta semana se enfocó más sobre la personalidad que sobre la política de Reagan. Cabe resaltar que una abrumadora mayoría de los que llegaron a Washington para la despedida final eran republicanos conservadores, muchos vestidos con los colores de la bandera.
La señora Maria Williams, una de los ocho afroamericanos que se podía ver entre los miles durante más de una hora de entrevistas a las afueras del Capitolio, dijo que ni siquiera había votado por Reagan. Sin embargo, añadió que había venido para rendir respeto al "único presidente en mi vida que nos unió, sin importar el color de la piel".
Es esta capacidad de generar simpatía más allá de las líneas partidarias que, en parte, explica por qué casi todo político en este país se vio obligado a rendir tributo a Reagan. Figuras nacionales de los dos partidos nacionales acudieron al Capitolio ante el ataúd presidencial, y fue el caso hoy en el servicio fúnebre en la Catedral Nacional para el hombre que tuvo un papel clave en cambiar tanto a su propio partido, el Republicano, como al Demócrata.
No fue sorprendente que el actual mandatario George W. Bush elogiara al icono de su partido, pero también rindió homenaje al político que logró sumar las filas religiosas conservadoras al partido, un sector clave para la elección del propio Bush.
Bush buscó presentarse como heredero de Reagan al recordar las políticas de su antecesor en términos muy parecidos a las que presenta sus propias políticas. Habló de una reforma económica que privilegia a los individuos y limita el papel del Estado y de buscar la paz mundial con un Estados Unidos fuerte, la defensa de la "libertad" en toda esquina. "Cuando vio al mal acampando al otro lado del horizonte, llamó a ese mal por su nombre", declaró Bush desde el púlpito de la Catedral Nacional. "Ronald Reagan creyó en el poder de la verdad en la conducta de los asuntos mundiales", dijo Bush, aunque algunos críticos podrían preguntarse qué deseaba Bush al mencionar esto en esta coyuntura.
Pero el liderazgo republicano no fue el único que elogió a Reagan. Al candidato presidencial demócrata John Kerry, no le bastó presentarse ante el ataúd de Reagan en California inmediatamente después de su muerte, sino que viajó de regreso a esta capital donde de nuevo se presentó ante el ataúd en el Capitolio y hoy se sumó a los participantes del evento fúnebre en la Catedral Nacional. "Hoy, desde California a Maine -de 'mar a mar reluciente'- los estadunidenses bajarán la cabeza para orar en gratitud de que el presidente Reagan dejó una estampa tan imborrable sobre la nación que amó", dijo Kerry en una declaración en su sitio de Internet.
Esta estrategia, explicó un asesor de Kerry al New York Times, fue la única opción apropiada frente a la realidad política de que Reagan gozaba -de hecho fue electo- por la simpatía de que gozaba entre los demócratas conservadores. "Si uno está buscando apelar al centro, esta es la forma apropiada", justificó el asesor de Kerry.
El guión de Operación Serenata concluye con el entierro durante la puesta del sol hoy en California. Pero casi todo político en este país entiende que Reagan, como factor político, sigue coleando.
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