México D.F. Sábado 12 de junio de 2004
La desarrollaron el Pentágono y el Departamento
de Justicia, revelan documentos
Washington creó estrategia para evitar acusaciones
por torturas
Existe sólo cuando hay "lesión física
seria, como la falla de un órgano": abogados del gobierno
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 11 de junio. El gobierno
de George W. Bush ha desarrollado una nueva estrategia legal que otorga
a sus soldados amplias exenciones a las prohibiciones estadunidenses e
internacionales a la tortura de enemigos y argumenta que, por ejemplo,
el maltrato de un enemigo sólo se considerará tortura si
resulta "en una lesión física seria, como la falla de un
órgano, el deterioro de una función del cuerpo o aun la muerte".
Documentos hasta ahora secretos obtenidos por La Jornada
y otros medios esta semana demuestran que existía una política
desarrollada en los más altos niveles del gobierno de Bush para
autorizar el uso de técnicas de interrogación definidas por
la Cruz Roja como tortura. Cada día hay nuevas revelaciones en esta
capital sobre la extensión de esta política. El Washington
Post reportó esta semana que la Cruz Roja rehusó enviar
equipos médicos a las instalaciones de detención en Guantánamo
durante seis meses en 2003, porque descubrió que los militares utilizaban
la información médica de los doctores para facilitar sus
interrogatorios.
En
un documento secreto del gobierno estadunidense de 56 páginas, fechado
el 6 de marzo de 2003, abogados del Pentágono argumentan que las
leyes estadunidenses que prohíben la tortura "deben ser consideradas
como inaplicables en los interrogatorios" realizados por militares estadunidenses
que actún bajo el comando del presidente en tiempos de guerra. Este
documento, clasificado como "secreto", ofrece a militares de alto rango
una definición legal oficial de "asalto", "crueldad" y "maltrato",
entre otros tipos de comportamientos que normalmente serían considerados
como tortura.
El presidente Bush rehusó responder a periodistas
el pasado jueves si estaba de acuerdo en que la tortura es, a veces, justificada
en tiempos de guerra. Durante una conferencia de prensa al término
de la cumbre del Grupo de los Ocho, en Georgia, Bush repitió que
"la autorización que yo dí fue que cualquier cosa que hiciéramos
se ajustara a las leyes de Estados Unidos", respuesta que evadió
establecer si apoyaba la posición de los abogados del Pentágono
de que la tortura no siempre es ilegal.
El documento del Pentágono parece hacer eco de
otro preparado por el Departamento de Justicia ese mismo año, el
cual establece que la tortura de un prisionero "podría ser justificable"
si "evita más ataques contra Estados Unidos de la red terrorista
Al Qaeda". El procurador general, John Ashcroft, ha reconocido la existencia
de éste, pero rehusó entregarlo al Congreso esta semana.
Este documento, del Departamento de Justicia, también
especifica que para que un tipo de maltrato sea calificado de tortura debe
ser suficientemente severo como para provocar la falla de un órgano
o la muerte. O sea, intenta calibrar qué tanto dolor se requiere
para que algo sea considerado como tortura.
Tanto el documento del Departamento de Justicia como el
del Pentágono sostienen que el gobierno estadunidense siempre ha
tenido una definición más limitada de lo que es tortura,
que el empleado por gran parte de la comunidad internacional.
Cuando Estados Unidos ratificó la Convención
Internacional contra la Tortura en 1994, el entonces gobierno de Bill Clinton
afirmó que sólo acordaba firmar esta convención con
la condición de modificar la definición de esta manera: "para
constituir tortura, un acto tiene que tener la intención específica
de infligir dolor o sufrimiento físico o mental severo".
Definición amplia
Estados Unidos sostuvo que la definición de tortura
en la convención internacional era demasiado amplia y por tanto
agregó una serie de acciones que podrían considerarse como
tortura, incluyendo "la amenaza de muerte inminente" y "la amenaza de que
otra persona será inminentemente sujeta a la muerte", entre otras,
pero con la idea de que otros tipos de comportamiento no serían
clasificados así.
Estas modificaciones, declaran los abogados del Pentágono
en su documento de marzo de 2003, son importantes para evitar que militares
que participan en interrogatorios sean acusados de tortura. Además,
señalan que los militares podrían argumentar que sólo
cumplían órdenes. Esa defensa, que fue notablemente descartada
en los juicios de Nuremberg, es permisible, sugieren los abogados del Pentágono,
si "una persona de sensatez y comprensión ordinaria" no estaba consciente
de que su acción era una violación de la ley por ser crimen
de guerra.
Reconocen que sus argumentos de que los militares estadunidenses
están exentos de las prohibiciones contra la tortura podrían
no ser aceptados por otros países u otras interpretaciones de la
ley. "Otras naciones y organismos internacionales podrían tomar
una perspectiva más restrictiva" de qué tipos de técnicas
de interrogación son permitidas bajo la ley internacional, advierten
los abogados.
Los documentos del Pentágono y del Departamento
de Justicia también demuestran que altos oficiales estadunidenses
están preocupados porque podrían ser acusados de crímenes
de guerra. De hecho, Jonathan Tepperman, editor principal de la revista
Foreign Affairs, escribe hoy en el New York Times que bajo
la doctrina legal de "responsabilidad de mando", desarrollada por los estadunidenses
ante los tribunales de Nuremberg, "oficiales pueden ser responsabilizados
de crímenes de guerra cometidos por sus subordinados, aun si no
giraron órdenes para ellos -siempre y cuando tuviesen control sobre
los acusados".
Esta es una norma reconocida por los tribunales estadunidenses
y empleada en los tribunales internacionales en La Haya contra, por ejemplo,
el ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, agregó. Aunque Tepperman
acepta que es poco probable que altos oficiales estadunidenses enfrenten
juicios por crímenes de guerra, señala que las acciones estadunidenses
en Irak y Guantánamo podrían hacer difícil, si no
imposible, procesarlos por dichos ilícitos en cualquier parte del
mundo en el futuro.
Pero también será difícil evitar
las demandas para realizar investigaciones en este país. Gregg Broche,
experto legal y médico que participó en las investigaciones
de tortura en la guerra sucia de Argentina, dijo que doctores que
trataron a prisioneros en Abu Ghraib o en Guantánamo podrían
perder sus licencias y hasta ser culpados de complicidad en casos de tortura.
Un grupo de abogados militares, algunos de los cuales
protestaron ante la orden del Pentágono de desarrollar la nueva
doctrina legal justificando la tortura, promueve demandas para que altos
funcionarios rindan cuentas sobre este asunto.
La revelación de que el secretario Donald Rumsfeld
aprobó personalmente una lista de técnicas agresivas de interrogatorio
ofrece nuevas pruebas de que la tortura de los detenidos en Abu Ghraib
no es un incidente aislado, sino parte de una nueva política promovida
por el Pentágono. Algunas de las técnicas, como colocar a
detenidos en "posiciones de estrés" por periodos prolongados y algunas
formas de contacto físico, son muy parecidas a las acciones que
están grabadas en las famosas fotografías de abusos en Irak.
A la vez, abogados de los soldados de bajo rango acusados
de torturas en Abu Ghraib casi seguramente utilizarán estos documentos
recién revelados como parte de la defensa de sus clientes.
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