México D.F. Sábado 12 de junio de 2004
DESFILADERO
Jaime Avilés
ƑQuién cree usted que gane?
Fox quiere lograr en los últimos 90 días de 2004 lo que no ha podido hacer en tres años y medio
El ahora o nunca de la ultraderecha mexicana
SEMANA A SEMANA, la percepción se confirma: desde el Estado, la ultraderecha destruye el estado de derecho y abre caminos a la vía insurreccional... de sus propias fuerzas. No es el pueblo, de ninguna manera, el que se organiza para rebelarse: son las facciones del fanatismo religioso, los empresarios del salinismo y los intereses de los consorcios petroeléctricos y de la banca internacional los que, bajo la cobertura legal de Vicente Fox, se están sublevando a través de las instituciones. La ingobernabilidad -valga el desafortunado trabalenguas- crece en la medida en que el gobierno federal se vuelve ingobernable para nosotros los ciudadanos.
El complot contra Andrés Manuel López Obrador no es -como ha venido sosteniendo esta página sabatina- un golpe de Estado contra un gobierno local legítimamente constituido y políticamente exitoso. Es algo bastante más grande: es la cancelación de los mecanismos democráticos que desembocan en las elecciones, es la proscripción autoritaria de las oposiciones antisalinistas, es la tumba de la alternancia inaugurada por Fox hace apenas cuatro años, es el nacimiento de una nueva dictadura. Es, en pocas palabras, una amenaza para todo el país.
Dadas su incompetencia política y su corrupción desmedida, el foxismo teme, y tiembla al pensarlo, que si pierde el poder en 2006 se le venga encima una catarata de acusaciones penales por los grandes fraudes que ha cometido: el de los Amigos de Fox, que dio origen a este desmesurado latrocinio; el de la fundación Vamos México -caja chica de las catacumbas cristeras aglutinadas en torno de Marta Sahagún-; los negocios turbios de la familia presidencial -entre ellos los relacionados con Carlos Ahumada- y, sobre todo, los "arreglos" ilegales del Presidente de la República y las multinacionales petroleras que han hecho posible el saqueo del gas natural mediante los eufemísticos contratos de servicios múltiples.
Fox no trata solamente de sacar de la carrera presidencial a López Obrador sino de manipular a su conveniencia los procesos judiciales entablados por una fracción del PRI contra esos contratos. Como éstos son producto de una monstruosa transgresión de la ley por parte del Ejecutivo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación debe anularlos, devolviendo a México el control pleno y soberano de sus recursos naturales. El Presidente sabe, y sabe muy bien, que si pierde esa batalla ante el máximo tribunal del país, el verdadero proyecto de su gobierno -privatizar Pemex en forma encubierta- se iría al despeñadero y lo convertiría, a los ojos de las trasnacionales, en un cartucho quemado.
Pero el foxismo pretende llegar más lejos: planea construir una mayoría legislativa que, en los primeros días de septiembre, destituya y mande a la cárcel a López Obrador, y semanas después entregue la industria eléctrica a Estados Unidos e imponga, al fin, su obsesiva reforma fiscal para gravar medicinas y alimentos. Estas son las desproporcionadas ambiciones de la ultraderecha gobernante para el último trimestre de 2004: hacer en 90 días lo que no ha podido en tres años y medio.
Es el ahora o nunca del foxismo.
ƑCuál será el gran día?
Por eso hay que mirar el calendario con detenimiento. Faltan 65 días para el domingo 15 de agosto, cuando la sección instructora de la Cámara de Diputados tendrá listo el dictamen sobre la solicitud de desafuero contra López Obrador; 81 días para el domingo primero de septiembre, cuando Fox rendirá su cuarto Informe de actividades empresariales, y 96 días para las fiestas de la Independencia.
ƑQué fecha le gusta a usted para que encarcelen a López Obrador? ƑAntes o después del Grito? ƑAntes o después del 2 de octubre? ƑAntes o después de las elecciones en Estados Unidos el 2 de noviembre? Si el 15 de agosto la sección instructora resuelve proponer al pleno de la Cámara la destitución del precandidato presidencial que va arriba en todas las encuestas, Fox subirá a la más alta tribuna de San Lázaro en medio de un descontento popular de dimensiones nacionales, y la sesión solemne de los diputados que lo recibirán en su casa será un pandemónium.
Si a pesar de las protestas nacionales -que subirán de tono particularmente en el DF y los estados de Tabasco, México y Michoacán, por hablar de lo obvio- la alianza PRI-PAN resuelve consumar el golpe de Estado antes del Grito, la noche del 15 de septiembre el Zócalo será cosa de verse. Pero si el foxismo decide no "contaminar" los jolgorios patrios con el inicio de su escalada anticonstitucional y pospone la cosa para finales de septiembre, habrá que ver cómo reaccionan el 2 de octubre las universidades.
Sin tomar en cuenta las advertencias de numerosos periodistas que trabajan en los diarios más influyentes del país, Fox ha optado por desafiar a la nación y ya no puede echarse para atrás a menos que alguien, desde Washington, lo llame a la calma. Pero los que mandan en Washington están más ocupados que él, intentando a toda costa salvar el pellejo, y nadie parece tener tiempo ni visión para recomendarle que, por favor, no incendie el patio trasero del imperio. No descartemos, sin embargo, que el Departamento de Estado pida, como sabe hacerlo, que el encarcelamiento de López Obrador se aplace hasta después de la "relección" de mister WC, porque a éste no le conviene que durante la etapa final de su campaña se produzca una mayúscula convulsión política en su frontera sur. Eso no contribuiría a dar a la Casa Blanca una imagen de "control" hemisférico.
Pero si Fox retrasa el golpe de Estado hasta después del 2 de noviembre, en medio de una posible disputa en Washington acerca de unas elecciones en las que Bush bien puede volver a cometer fraude -con todas las consecuencias que de ello se derivarían-, el movimiento de apoyo a López Obrador podría haber crecido entonces en proporciones inconmensurables. Como en efecto y sin duda va a crecer.
El factor olímpico
Desde el punto de vista de los estrategas del foxismo, el tiempo corre a favor del golpe de Estado sólo en el corto plazo: desde hoy hasta el primero de septiembre. Dentro de unos días terminan las clases en las universidades públicas y cuando éstas reanuden sus actividades comenzarán las Olimpiadas.
El primero no es un dato muy relevante: desde la huelga de 1999 que finalizó en 2000 el movimiento estudiantil en la UNAM no existe.
El segundo factor suena más interesante: el 13 de agosto principian las competencias en Atenas y el país permanecerá sentado frente al televisor durante dos semanas completas. Cuando la gran fiesta deportiva concluya el 29 de agosto, faltarán escasas 72 horas para el Informe de Fox. Los hombres del Presidente contarán, pues, con que la población en su conjunto se meterá una sobredosis de medallas y récords de pista y campo y se olvidará de la política. Puede ser.
Arduo será el trabajo de los grandes medios masivos para anestesiar a la sociedad mexicana de aquí al día en que se instale el pleno del Congreso. Televisa, por ejemplo, ya prepara el lanzamiento de un programa de Jaime Maussán sobre extraterrestres y no descartemos que en breve salgan a la luz pública los videos inéditos de Ahumada. En Los Pinos les urge, pero ya, un nuevo escándalo para ocultar lo que acaban de descubrir algunos representantes del PRI en el Senado: el desvío de fondos de la Lotería Nacional, por muchos millones de pesos, a los Legionarios de Cristo, Provida y el Tec de Monterrey bajo la supervisión inocultable de Marta Sahagún y Vamos México.
ƑSobre quién lanzarán esta vez la andanada? No contra el PRI, pues deben cuidar la alianza golpista y además parecería revancha contra los senadores. ƑContra el PAN? Descártelo. ƑContra el Niño Verde? Tiene menos rating que Jorge Kahwagi en Big Brother. Embestirán, muy probablemente, de nuevo contra López Obrador, pero no podrán evitar que se les vea el plumero. Eso ya no les importa. A la mejor hasta le cuelgan más acusaciones penales, que para eso está el general Rafael Macedo de la Concha, cuya credibilidad como abogado de la nación está por debajo de la del árbitro que señaló el penalty contra los Pumas.
No está en juego la suerte personal de un político disidente sino el futuro del país. Si Fox triunfa, el sistema electoral quedará destrozado, la industria eléctrica será de los gringos, continuará la privatización clandestina de Pemex, pagaremos IVA por comer y curarnos, y de la alternancia efímera pasaremos a una nueva etapa de gobiernos autoritarios que se eternizarán en el poder. La suerte, pues, está echada.
Eso es lo que se lee entre líneas en el histórico manifiesto a la nación que López Obrador leyó la noche del pasado jueves. "No me voy a amparar ni contrataré abogados porque, sencillamente, no soy culpable. Tampoco voy a recurrir a artimañas o negociaciones vergonzosas. Nada, ni siquiera la aspiración al cargo más elevado de la República, podría justificar el hacer a un lado la dignidad y los principios", retó.
Si me quieren despojar del fuero y llevar a la cárcel -tal es el mensaje-, aquí estoy. Pero, añadió al dirigirse a sus futuros jueces, "si ustedes así lo deciden, seguramente nos veremos el día que se instale el jurado de procedencia y se me conceda el uso de la palabra ante el pleno de la Cámara de Diputados".
ƑCuántos millones de personas estarán ese día apoyándolo en las calles de la ciudad de México y de muchos otros lugares del país? López Obrador ha sido llevado al terreno que mejor conoce: la lucha de masas, y desde allí dirigirá la batalla. ƑUsted quién cree que gane? [email protected]
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