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E C O N O M I A
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México D.F. Miércoles 9 de junio de 2004

Alejandro Nadal

La tormenta perfecta

La reunión del G-8 anunciará que todo va bien y que la economía mundial está en franca recuperación. El primer trimestre del año mostró vigoroso crecimiento del PIB en Estados Unidos (4.2 por ciento) y a China como segundo motor económico a escala planetaria. Los países asiáticos crecen y en Europa la confianza de los consumidores se fortalece. Lo peor de la crisis argentina ya quedó atrás. Todo bien.

Pero la celebración del G-8 no puede ocultar los nubarrones en el horizonte.

El verdadero motor del crecimiento estadunidense es la combinación de política fiscal y monetaria que proporcionó un gigantesco estímulo económico. Eso explica el paso de un superávit fiscal de uno por ciento del PIB en 2000 a un déficit de 5 por ciento en 2003. Por otro lado, la política monetaria mantuvo las tasas de interés a niveles históricamente bajos, pasando de 6.6 por ciento a uno por ciento entre 2000 y 2004, respectivamente. Estos niveles no pueden mantenerse ya, y se sabe que la Reserva Federal cambiará dentro de poco la postura de la política monetaria a una neutral, aumentando la tasa líder por lo menos un punto porcentual en los próximos meses.

Una de las razones es que se quieren frenar las presiones inflacionarias. Una presión es el alto precio del petróleo, pero la más importante proviene del consumo. Desde 2001 el consumo ha sido responsable de 92 por ciento del crecimiento del PIB estadunidense. En cambio, la inversión contribuyó con la mitad del crecimiento en el cuarto trimestre de 2003, pero sólo explica 25 por ciento del crecimiento en el primer trimestre de 2004.

El impulso del consumo privado proviene del endeudamiento. Aunque el ingreso personal creció en 129 mil millones de dólares (mmdd) en el primer trimestre de 2004, el consumo privado creció en 135 mmdd. Los consumidores piden prestado y también están gastando lo que recibieron en forma de recortes de impuestos en ese trimestre. Esos datos ocultan algo más serio: parecería que la recuperación de la economía estadunidense después de la burbuja de los 90 se sostiene en otra burbuja de consumo y deuda. Cuando reviente esta última, podríamos tener la crisis más severa de todos los tiempos.

La recuperación en Estados Unidos ya dura 28 meses y, aunque al fin aumentó la generación de empleo, se mantiene un déficit en la nómina del sector privado no agrícola calculado en 8 millones de puestos. Por eso la masa salarial está 400 mmdd por debajo de lo que debiera estar si la recuperación hubiera sido "normal". Y por eso también el consumo está siendo financiado por deuda y recortes fiscales. Por si fuera poco, en el primer trimestre del año los salarios reales crecieron apenas 1.5 por ciento y las remuneraciones totales al trabajo en 2.5 por ciento. Este rezago de la masa salarial frente al crecimiento del PIB marca otro punto de vulnerabilidad: para que una recuperación sea sostenible se necesita que los pagos al trabajo crezcan al mismo ritmo del PIB.

El otro factor de riesgo corresponde al déficit externo. La devaluación del dólar estadunidense en los últimos dos años sólo permitió una mejoría marginal en el saldo de la balanza comercial de Estados Unidos. El crecimiento de las exportaciones cayó dramáticamente (de 20 por ciento a 3 por ciento entre los dos trimestres pasados) y las importaciones siguen siendo 45 por ciento superiores a las exportaciones, lo que contribuye a frenar la recuperación yanqui.

Lo más decepcionante en los datos estadunidenses para el primer trimestre es la inflación: 2.5 por ciento. Si bien el crecimiento de productividad se acercó a 3 por ciento, que permite soportar un crecimiento de los costos unitarios de trabajo, las presiones inflacionarias ya han provocado un aumento en las tasas de interés de largo plazo y eso conducirá irremediablemente a la Reserva a aumentar las de corto plazo, frenando la inversión, el consumo y la recuperación.

El impacto de un incremento en las tasas de interés es algo que debe ser examinado cuidadosamente. Las bajas tasas de interés han hecho que muchas operaciones de rendimiento superior, a plazos más largos y con mayor riesgo, estén fuertemente apalancadas con deuda de corto plazo. Bajo estas condiciones, y considerando el crecimiento del endeudamiento privado, un incremento aún modesto en las tasas de interés puede tener serias repercusiones al deteriorarse la cartera de los bancos.

Se prevé que la política fiscal estadunidense dejará de ser un estímulo y que en la segunda mitad de 2004 regresará a una actitud contraccionista. Eso sucederá justo cuando la tasa de interés comience a subir. Y si China comienza a frenar el sobrecalentamiento, tendremos una combinación de factores capaces de regresar a la economía mundial al marasmo del crecimiento mediocre. Podríamos tener la tormenta perfecta: la que nadie ve, pero que todos sufrirán.

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