México D.F. Viernes 4 de junio de 2004
Crisis en el centro más prestigiado del
país por la política exterior estadunidense
Kissinger suprime 30 años después debate
sobre su papel en el golpe contra Allende
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 3 de junio. Treinta años
después, el ex secretario de Estado Henry Kissinger continúa
intentando controlar la historia oficial sobre el papel de Estados Unidos
en el golpe militar contra Salvador Allende, y ahora está acusado
de provocar un conflicto intelectual que ha culminado con la renuncia del
director de asuntos latinoamericanos del Consejo sobre Relaciones Exteriores
(CFR, por sus siglas en inglés), el centro de análisis de
política exterior más prestigiado de Estados Unidos.
Kenneth Maxwell, reconocido historiador y académico,
renunció el mes anterior a su puesto de director de estudios latinoamericanos
del CFR después que la publicación del centro, Foreign
Affaire, rehusó permitirle el derecho de réplica a acusaciones
del vicepresidente de Kissinger Associates en torno a un debate en la revista
sobre el papel estadunidense en el golpe chileno.
"La
relación actual del consejo con el señor Kissinger evidentemente
viene con el costo de la supresión del debate sobre sus ac-ciones
como figura pública", escribió Maxwell en su carta de renuncia.
"De esto, no quiero formar parte", e indicó que partía de
"la obligación de un historiador a precisar el registro histórico".
En entrevista con La Jornada, James Ho-ge, editor
de Foreign Affairs, dijo que no había ninguna verdad en la
acusación de que Kissinger tuvo un papel en las decisiones de la
revista. La medida de limitar el debate sobre Chile, agregó, fue
una determinación meramente editorial, y añadió que
inicialmente Maxwell estaba de acuerdo después de la publicación
de un intercambio de posiciones sobre el asunto.
Sin embargo, el debate sobre este asunto continúa
con el envío de una carta firmada por el director del Centro de
Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Harvard y otros destacados
académicos, todos miembros del CFR, denunciando la manera en que
el consejo ha manejado el tema y para protestar por la decisión
de no permitir la réplica de Maxwell a los ataques contra su integridad
por el asociado de Kissinger, que se publicará en un próximo
número de la revista.
La disputa fue revelada por el periodista Scout Sherman
en la revista The Nation, la cual apareció hoy en su sitio
de Internet, y será publicada en el próximo número
impreso del semanario.
Sherman escribió que este conflicto co-menzó
cuando William D. Rogers, vicepresidente de Kissinger Associates, expresó
su ira por la reseña escrita por Maxwell, publicada por Foreign
Affairs en noviembre del año pasado, del libro The Pinochet
File, que contiene documentos estadunidenses oficiales desclasificados
sobre el papel de Washington en el apoyo al golpe y a la dictadura chilena,
publicado por la organización Na-tional Security Archive.
Rogers escribió una carta al editor, que fue publicada
en el siguiente número de la revista, en la que ataca la credibilidad
del libro y la reseña del mismo por Maxwell.
"El mito de que Estados Unidos derrocó al presidente
Salvador Allende de Chile en 1973 vive (...) Es alimentado con todo cariño
por la izquierda latinoamericana y de vez en cuando refrescada por contribuciones
a la literatura como The Pinochet File, de Peter Kornbluh, y la
reseña de ese libro por Kenneth Maxwell", escribió Rogers,
subsecretario de Estado para América Latina entre 1974 y 1976 bajo
Kissinger.
Rogers sugiere que aunque el entonces gobierno de Richard
Nixon se oponía al de Allende, nunca existió participación
de Washington en el golpe de Estado, ni se hizo "todo lo posible", como
señala Maxwell, para derrocar al gobierno chileno.
"Si Washington -sostiene Rogers- hubiera hecho todo lo
que podía en Chile, habría intentado un asesinato (Castro
y Kadafi: sin éxito; Lumumba y Diem: exitoso), una invasión
(Panamá y Granada), un ataque armado de mercenarios (Irán
y Guatemala) o un ataque por las fuerzas armadas de Estados Unidos (Irak).
Nada cerca de tales medidas fue desplegado contra Allende".
Pero el problema para Rogers es que los documentos oficiales
estadunidenses recién desclasificados han comprobado que Kissinger
y Nixon trabajaron diligentemente para lograr su objetivo de derrocar a
Allende.
En reciente desclasificada trascripción de una
conversación entre Kissinger y Nixon luego del golpe en 1973, aquél
explicaba: "no lo hicimos. Digo, los ayudamos (...) creamos condiciones
tan grandes como fue posible". Nixon respondía: "pues no, como sabes,
nuestra mano no se revela en ésta".
A Maxwell, quien también criticó en su reseña
algunas de las conclusiones del libro, le fue permitido el derecho de réplica
a la primera carta enviada por Rogers.
En la misma sostiene que la afirmación de Rogers
de que "Estados Unidos no estaba involucrado activamente en promover la
caída de Allende está al borde de la incredulidad ante abrumadoras
pruebas en contrario". Y estima que tal vez la mejor manera de "limpiar
el ambiente" es establecer una co-misión de la verdad sobre el papel
estadunidense en el golpe chileno.
"Si estos legados difíciles deberían ser
o no enterrados o debatidos es, claro, un asunto de juicio", continúa
Maxwell. "Evidentemente, Rogers cree que lo mejor es dejarlos sin perturbar.
Mi propia creencia es que deberían buscar aprender del pasado si
tenemos la sabiduría para hacerlo".
Después de publicar este primer intercambio, Hoge
recibió una llamada de Rogers solicitándole la publicación
de una segunda carta criticando a Maxwell. Luego de hablar con éste
del asunto, comentó Hoge a La Jornada, todos acordaron que
se publicaría la misiva y con ello se cerraba el debate.
En la edición de marzo de 2004 se publicó
la carta donde criticaba ácidamente los "prejuicios y distorsiones"
de Maxwell. "Uno espera que por lo menos se entienda que las opiniones
de Maxwell son las suyas y no del CFR", concluyó Rogers.
Según versión de Hoge, Maxwell cambió
de parecer y deseaba tener oportunidad de responder una vez más,
pero el editor decidió que su respuesta no avanzaba el debate y
que se había acordado concluir el intercambio.
Pero para Maxwell, según lo reportado por Sherman
en The Nation, la decisión tuvo que ver con la persistente
e intensa presión de Rogers y Kissinger para detener el debate.
Ambos mantienen larga relación con el CFR y, según escribió
Sherman, Kissinger sigue ejerciendo enorme influencia allí.
Fue este acto de supresión, comentó Max-well
a The Nation, lo que provocó su decisión de renunciar
por un asunto de principios. Hoge insistió a La Jornada en
que no existió ningún tipo de censura ni presión de
Kissinger, sino que su decisión fue exclusivamente editorial.
Sin embargo, Hoge dijo que tiene la intención de
publicar la carta escrita por el profesor John H. Coatsworth, director
del David C. Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard,
aparentemente también firmada por otros distinguidos académicos
especializados en América Latina, protestando por el trato a Maxwell.
Como miembros del CFR, indica la carta, están "consternados"
por el tono de las dos misivas de Rogers y "pasmados" por la decisión
de la revista de no permitir que Maxwell defendiera su posición.
"Le instamos a que busque una forma apropiada para reparar este lapsus
antes de que se convierta en una mancha permanente sobre la reputación
de Foreign Affaire", concluyen.
Aunque Kissinger continúe intentando defender la
posición de que él y sus colegas no tienen mancha de sangre
chilena en las manos, 30 años después la historia real les
sigue provocando problemas hasta en los propios circuitos de la cúpula
diplomática y académica de Estados Unidos.
|