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México D.F. Lunes 31 de mayo de 2004
Los espacios no institucionales, abandonados a su suerte por los gobiernos, acusan
Portavoces de foros alternativos denuncian campaña de exclusión
Diversión sin crítica, la tónica neoliberal Concluye serie de mesas convocada por La Pirámide
MARIANA NORANDI
La tarde del sábado finalizaron las mesas inscritas en el Foro Ciudadano por el Derecho a la Cultura, organizado por el Centro Cultural La Pirámide con el propósito de establecer un puente de análisis y reflexión entre los espacios alternativos y la ciudadanía.
La mesa Espacios y movimientos alternativos, que sirvió de colofón del encuentro, contó con la participación de Antonio Cabrera, presidente de la Academia Mexicana por el Derecho a la Educación; Víctor Mendoza, representante del foro Circo Volador; Javier Gámiz, de La Alberka; Benjamín González, de la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente, y Mónica Arrieta, representante del Centro Cultural La Pirámide, que fungió como moderadora de la mesa.
Durante el debate prevalecieron tres aspectos que suscitaron cierta polémica y varias preguntas de los asistentes: la inexistente e ineficaz política cultural gubernamental, la falta de un marco legislativo que vele por los derechos de los espacios alternativos, y el variopinto y complicado financiamiento de éstos.
Antonio Cabrera afirmó: "las políticas culturales federales y locales no existen. Con el neoliberalismo, la política cultural se deja de lado y se opta por la privatización. Las actuales políticas federales consisten en vender a particulares las fuentes culturales rentables y las demás se abandonan hasta que se destruyan''.
En este sentido, Benjamín González añadió: "en la ciudad de México se ha ido debilitando el espacio público y privilegiando el espacio privado. Un espacio tiene que ser un lugar de intercambio de ideas, multicultural, donde la gente se cuestione y establezca puentes y rupturas. A raíz de la inseguridad, la propuesta es el gran centro comercial donde la gente que paga tiene ciertos servicios, como el cine. Son lugares donde se encuentra la diversión pero desaparece la crítica".
Y continuó: ''entre las empresas del espectáculo, los centros culturales, los gobiernos delegacionales y el mismo gobierno capitalino existe una enorme ignorancia de los movimientos que se manifiestan en la sociedad, que se constituyen desde la marginalidad, y que representan formas de diálogo dentro de la ciudad. Hay una sordera de quienes tienen responsabilidades públicas y privadas para dialogar con sectores de la ciudad, movimientos que no nacen de su seno, que desconfían totalmente de ellos, pero que son profundamente mayoritarios".
Ante este escenario privatizador y excluyente de expresiones y movimientos culturales no institucionales, los ponentes, de manera unánime, afirmaron la necesidad de crear y reforzar los espacios alternativos. Víctor Mendoza expresó: "durante años el gobierno decidió, en forma discrecional y arbitraria, lo que era y no era cultura, lo que debían o no escuchar y presenciar el auditorio. Dentro de esta lógica estatal, a lo largo de la historia, se han constituido distintos tipos de política cultural, desde aquéllas con una visión tradicional que hablaban de preservar el patrimonio folclórico como el núcleo de la identidad nacional, hasta la privatización neoconservadora que reorganiza la cultura bajo las leyes del mercado mediante el consumo individual. En un país donde las opciones culturales se reducen a la oferta estatal o la proporcionada por los consorcios privados, la creación de espacios alternos, en los cuales puedan expresarse no sólo los jóvenes sino la población en general, se presenta como una necesidad impostergable".
Los ponentes también insistieron en la carencia de un marco legislativo que rija a estos espacios. Víctor Mendoza comentó al respecto: ''el marco legal es lo más complicado, ya que la Ley de Establecimientos Mercantiles no contempla y, por lo tanto, no reglamenta la existencia de foros alternos para la cultura consumida y generada por los jóvenes, espacios en los que el lucro tiene un papel secundario. Como consecuencia, los espacios alternos no tienen personalidad jurídica y, en la mayoría de los casos, tienen que funcionar con una licencia de restaurante, bar o cantina".
En cuanto al financiamiento, y debido a que los participantes representan foros con diversas formas de sostén económico, se plantearon como válidas las diferentes formas de financiamiento, tanto las que son totalmente autogestivas como las que reciben financiamiento público o privado. En la rama autónoma y autogestiva participó La Alberka, cuyo representante señaló: "aunque tenemos problemas de lana, antes que estar pidiendo o quejándonos de cosas, somos de la idea de ofrecer y generar nosotros mismos nuestros recursos. El cambio se genera desde los individuos hacia afuera y no al revés. En la medida en que los espacios alternativos estemos esperando que las instituciones cumplan con sus responsabilidades históricas, legales o sociales, estamos continuando con esa fórmula cultural que queremos romper".
En el tema del financiamiento Benjamín González comentó: "no comparto la idea del dinero que viene de los buenos o de los malos. Del que viene de los empresarios malvados y políticos tramposos y el que viene de la autogestión y marginalidad. El financiamiento público no le pertenece a los gobiernos y, por tanto, hay que pelear por esos recursos. Independientemente de dónde provenga el dinero, lo importante es financiar proyectos culturales".
La mesa finalizó con el compromiso de redactar un manifiesto de los espacios alternativos.
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