Criminalización de la vida campesina
Javier Hernández Alpízar. Catemaco, Veracruz. Un encuentro entre campesinos para discutir la problemática agraria, social y ambiental en reservas de la biosfera y reservas campesinas en México tuvo lugar aquí, al pie de la Sierra de Santa Martha, en el ejido Península de Moreno, municipio de Catemaco, zona decretada como de amortiguamiento de la reserva de Los Tuxtlas. Los días 16 y 17 de abril, campesinos, grupos de base, ong, particularmente centros defensores de derechos humanos, discutieron el problema en que se hallan campesinos e indígenas de Veracruz, Tabasco, Chiapas y Oaxaca, con la participación de algunas personas llegadas desde Campeche, Sonora, Jalisco y Guanajuato.
Organizado y convocado por los campesinos de los ejidos de Península de Moreno, Mirador, Nuevo México, Miguel Hidalgo, así como por organizaciones como el Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ) de Veracruz y de Tabasco, el encuentro concluyó con una marcha por el centro de Catemaco y la lectura de un pronunciamiento colectivo en defensa del derecho a la tierra, la vida y el medio ambiente sin exclusiones, apelando al Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo y a los Acuerdos de San Andrés: sobre todo a la trayectoria de lucha indígena, campesina y popular.
En el caso de las entidades del sureste, los campesinos e indígenas estorban a los planes del gran capital, el que ayer los expropió y los exilió en lo que en aquel tiempo era una zona inhóspita e inservible, pero que a la luz de los nuevos descubrimientos tecnológicos se ha vuelto el botín preciado de empresas que buscan agua, minerales, fuentes de energía y, sobre todo, diversidad genética y biológica. Así, lo que antes era inservible hoy es fuente de riqueza, y las empresas van tras de la palma camedor, lo mismo que del barbasco y de todo lo que signifique materia prima para la industria mundial.
Los campesinos de la Sierra de Santa Martha y de los Tuxtlas tienen prohibido incluso voltear a mirar la palma camedor, que en estas tierras se da de manera silvestre, mucho menos buscar leña o hacer milpa; incluso trabajar en los potreros les está vedado, y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) es muy activa en perseguir campesinos como criminales, en compañía de la Procuraduría General de la República y de la Agencia Federal de Investigaciones, según testimonios de campesinos del lugar que han sido detenidos y liberados. Hay otros sobre los que pesan sendas órdenes de aprehensión y la amenaza de venir incluso en helicóptero a detenerlos si osan hacer milpa, mientras que los cultivadores de palma camedor usan pesticidas y plaguicidas, contaminando la laguna sin que nadie los moleste, según queja de estos campesinos criminalizados por autoridades, aquí sí, extrañamente "ecologistas".
Campesinos con un nivel de organización apenas incipiente son avasallados por su aislamiento en medio de zonas corporativizadas por el oficialismo priísta tipo Antorcha Campesina. El engaño se ha venido dando en términos sumamente burdos, como ofrecerles primero que no se les expropiaría ni privaría de derechos, puesto que el decreto de reserva sería sólo limitativo. Cuentan los campesinos, que la entrega de "ayuda" por 2 mil pesos, que jamás se ofreció ni como pago de compra venta ni como indemnización, sino como un apoyo para que protejan la montaña, ahora se les quiere hacer valer como "indemnización" por una expropiación de facto.
En pláticas que a los campesinos no les dejan nada bueno, les dicen primero que les pueden dar 5 hectáreas por campesino, que es pagarles con cuentas de vidrio, y luego les ofrecen el doble, 10 hectáreas, pero no les pueden dar tierra, sino efectivo, a un precio que hace palidecer los centavitos que les ofrecían en Atenco. En resumen, les quieren ver la cara y ellos están inconformes porque han sido por años quienes han vivido aquí, han cultivado la tierra y cuidado la montaña, pese a que la propaganda oficiosa hoy los pinte como depredadores, ignorando la influencia caciquil, los negocios madereros y ganaderos que han medrado con los Tuxtlas y empobrecido a su gente enriqueciendo a otros. Y después de apaleados regañados, ahora les ponen el sambenito de delincuentes ambientales.
Estas truculentas historias de criminalización de la pobreza y del trabajo y la vida campesina fueron escuchadas con atención por sus pares de Montes Azules y la selva Lacandona, caso que puede llevar a la violencia por los desalojos que están azuzando "ecologistas" como Profepa y la PGR, Pronatura y TV Azteca, paramilitares y biopiratas ávidos. O los pantanos de Zentla, donde los lugareños tienen penada la pesca de tortuga y la caza de iguanas, pero en los restoranes de lujo de Villahermosa se venden clandestinamente.
Oaxaca ofrece un ejemplo distinto, contrastante, en donde los indígenas han impulsado reservas ecológicas campesinas, que son autónomas y que no son "depredadores del ambiente", es una forma de administración, aprovechamiento y cuidado de la naturaleza con la participación de los propios campesinos e indígenas, de manera democrática y autogestiva como en Chimalapas.
Los problemas del reparto de la tierra, donde se privilegia a los caciques, los empresarios más ricos y los ganaderos; los conflictos sociales y la división que se encargan de fomentar programas de gobierno, partidos y religiones; la problemática de una naturaleza devastada por la voracidad de taladores de madera, de ganaderos, de empresas públicas como Pemex y privadas como las farmacéuticas que buscan sustancias activas, o los monocultivos que han esclavizado la mano de obra indígena y mestiza en el café, la caña de azúcar, el hule o ahora en las palmas camedor y africana.
De Catemaco a Acayucan, Jáltipan y Hueyapan, el priísmo parece moverse como pez en el agua y aparentemente sin oposición. En tanto que en Guanajuato los movimientos ecologistas luchan contra la excesiva explotación de la arena del río Las Lajas, y contra un relleno sanitario.
Se espera que maduren las reflexiones y sobre todo las
acciones de lucha y resistencia ante el nuevo porfirismo que con siglas
partidarias priístas, panistas y perredistas hoy vuelve a expropiar
a los campesinos, favorece a los empresarios extranjeros y a una élite
económica con bandera "ecologista".
Foto: Gabriel Cardona